calle rioja

Un antídoto para la depresión

  • Proeza. El catedrático emérito Manuel Zamora Carranza dedicó al vapor 'Real Fernando', en puertas de su bicentenario, la conferencia de apertura del curso académico de Químicas.

FUE mucho más que un barco. No sólo fue el primer barco de vapor que navegó en España. La botadura tuvo lugar en el puerto de Sevilla el 30 de mayo de 1817. En puertas de este bicentenario del vapor Real Fernando para gloria de un rey que había regresado a España tres años antes, aquel bautismo náutico fue "una llamada de esperanza a una ciudad aislada y deprimida, un acicate para superar el declive de la ciudad que había sido la más próspera de Europa".

Manuel Zamora Carranza (Sevilla, 1937) conoce bien la historia de este barco. Prepara un libro que saldrá con motivo del bicentenario y es uno de sus temas favoritos en las tertulias que los catedráticos eméritos celebran todos los jueves. A ese barco le dedicó la conferencia de apertura del curso académico de la Facultad de Químicas.

Hay un químico en la génesis de este proyecto, Gregorio González de Azaola; el gran artífice junto al marino militar francés Alexandro Briarly. Los dos van a poner los cimientos de la Real Compañía de Navegación del Guadalquivir justo un año después del regreso del monarca. El mejor antídoto contra una ciudad que sufrió la pérdida del monopolio con América tras el traslado de la Casa de la Contratación a Cádiz, las terribles riadas de 1784 y 1796, la fiebre amarilla que llegó en un barco procedente de Cuba y diezmó la población de la ciudad y como colofón de todas esas desgracias, la ocupación francesa.

Este químico casi octogenario es catedrático emérito en la misma cosecha que el americanista Luis Navarro García y el traductor del Ulises Francisco García Tortosa. Su exposición tuvo un aire científico y humanista al mismo tiempo. "En una ciudad tan poética y artística como Sevilla", dijo donde flotan los cuartos centenarios de la muerte de Cervantes y del nacimiento de Murillo, "con tan pocos acontecimientos científicos, es doblemente importante este centenario".

El vapor Real Fernando, que muy pronto el pueblo rebautizó Betis, es el resultado de un barco de madera construido en los astilleros de Triana y una máquina de vapor que vino desde Birmingham. La síntesis de esa ingeniería mestiza fue un barco de más de veinte metros de eslora y una chimenea de seis metros y medio de altura. Zamora Carranza partió de los precedentes de Robert Fulton y Henry Bell. El primero creó la primera línea regular en el río Hudson, entre Nueva York y Albany, navegó por aguas del Sena y mostró a Napoleón un diseño de submarino. El segundo creó una línea naviera en aguas escocesas.

El vapor sevillano recibió su nombre por Fernando VII. El presidente de la nueva compañía de navegación fue Carlos María Isidro, hermano del monarca, el mismo que le disputó a Isabel II el trono en el arranque de la primera guerra carlista. Como comisario real, Francisco de Saavedra, "uno de esos sevillanos a los que la ciudad puso tanto interés en olvidarlo que lo ha conseguido". Pese a ser comisario regio del Caribe, estar en la Junta Suprema frente al invasor francés y formar parte del Consejo de Regencia.

La prioridad de Fernando VII en un país dividido entre facciones y con las colonias soliviantadas fueron los transportes. Europa vivía la fiebre de los canales y España no iba a ser menos: el químico recordó el fallido proyecto de un canal que uniera el Henares con el Guadalquivir.

La Real Compañía del Guadalquivir emprendió mejoras puntuales como el canal de Bonanza y se benefició de algunas prebendas. La cesión de la Isla Menor del Guadalquivir, propiedad del Concejo de Sevilla por un privilegio de Alfonso X el Sabio, irritó a la ciudadanía; la importación de 800 toneladas de panas y acolchados rebelaron a los industriales del textil catalán, que no descansaron hasta que el trienio liberal suprimió esa prebenda. Después vinieron otros barcos de vapor: Reina Isabel (El Sevillano), Infante don Carlos (Neptuno)... El día de la botadura llovió.

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