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Sevilla

Tradición y cambios en Triana

  • Los talleres de cerámica, verdaderos emblemas del barrio, intentan adaptarse a los nuevos tiempos

Ocho siglos de tradición dan para mucho, aunque puedan desaparecer si esa tradición no se mantiene. La cerámica la hacían ya en Triana los almohades. Floreció en el siglo XVI con la llegada del pisano Francisco Niculoso, quien introdujo la técnica del azulejo pintado, y se ha mantenido hasta el siglo XXI con multitud de talleres, tiendas y artesanos que se concentran, fundamentalmente, en torno a las calles Alfarería y Antillano Campos.

Sin embargo, los últimos tiempos han visto la desaparición de fábricas y talleres históricos como la de Mensaque o Santa Ana -que mantiene abierta la tienda y tiene previsto convertirse en un museo- y algunos de los que quedan, como Roberto Muñoz, de Cerámica Montalván, advierten contra peligros como el de la industrialización o la proliferacion de artesanos sin preparación suficiente.

Nacida en 1850, Montalván es una superviviente de la época dorada de la cerámica tradicional, aunque Roberto Muñoz, que empezó a trabajar en el taller cuando tenía 15 años, admite que se han tenido que adaptar "a los nuevos tiempos. Si el cliente me lo pide, con tiempo y dinero repito el Vaticano", bromea.

De hecho, tiene clientes en todo el mundo, "Hong Kong, Australia... hoy estaba haciendo un presupuesto para Guatemala". No es labor de un día. Uno de sus antecesores fue a una feria comercial de Estados Unidos allá por los 1870, "la primera con luz eléctrica". Desde entonces, muchas cosas han cambiado. "Tenemos un horno eléctrico, aunque nos obligan a mantener los de leña como patrimonio cultural. Pero nuestras piezas siguen siendo absolutamente artesanales. Industrializar tiene el peligro de que cuando compras una máquina, siempre hay otro que tiene otra mejor. Y las grandes firmas industriales intentan imitar lo artesanal fabricando seis o siete pastillas distintas y luego barajándolas".

Además de la industrialización, Roberto se queja del número de artesanos "salidos de un curso cualquiera" que "aparecen y desaparecen y hacen mucho daño porque tiran los precios y la calidad por el suelo".

Francisco Vicaría, sin embargo, tiene una opinión distinta. "Mientras más talleres y artesanos haya, mejor, porque hay déficit de producción", asegura. Él es el presidente de la Asociación de Nuevos Ceramistas, que cuenta con más de 60 socios. "Nuevos porque éramos jóvenes cuando empezamos, pero de eso hace ya más de 20 años", bromea.

Para Antonio, el gran cambio en el sector es que antes "se necesitaban fábricas con grandes hornos y muchos operadores. Ahora, con los nuevos hornos eléctricos, cualquiera monta un taller en su garaje". Pese a ello, dice, "hay pocos y cada vez hay menos".

En su caso, es el administrador de Saitma, una empresa que se destaca por su labor de integración con los discapacitados y cuya producción está orientada a piezas artesanales destinadas a los turistas, "fundamentalmente figuras de flamencas, que van desde los 12 a los 400 euros, y que tienen en cuenta hasta los cambios de la moda".

Para Antonio, la iniciativa del Ayuntamiento de Sevilla de crear una ruta turística de la cerámica en Triana es positiva. "Hay que insistir más. Existe una idea muy vaga de lo que es la cerámica en Triana, pero todo el mundo sabe que son las bodegas de Jerez".

Antonio Campos, sin embargo, no ve que la idea del Ayuntamiento esté teniendo mucho resultado. "Yo no veo que entre mucha gente a comprar en las tiendas, aunque yo vendo sobre todo a los talleres". Y es que Antonio es, asegura, "el único alfarero que queda en Triana", a pesar del nombre de la calle en la que tiene su taller, Alfarería. Con el torno, el barro y las manos fabrica jarrones, macetas o remates como los que hay en el Alcázar o el Hotel Alfonso XIII. Opina que se está perdiendo la calidad y la tradición de la cerámica en Triana, "pero no es culpa de quien la hace, sino del que la compra, porque eso es lo que quiere". Él, por su parte, aspira a recuperar junto a su hija, Ana, también pintora, la tradición de la montería de Triana.

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