Un interno ha muerto este viernes en el módulo 18 de la cárcel de Sevilla-II, ubicada en Morón de la Frontera. La familia está a la espera de conocer las causas de la muerte. Con este, son al menos cuatro los presos que han perdido la vida en lo que va de año en esta prisión sevillana, donde los familiares de los reos han denunciado el escaso control sobre los fármacos que existe. El preso muerto tenía 57 años y su identidad responde a las iniciales M. C.  

A finales de enero, la asamblea de familiares de personas presas de la Asociación Pro Derechos Humanos presentaron una queja ante la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias. En ella pedían que se incremente "el control sobre la expedición de fármacos dentro de prisión".

Las madres y familiares de los internos decían comprender que "cada persona privada de libertad es responsable de sus actos, y que a cada una se le informa e indica cómo debe tomar la medicación". Sin embargo, aseguraban que han constatado que hay reclusos que "no tienen la capacidad de suministrarse su propia medicación, ya que se la toman toda de golpe o la venden en el patio, lo que supone un problema bastante grave". Para los familiares, muchos compran estos fármacos "sin saber que una administración inadecuada les puede costar la vida".

Los parientes de los internos denuncian que "no se tiene control sobre los fármacos que se dispensan, y mucho menos con la especialmente peligrosa, como la metadona y los psicofármacos, dejando a la suerte de los propios internos la dispensación de la misma".