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Sevilla es La Habana con los ojos de Atín

  • Inéditos. Dentro de la exposición ‘Artistas contra el hambre’, para el Banco de Alimentos, se expone la serie ‘Habaneros’, fotos de dos viajes de Atín Aya a La Habana en 2000 y 2001

María Llorente, junto a algunas de las fotos de la serie 'Habaneros' de Atín Aya.

María Llorente, junto a algunas de las fotos de la serie 'Habaneros' de Atín Aya. / José Ángel García

ESTAS fotos de Atín Aya (1955-2007) pertenecen a una etapa muy viajera del artista. Forman parte de la serie Habaneros, viajó con ellas en 2006, un año antes de su muerte, para exponerlas en Barcelona, en la Grey Gallery. En ese viaje la acompañó María Llorente, comisaria de la exposición Artistas contra el hambre, una iniciativa para el Banco de Alimentos a la que se añaden estas imágenes de La Habana tal como la vio, y vivió, Atín Aya en sendos viajes en 2000 y 2001.

Veinte fotografías a cual mejor de una colección de dos mil copias que están a depósito en el archivo que coordina su hija, María Aya. El mejor regalo que le dejó su padre fueron los álbumes de tres viajes que hicieron juntos a Egipto en 1998, a Praga en 1999 y a Nueva York en 2000, un año antes de que derribaran las Torres Gemelas junto a las que se fotografiaron padre e hija.

“Atín Aya ha logrado entrar en La Habana profunda”, escribe Carlos Barbáchano, buen conocedor de Cuba, “en esa ciudad que no aparece en los circuitos turísticos. Hay en su mirada una ternura que nos llena de empatía hacia un pueblo que sobrevive milagrosamente”. También podría decirse en esa convivencia de la precariedad con la alegría que se adivina en los gestos captados que es un pueblo que milagrea vitalmente. Un mundo al que Atín se aproxima sin ninguna grandilocuencia de reportero epatante, “un mundo que creíamos perdido que nos devuelve con la precisión del documentalista y la sabiduría del artista”.

En los dos viajes que hizo a La Habana, Atín se alojó en la casa de la familia de Heriberto Duverger, un arquitecto cubano al que conoció en Sevilla. Salen solas las páginas de Lezama Lima, de Alejo Carpentier, de Cabrera Infante, las canciones de Silvio y Milanés. Una ciudad de bicicletas y de habanos, esa marca de exportación en un topónimo comparable en su fuerza a las sevillanas. A ambas ciudades dedicó Atín las series Sevillanos y Habaneros. Ésta inédita hasta ahora en su ciudad natal.El fotógrafo es uno de los 54 artistas que participan en esta exposición solidaria en la Fundación Cajasol. El cartel es de su amigo Manuel Salinas, a quien la entidad bancaria compró un cuadro con el que se ha financiado la muestra. María Llorente, que también colabora como pintora con la obra Jardín Oculto, comparte la coordinación técnica con Tomás Sánchez. Las dos anteriores ediciones fue comisario Juan Lacomba. La exposición se puede visitar hasta el 5 de mayo. Las obras están a la venta –con la excepción de la serie Habaneros– y las que no se vendan pasarán a formar parte de un sorteo al que se puede concurrir con participaciones de diez euros. Una cantidad con la que el afortunado puede conseguir un Broca, un Lacomba o un Pérez Aguilera.

Junto a un Tintín de Ricardo Cadenas hay otra fotografía de Atín Aya, en la colectiva, una estampa infantil en Alajar. También expone la amiga del fotógrafo Gloria Rodríguez. El patio de la Fundación Cajasol ha acogido diferentes actividades para promover esta iniciativa. Una obra de teatro de la compañía TAPAS (Teatro Alternativo de Patios, Azoteas y Salitas) y un concierto de piano de José María Villegas. Uno de los dos pianos del patio de la plaza de San Francisco. El otro lo pinta Teresa Lafita en la obra Mi música es sólo para ti.

Niños jugando al voleibol. El intimismo del paladar. El sincretismo cotidiano. La Habana es Sevilla con los ojos de Atín Aya. Al cineasta Alberto Rodríguez se le encendió la chispa de la película La Isla Mínima cuando vio la Andalucía insólita, hiperrealista de Atín en la serie fotográfica de Las Marismas del Guadalquivir. Aquí hay otra película en ciernes del Atín más viajero, que el mismo año 2000 se subió a las Torres Gemelas y se bajó al malecón.

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