Calle Rioja

Procesión con sabor a reconquista

  • Ritual. Seis meses y un día después de ganar las municipales, Zoido se estrenó llevando la espada de San Fernando con la ausencia de su adversario Espadas.

POR la mañana, Zoido con la espada de San Fernando. Por la tarde, Arturo Pérez-Reverte con la de Alatriste. Día de espadas en Sevilla y Espadas ausente. Tres días después del 20-N, la celebración de este privilegio que data de 1255 tenía aromas de reconquista. Seis meses y un día después de ganar las municipales, Zoido se estrenaba con la espada y se sometía a "las penas que impone la ley de Castilla" si faltaba a su palabra. Lástima que buena parte de la oposición -toda IU, Espadas y las damas socialistas- se perdieran este preceptivo juramento.

La mañana amaneció fría y radiante. Beltrán Pérez y Evelia Rincón caminaban por la Avenida hacia la Catedral. Ella resolvía asuntos con el móvil. Él era recibido en la puerta de San Miguel por los canónigos Pedro Ybarra y Manuel Soria. Minutos después, con la policía de gala formada junto al túmulo de Colón, entraba a sus quehaceres Alfonso Jiménez, el arquitecto-conservador de la Catedral. La entrega de la espada de San Fernando tuvo lugar en la capilla del Sagrario por estar cerrada por obras la Capilla Real.

Zoido con la espada no fue la única novedad. Era la primera vez que los participantes en la procesión pasaban junto a la estatua de Juan Pablo II, con leyendas en español y en inglés de la obra de Juan Manuel Miñarro. San Clemente también fue Papa, autor de una carta a los Corintios que fue glosada por el canónigo que se encargó de la homilía, Antonio Alcayde Peral, de los Padres Blancos. A Pérez-Reverte le salió un competidor en el altar mayor.

En la homilía narró los hechos que están en el origen de esta procesión. El saqueo de Carmona en 1246, la capitulación un año más tarde de dicha ciudad, además de Lora del Río, Guillena y Gerena, la ocupación por la fuerza de Cantillana y Alcalá del Río, la toma por Fernando III de la fortaleza de Alcalá de Guadaíra, la rotura del puente de barcas del Guadalquivir por parte de las naves cántabras de Bonifaz para cortar las comunicaciones entre Triana y Sevilla. El origen de la república de la cucaña y la Velá. La vigilia del rey en el Cortijo de Cuarto, la encomienda mariana que precedió a la devoción a la Virgen de Valme. Y la capitulación definitiva. Dos siglos y medio antes que en Granada. No es Sevilla ciudad de grandes resistencias: ni a Fernando III, el hijo de Alfonso IX y doña Berenguela, ni a José Bonaparte, ni a Queipo de Llano ni al mismo Alfonso Guerra, el número 33 de la lista de Espadas que volvió por sus fueros con el número uno.

Los primeros bancos los ocuparon los caballeros y damas de la orden de San Clemente y San Fernando. Antonio Alcayde citó sin nombrarlo a un "historiador moderno" -probablemente Manuel González Jiménez, hijo de la saqueada Carmona- para decir que con Fernando III y su hijo Alfonso X el Sabio "empieza la época de la universalidad de Sevilla", preludio de su hegemonía en el Siglo de Oro. Cuando ese río que era faro de Al-Andalus se convirtió en peaje de América.

El PP envió a casi todas sus huestes. Faltaron Gregorio Serrano, que estaba en el Foro del Empleo -con cinco millones de parados, es lo más evangélico que se puede hacer- y Juan García, imposibilitado para acceder en silla de ruedas al altar mayor. María del Mar Sánchez Estrella participó en el traslado de la espada desde el Sagrario al Altar Mayor, y se ausentó para participar en una reunión de la final de la Copa Davis. El día que se conocía la identidad de los cuatro evangelistas: Nadal, Ferrer, Feliciano y Verdasco. Tampoco estuvo Juan José Asenjo. El arzobispo de Sevilla participaba en Madrid en el plenario de la Conferencia Episcopal. El 1 de diciembre, Mauricio Domínguez-Adame da una charla en el Casino Militar sobre esta procesión.

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