Sevilla

"Hoy no me siento ni más ni menos alcalde"

  • Un día después de fijarse la entrega del testigo del PP-A, Zoido recuerda que "nada ni nadie" iba a impedir que él cumpliera el compromiso que adquirió en 2006 con Sevilla.

A las once de la mañana los vecinos de la Intercomunidad del Parque Alcosa esperaban en su sede al alcalde, Juan Ignacio Zoido, con varios papelones de churros y termos de café. No era la primera vez que el alcalde pisaba el barrio, pero la de ayer no fue una visita más ni para los vecinos ni tampoco para él, que recibió más de una ovación, más o menos espontánea. 

Y no fue un encuentro más porque los vecinos, hartos de esperar soluciones para terminar de rehabilitar las plazas del barrio, se mostraron más que satisfechos. Curiosamente les bastó la palabra del alcalde, que sólo se comprometió exigir a la Junta de Andalucía, y también al Gobierno central, que aporten fondos para estas obras. Y se conformaron con el simple gesto de que el regidor fuera a escucharlos, sin prisas, a pesar de que tuvo que ausentarse habilidosamente una hora después. 

Unos 60 minutos fueron suficientes para atender la demanda vecinal, lanzar su mensaje y preguntar incluso por los pavos reales albinos que se crían en el parque gracias a la iniciativa del presidente de la intercomunidad, Ricardo Molinero (y de Bartolo, le apuntaron desde el público). Y también para apuntar los datos de Loli López, vecina de la Plaza de Los Luceros, que, sentada en la primera fila, interrumpió por dos veces al alcalde para introducirle en un debate candente en el barrio: la suciedad que dejan los niños de los centros escolares y los dueños de perros que, con escasa educación, "bolean" bocadillos y bolsitas con excrementos a los árboles. 

Problemas cotidianos de uno de los distritos más castigados por el paro y cuya población de derecho dobla con creces la de ciudades como Toledo o Cuenca, según el apunte que hizo el alcalde antes de felicitar en público a su delegado, el concejal Ignacio Flores, que también fue aplaudido por los asistentes. "En la vida hay que tener detalles, además de resolver los grandes problemas", apuntó Zoido, que no se atrevió a prometer la contratación de vecinos del barrio para acometer las obras de rehabilitación de las plazas o el canal, como han reclamado los representantes vecinales, pero sí a dar pases para que disfruten gratis de actividades de ocio: "Eso sí es posible, es nuestra esencia". 

Zoido incluye casi a diario en su agenda este tipo de actos, la micropolítica que le dio el éxito en las urnas y en la que tiene fe ciega. "De la noche a la mañana no se resuelve todo, pero todos los días se solucionan temas", advirtió. El de ayer hubiera sido un simple apunte más de no ser porque se produjo el día después de que se pusiera fecha a su relevo en la presidencia del PP andaluz, una responsabilidad que se había convertido en los últimos meses en una auténtica cruz que le ha obligado a delegar -si no descuidar- su ciudad. Y, por ello, la visita de ayer marcó un nuevo punto de inflexión en la carrera para revalidar su mayoría en el Ayuntamiento de Sevilla. ¿Fue casual que se desplazara a un territorio que es clave en la cita electoral de 2015? Tal vez, pero Zoido no desaprovechó la ocasión y, como viene haciendo desde 2006, se comprometió ante el vecindario a dar una charla si fuera necesario a los escolares que ensucian el barrio y a hablar con los directores. 

Zoido aseguró que nunca se quitó ni se quitará el traje de primer edil. Y que un día después de cerrar el relevo en el PP andaluz con la dirección del partido no se siente "ni más ni menos alcalde". "Me comprometí con los sevillanos en 2006 y me han hecho ofertas para hacerme cargo del PP de toda Andalucía, pero no, porque yo tengo mi compromiso con Sevilla y nada ni nadie va a impedir que lo cumpla", aseguró para zanjar las preguntas de los periodistas sobre el proceso abierto en su partido. 

Le sobró tiempo para resumir en pocas y demasiado simples palabras que la reforma local no privará a ningún sevillano de los servicios públicos, hasta para probar un churro, ya frío, y pasear bajo la lluvia del brazo de una vecina de vuelta al coche oficial, con traje de alcalde, pero como cualquier día de 2006, en permanente campaña por Sevilla.

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