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Puerto de Sevilla

Las Naves de las Razas se reinventan

  • Los almacenes portuarios se integrarán ahora en la ciudad con una finalidad muy distinta. ¿Para qué se crearon? Éste es el relato de 90 años de historia, fastos, guerra y comercio

Panorámica de las Naves de la Raza.

Panorámica de las Naves de la Raza. / Juan Carlos Muñoz

Un presupuesto de 1.200.000 pesetas. Este dinero fue suficiente para construir en 1927 las naves de la Avenida de las Razas, concebidas como almacenes de depósito portuarios pero que tuvieron un estreno mucho más glamuroso pues cubrieron las necesidades de infraestructura de la Exposición de 1929. Y ahí comienza un relato de noventa años de historia en los que estos edificios han ido encadenando usos que no siempre se han ajustado a la finalidad del proyecto original y que hoy se requiere reinventar para incorporar este patrimonio industrial en la ciudad.

Actualmente, el Puerto de Sevilla trabaja en una estrategia para integrar la avenida de Las Razas y el muelle de Tablada en la ciudad y ofrecer nuevos espacios para la implantación de actividades productivas, culturales y comerciales que sirvan de atractivo para Sevilla. Una operación  que se retoma casi dos décadas después y que, entre otros objetivos, pretende dar vida a estos almacenes, que serán rehabilitados una vez que expiren las concesiones administrativas otorgadas para la utilización de estas naves, que hoy albergan espacios comerciales destinados al ocio infantil, moda, arquitectura, servicios para vehículos, formación, un museo y hasta un futuro tablao flamenco que conviven también con otros destinados al almacenaje de cereal.

Precisamente para ello fueron ideadas. Las primeras referencias datan de 1924. El ingeniero director del Puerto de Sevilla Delgado Brakenbury, uno de los directores más prolíficos en obras, apuesta por un proyecto para la construcción de almacenes de depósito en las calles adyacentes al muelle de Tablada. El anteproyecto de distribución de la zona de servicio de la margen izquierda del canal de Alfonso XIII fue redactado en diciembre de 1924 y aprobado por Real Orden en el 5 de enero de 1926. El documento incluía la construcción de cinco almacenes de depósito, situados paralelamente a los tinglados del Muelle de Tablada, “escalonándose su erección con acomodamiento adaptado a las exigencias de explotación del Puerto”, recogía la Gaceta de Madrid nº 232 en 1927.

El proyecto está firmado por  el ingeniero subdirector del Puerto José Luis de Casso. Las dimensiones en planta de los almacenes habrían de ser de 140 metros de largo por 55 metros de ancho. Además, se contempló incluso que las fachadas de estos almacenes comerciales que dan a la dársena tuvieran servicio de ferrocarril, por lo que estas fachadas debían estar un metro elevadas sobre el carril para facilitar la carga y descarga de la mercancía transportada en los vagones. Actualmente, el ferrocarril que entra en el Puerto de Sevilla atraviesa el Muelle de Tablada, por la Avenida de Guadalhorce, y cruza la dársena por el Puente de las Delicias hasta llegar al Muelle del Centenario.

El proyecto original, que se guarda en los archivos de la Autoridad Portuaria de Sevilla, prevé que fachadas  opuestas de los almacenes, las que dan a la avenida de Las Razas, tuvieran grandes puertas que permitieran la entrada de carros en las naves. Y fija con detalle un sistema económico y rápido para aprovechar la luz natural que reciben las naves.

