Sevilla

Pablo Gutiérrez-Alviz ingresa en la Academia de Buenas Letras

  • El notario y articulista de 'Diario de Sevilla' ha leído este domingo su discurso 'Un baúl sin fondo', acerca del lenguaje jurídico como fuente literaria

Pablo Gutiérrez-Alviz, este domingo, en la Academia de Buenas Letras

Pablo Gutiérrez-Alviz, este domingo, en la Academia de Buenas Letras / Manuel Gómez

El notario Pablo Gutiérrez-Alviz y Conradi ha ingresado este domingo en la Real Academia Sevillana de Buenas Letras. Lo ha hecho con la lectura de un discurso titulado Un baúl sin fondo, en el que ha disertado sobre el lenguaje jurídico como fuente literaria. Gutiérrez-Alviz, articulista de Diario de Sevilla desde el año 1999, es ya académico numerario de esta institución en la que ocupa la vacante de Eduardo Ybarra Hidalgo.

Ante un auditorio que ha llenado la Casa de los Pinelo desde minutos antes del comienzo del acto, el jurista ha arrancado su intervención con un emocionado recuerdo a su padre, Faustino Gutiérrez-Alviz y Armario, que fue miembro de la Academia de las Buenas Letras durante más de medio siglo, desde 1952 hasta su muerte en 2006. "Es decir, como nací en 1959, fui engendrado por él siendo académico, y les confieso que llevo esta Academia en la sangre, o en el ADN, como se dice ahora", ha manifestado el notario en los primeros momentos de su discurso.

Pablo Gutiérrez-Alviz ha recordado su época de "niño con pantalones cortos", cuando la Academia estaba en el Museo de Bellas Artes e iba a ella con su padre. "Luego estrené mi primer pantalón largo gris oscuro en esta Casa de los Pinelo", cuando su padre fue director de la institución. "Después pude ponerme una chaqueta azul y hasta el primer traje (seguramente heredado, ya que soy el benjamín de una familia numerosa de solo varones) en distintos actos solemnes en este caserón de la calle Abades. El año pasado presenté aquí mi último libro con un traje propio, y hoy vengo de esta guisa, con el reglamentario frac".

Momento del discurso de Pablo Gutiérrez-Alviz. Momento del discurso de Pablo Gutiérrez-Alviz.

Momento del discurso de Pablo Gutiérrez-Alviz. / Manuel Gómez

La referencia a la vestimenta no es baladí. Ha sido el eje vertebrador de su discurso. El baúl al que hace referencia el título le ha ido permitiendo sacar distintas ropas o uniformes, formales o informales, en el que se ha transformado en distintos personajes a lo largo de la historia. A través de ellos ha hecho un repaso de los distintos supuestos en los que el Derecho sucesorio puede convertirse en material para un cuento o novela.

Con casi 35 años de experiencia profesional como notario, Gutiérrez-Alviz cree que las herencias son la parte de su trabajo a la que más jugo literario se le puede sacar. Buena parte del lenguaje jurídico sucesorio está en el Código Civil. Con este material ha construido un discurso en el que ha citado a Quevedo, Vargas Llosa, John Mortimer y, por supuesto, a Miguel de Cervantes, cuyo retrato preside el salón en el que se ha celebrado el acto.

También ha citado a Camilo José Cela, aunque lo ha hecho por cuestión de su herencia y no literaria. Gutiérrez-Alviz ha utilizado el caso del escritor gallego como ejemplo de uno de los supuestos más comunes en las herencias: el anciano rico con novia joven. No ha sido el único Nobel español del que ha hablado, pues también ha explicado cómo fue la herencia de Vicente Aleixandre. 

Gutiérrez-Alviz ha recurrido al humor en varias ocasiones a lo largo de su conferencia. Al humor más negro, teniendo en cuenta el tema elegido, para el que siempre ha de existir un muerto, al que puede llamarse como "difunto, finado, fallecido, interfecto...".

Su broma sobre la banalización de los mensajes de pésame a través de las redes sociales ha provocado la carcajada del público. "Las muestras de condolencia han dejado de ser elegantes y sentidas cartas manuscritas o acelerados telegramas para convertirse en correos electrónicos que podrían dirigirse a una dirección tan evidente como pesametanatorio@telefonica.net. Me van a permitir que sugiera algunas más castizas, como losientomucho@yahoo.es, o nosomosnadie@hotmail.com e incluso conlobuenoqueera@muertos.org".

También ha explicado algunos de los supuestos más interesantes que bien podrían utilizarse para una obra de ficción. Uno de los que ha referido es el caso de una mujer viuda con hijos que convive desde hace unos años con una nueva pareja. Enferma y llama a un notario para legar al novio el usufructo de su casa dentro del tercio de libre disposición de la herencia. El fedatario se marcha y le dice que vendrá al día siguiente con el testamento listo para que lo firme. A la mañana siguiente, el novio le llama para pedirle que no venga pues la mujer ha muerto al amanecer.

Pablo Gutiérrez-Alviz lee su discurso ante un salón repleto. Pablo Gutiérrez-Alviz lee su discurso ante un salón repleto.

Pablo Gutiérrez-Alviz lee su discurso ante un salón repleto. / Manuel Gómez

"Sería un caso de pretestamento o testamento in fieri, en formación: manifestado, pero que no ha llegado a ser testamento, y que no existe, no tiene validez. Me temo que al novio de la difunta lo echarían del domicilio familiar a los pocos días".

Otros supuestos interesantes son los de los herederos póstumos, o superpóstumos, teniendo en cuenta que pueden concebirse por inseminación con el semen del muerto. O los de los militares en campaña, que pueden hacer testamento siempre que haya un oficial de rango igual o superior a capitán, y dos testigos. Supuestos todos que han dado o darían lugar a grandes obras literarias de ficción.

En varias ocasiones, Gutiérrez-Alviz ha agradecido a las tres personas que más han influido para que hoy sea académico de las Buenas Letras de Sevilla. Son Antonio Burgos, al que ha considerado su maestro como articulista, Enriqueta Vila y Rogelio Reyes Cano.

El discurso ha sido contestado precisamente por Reyes Cano, que ha destacado de Pablo Gutiérrez-Alviz su condición de articulista en Diario de Sevilla y el resto de periódicos del Grupo Joly. "Artículos breves, llenos de ingenio y de sabor, ágiles y desenfadados en su construcción formal pero cargados de intención y de denuncia crítica. En ellos, Pablo Gutiérrez-Alviz, dueño de una pluma de buen articulista de costumbres, se nos revela como un notario de la vida cotidiana".

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