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José Chamizo de la Rubia

Como un armao de la Macarena

  • Defensor del Pueblo entre 1996 y 2013, ahora es un vecino del Arenal que repasa una azarosa vida en la que el Palacio de San Telmo marcó su destino.

ABONA la consumición en El Cairo y sale como un faraón, aunque en el Arenal el único Faraón sea de Camas. José Chamizo (Los Barrios, 1949), Defensor del Pueblo entre 1996 y 2013, improvisa una terna para la Maestranza: Salvador Távora, Miguel Poveda, Daniel Baremboin. Cabezas de cartel de los únicos espectáculos que vio en el coso del Baratillo. "En este barrio no puedo hablar mal de los toros. Mi padre era veterinario y de chico me llevaba a las plazas cuando iba a inspeccionar el ganado".

Su primera visión de Sevilla es en una visita con los Salesianos de Ronda. Después, toda su vida pastoral y pública vendría marcada por el Palacio de San Telmo. Su destino cuando en 1970 se crea el Centro de Estudios Teológicos. El primer año lo pasó en la actual sede de la Junta. "Hablamos con el obispo para que nos sacara de allí. Veinte seminaristas nos fuimos a cuatro pisos detrás del hospital Macarena, donde había muchos iberoamericanos que estudiaban Medicina". Una tal Araceli cocinaba en su piso, aunque siempre terminaban comiendo en el bar 1-X-2. "Nos quisieron llevar a unos pisos en la calle Zaragoza, pero para nosotros era una zona muy lujosa".

San Telmo fue una trinchera política. "Yo era el bibliotecario y teníamos todos los libros prohibidos, desde los de Wilhelm Reich sobre sexualidad hasta los Cuadernos de Marta Harnecker. Estábamos a cubierto, porque llevaban la voz cantante Juan Garrido Mesa y Benigno García Vázquez. Hicimos la primera huelga de seminaristas que hubo en España. Todos sentados en el suelo con demandas académicas y sociales y protestando contra el frío". Estaban politizados. "Nos venía de la fe, del Evangelio. A su lado, el Manifiesto Comunista es una hojita parroquial".

Gobernaba en la diócesis José María Bueno Monreal. "Un día fuimos a verlo para que se interesara por los del proceso 1001. '¿Quiénes son ustedes?', nos preguntó. Le dijimos que un grupo de cristianos. 'Yo también soy cristiano, estoy muy cansado y me voy a dormir', nos respondió. Nos recibió al día siguiente. Era una cabeza privilegiada".

Su obispo era el de Cádiz y les dijo a los seminaristas de los pisos populares que no pensaba ordenar a ninguno. "Uno se fue a trabajar, otro se marchó a América. Un profesor de San Telmo me animó a irme a Roma a estudiar Historia de la Iglesia". De la Macarena a Roma, como un armao.

Junto a su terna de artistas de la Maestranza, tiene otra para el Coliseo. El tiempo que estuvo allí se fue con la prensa a los funerales de Rosellini, Visconti y Pasolini. Vio a Ingrid Bergman en el primero, a Helmut Berger y Laura Antonelli en el segundo, al pueblo de Roma en el del cineasta que llevó a la pantalla El Evangelio según San Mateo. "En el de Visconti lo único que rompía la estética era el alba corta, ridícula, del cura". Chamizo hizo un simulacro de Muerte en Venecia. "Tenía que coger un avión para ir al debate del Estatuto Andaluz en el Parlamento. Las góndolas no podían salir porque Venecia estaba inundada, para variar. Me llevó en un fuera borda un loco cocainómano que iba cantando O Sole Mio. Pensé en lo peor".

Hace un viaje proustiano por la calle Pastor y Landero, plaza de abastos, "en el puesto de Juani compro comida hecha"; el Paseo de Colón con Flamingo, sitio de cocina italiana del que es asiduo; calle Almansa "le echamos de menos", le dicen unos transeúntes; y la Magdalena, donde entran los invitados a una boda. "Hace tiempo que no caso. Siempre he mantenido que es mejor un buen funeral que una boda". De Roma a Algeciras, "donde era menos que el sacristán con todas mis licenciaturas". Rafael, un toxicómano, le cambió la vida.

Le gusta Bolonia "en mayo y junio", lee al cubano Padura, vive entre el Arenal y Salteras y creó la asociación Voluntarios por otro Mundo. No se ve pregonero, pero si alguna vez lo fuera en Sevilla se centraría "en los cristos, los grandes olvidados". Se ha hecho urbanita, pero ayer habló del Plan de Empleo Rural en el Palacio Arzobispal como ponente en el congreso de Justicia y Paz que creó su maestro Joaquín Ruiz-Giménez, primer Defensor del Pueblo. El campo en la ciudad. La estela del cura rural de Bernanos.

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