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Nadal se queda en el Alfonso XIII

  • Cita con los libros. El final de las Memorias del tenista André Agassi, un canto a la lectura, debería ser leyenda de cualquier Feria del Libro: "Yo descubrí tarde la magia de los libros"

Una estatua humana porta un libro en la Plaza Nueva, donde estos días se celebra la Feria del Libro.

Una estatua humana porta un libro en la Plaza Nueva, donde estos días se celebra la Feria del Libro. / julián venegas

Un libro te engancha muchas veces por la primera frase. El inicio de las Memorias del tenista André Agassi, Open, no está nada mal: "Abro los ojos y no sé dónde estoy, ni quién soy". Pero 475 páginas después, pasado el Rubicón de su dilatada trayectoria deportiva, las tres mujeres de su vida (Brooke Shields, Barbra Streisand y, sobre todo, Steffi Graf), su neurótico padre, que fue boxeador olímpico, su obsesión con Jim Courier o la amistad con Pete Sampras, cierra el libro con una frase que debería figurar como frontispicio de cualquier campaña para la lectura, de toda Feria del Libro. "Yo descubrí tarde la magia de los libros", escribe al final Agassi. "De los muchos errores que quiero que mis hijos eviten, ése ocupa uno de los primeros puestos en la lista".

El libro se lo regalé a mi mujer. Hubo dos motivos que me llevaron a adentrarme en la lectura de un personaje al que no había seguido, que no me resultaba especialmente atractivo, pese a la buena acogida que sus memorias, como da cuenta la contraportada, tuvo en escritores como Rosa Montero, Juan José Millás o Jesús Carrasco. También podían haber incluido el nombre de algún tenista, porque dan a entender que no leen. Decía que hubo dos motivos que me llevaron a la lectura del libro. Uno fue el partido que Rafa Nadal disputó con el argentino Juan Martín del Potro en la final de los Juegos Olímpicos de Río. Hubo una razón más emotiva: quise saber qué había detrás del tenis, de quienes lo jugaban, tras conocer la muerte de la joven tenista Nadia Mechaala, la hija de la periodista Mercedes Gordillo, por el despiste de un conductor norteamericano el fatídico 18 de julio de 2016, justo en la antesala de los Juegos de Río.

Agassi tarda 400 páginas en llegar a Rafa Nadal, con quien se enfrentó en Montreal

Agassi tarda 443 páginas en encontrarse con Rafa Nadal. "Voy a Montreal y me abro paso hasta la final, que juego contra un español jovencísimo del que habla todo el mundo: Rafael Nadal. No consigo derrotarlo. No consigo descifrarlo. Nunca había visto a nadie moverse así en una pista de tenis". Elogios que también hará extensivos para ese caballero de la raqueta llamado Roger Federer.

Antes que Nadal, Agassi registra otros duelos con tenistas españoles: Albert Costa, Sergi Bruguera, Alex Corretja, Alberto Berasategui, Juan Carlos Ferrero, pero la irrupción de Nadal es la de un ciclón. Esta aparición tardía de Nadal en las memorias de André Agassi, el tenista padre de familia que más lejos llegó en un Grand Slam, me recuerda el peso irrelevante de España en una historia de la llamada Gran Guerra. David Stevenson, historiador británico, tarda 518 páginas en mencionar a un español en su libro 1914-1918. Historia de la Primera Guerra Mundial. La neutralidad no es irrelevancia. El español en cuestión era el rey Alfonso XIII, que en el libro es vecino de página de Lenin y Trotsky. El monarca español medió por carta entre Carlos I, emperador de Austria, y el presidente de los Estados Unidos, Wodrow Wilson.

No debió ser desdeñable el papel de Alfonso XIII en ese conflicto. El periodista Jorge Díaz es autor de una novela, Cartas a Palacio, ambientada en la Oficina Pro-Cautivos que creó Alfonso XIII para acoger a perseguidos de la Primera Guerra Mundial. Como puente entre libros con las memorias de André Agassi, se me ocurre que la esposa de Alfonso XIII, Victoria Eugenia, era tan aficionada al tenis que para animarla a sus visitas a Sevilla, en el Alcázar se creó la primera pista para la práctica de este deporte.

Agassi abre su libro con una cita del pintor Vincent van Gogh, de una carta a su hermano Theo. El mismo artista que eligió el actor Klaus Kinski para introducir su libro de memorias Necesito Amar. El padre de la bellísima Nastassja, la mujer pantera de la película de Paul Schrader.

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