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Jugando con Albéniz, Beethoven y Paganini

  • Campamento musical. La Fundación Barenboim-Said organizó en el colegio Marie Curie de Los Bermejales la quinta edición de su proyecto de Educación Musical Infantil

GONZALO, Paco y Candela tienen 5 años y forman parte del grupo Paganini. Creían que sus compañeros, algo mayores en edad, integrados en el grupo Guerrero, se dedicaban en el recreo a jugar a indios y vaqueros. Paganini, Guerrero, Beethoven, Ravel y Albéniz eran los nombres de músicos universales elegidos para los grupos con los niños que han participado en la quinta edición del proyecto de Educación Musical Infantil de la Fundación Barenboim-Said. El pasado viernes se clausuró con una fiesta-demostración este campamento musical a las faldas del puente del Centenario.

El curso ha tenido lugar en el mismo colegio Marie Curie de Los Bermejales donde se encuentra la Academia de Estudios Orquestales en la que durante el curso reglado los alumnos se familiarizan con las claves de la música y de sus instrumentos. Pero este campamento no buscaba futuros talentos, palabra tan en boga, sino explotar las posibilidades lúdicas y expresivas del violín, el piano, el canto y la percusión. Los padres de los alumnos comprobaron los progresos que sus hijos han hecho en una semana escasa de aprendizaje. Vicente López, que ha impartido el módulo de expresión y creatividad musical, el paisaje sonoro en el argot de la Fundación, introdujo a estos pequeños genios. Con las especialidades de Clarinete y Dirección de Coros, este joven profesor lleva cinco años vinculado al proyecto.

La música es una y muchas. Es tumulto y silencio. El curso los ha introducido en las posibilidades del jazz y del flamenco. Palos que han aparecido en el aula de percusión, impartida por Jesús Osuna Rodríguez, con el que han descubierto el placer de tocar la batería. Este profesor que empezó en Triana sus estudios de percusionista ha trabajado en un proyecto de fusión musical para adolescentes en un barrio latino de San Francisco.

En el fin de fiesta del fin de curso se pusieron a prueba los progresos que algunos alumnos han hecho con el piano. Juegos de dedos ejercitados con el magisterio de Claudia Elena Romeu, que prepara su tesis doctoral en Musicología y tiene el nivel de medio de Piano de la Escuela Nacional de las Artes de La Habana.

La pieza central de la despedida académica fue la puesta en escena de un cuento chino que leyó Lilia Kiryukhina, una rusa que imparte el taller de Canto y tiene el título de musicoterapia por la Universidad de Alcalá de Henares. Estudió Música en el conservatorio de Vorkutá, adentró a padres e hijos en el universo mágico de un dragón. Es profesora de música en un colegio de Nervión.

Con los más pequeños en el centro, atentos al ritual musical del exótico dragón, el círculo lo cerraban alumnas y alumnos que se han adentrado en los secretos del más literario de los instrumentos, el violín. El tercer brazo de Paganini. Con la guía de Cristina Lorenzo Cano interpretaron canciones populares adaptadas al violín. Esta joven profesora, nacida en Huelva, forma parte del conjunto de violines Unísono, dirigido por el componente de la Orquesta Sinfónica Yuri Managadze.

El curso tuvo lugar una semana después del final del curso escolar. Unos mágicos puntos suspensivos en un descampado junto a un puente por el que a lo lejos pasan camiones como notas musicales de un pentagrama ingenieril. La Fundación Barenboim-Said ha desarrollado también otro proyecto similar en Motril, que coordina Josep Tapa. En el de Sevilla, de que todo estuviera en su sitio se encargaba Irene Okanika, una donostiarra afincada en Triana.

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