Los edificios se cedieron para la Expo, pero nadie pagó y la deuda se saldó con una permuta

Dos años antes de la Exposición Iberoamericana del 29 llegó a manos de los organizadores y Francisco José Sánchez Apellaniz, que era el secretario del Comité de la Expo, promovió ante el ministro de Fomento, Rafael Benjumea y Burín, la necesidad de que estas naves  se construyeran para dar cobertura a la infraestructura de la Muestra. El ministro tomó cartas en el asunto y ese mismo año, por una Real Orden emitida en agosto, se aprobó la construcción “con carácter de urgencia” de los almacenes comerciales, en concreto de los 4 y 5. Los fastos del 29 agilizaron (o hicieron realidad) el proyecto, que se levantó siguiendo el diseño original, aunque se añadieron algunos accesorios ornamentales como los pivotes que coronan la fachada y los frisos de cerámica que adornan los dinteles de las puertas de acceso a la calle. No en vano, lo que iban a ser almacenes industriales se convirtieron en las galerías americanas, el espacio destinado a los países participantes que, por una u otra circunstancia, no contaban con pabellones propios. El resto de los almacenes (1,2,3, 6 y 7), con sus respectivas naves, se construyeron posteriormente de forma escalonada, a mediados del siglo XX, siguiendo el mismo estilo constructivo que los originales.

Detalles de cerámica en las fachadas de las naves. Detalles de cerámica en las fachadas de las naves.

Detalles de cerámica en las fachadas de las naves. / Juan Carlos Muñoz

Las tareas, ejecutadas por la Junta de Obras del Puerto, comenzaron a toda prisa en octubre de 1927 y se entregaron en diciembre de 1928. En esta fecha se hizo entrega de los almacenes, con carácter provisional, al Comité de la Exposición Iberoamericana, a cambio del compromiso firmado de abonar a la Junta de Obras del Puerto los intereses del importe de las obras.

Una vez finalizada la Expo, las naves volvieron al uso para el que fueron diseñados (almacenes comerciales) y revirtieron de nuevo a la Junta de Obras del Puerto, sin que se hubiera realizado pago alguno por su cesión. La deuda ascendía a unas 145.000 pesetas. Los liquidadores de la Exposición ofrecieron a las autoridades portuarias su permuta por el edificio que sirvió para restaurante en el Parque de Atracciones. La Junta de Obras del Puerto no lo aceptó al “no tener aplicación para los servicios de la Junta”. Sin embargo, y sin que en los archivos históricos del Puerto de Sevilla figure el motivo, el edificio de la Constructora Naval pasó a propiedad de la Junta de Obras del Puerto.

Poco después, en septiembre de 1930, la Comisaria Algodonera del Estado solicitó al Puerto de Sevilla el alquiler provisional de algunas naves como almacén para la inminente campaña agrícola, por no haber tenido tiempo de construir sus propios almacenes. En 1935 aún continuaron utilizándolas de forma provisional.

Las naves vistas desde el río. Las naves vistas desde el río.

Las naves vistas desde el río. / Juan Carlos Muñoz

En los archivos de la Autoridad Portuaria consta que en julio de 1936 se alquiló la nave 5 al Banco Hispano Americano que, a su vez, subarrendó la parte de las naves a la Sociedad Pesquerías y Secaderos de Bacalao de España en San Sebastián, porque existían allí cámaras frigoríficas con pozos para su servicio. Posteriormente, se alquiló también la nave 4 como depósito para aceite.

Y estalló la Guerra Civil. El 16 de octubre de 1936, por un telefonema oficial del Estado Mayor de la 2ª División la Autoridad Militar, se solicitaron las naves 3 y 4 del almacén número 5. Un año después se reclamó la nave 2.

Terminado el conflicto, y ya bien entrado 1942, los responsables de la Junta de Obras del Puerto consideraron que había pasado un plazo prudencial y envían un escrito a las autoridades militares sugiriendo que los almacenes sean reintegrados en el Puerto de Sevilla, completamente libres, o bien que continuaran ocupados por los servicios militares de intendencia, mediante la formulación de un contrato de arrendamiento cuyo canon anual ascendía a la cantidad de 14.500 pesetas. El Teniente Coronel Jefe de la Región Aérea del Estrecho, Antonio Rueda, respondió de inmediato y 15 días después las naves se devolvieron. El 3 de noviembre de 1942 los almacenes revertieron a la Junta de Obras, hoy Autoridad Portuaria de Sevilla que, siete décadas después, idea un nuevo uso para las naves del 29.

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