Calle Rioja

En la biblioteca de los Libros Perdidos

  • Celebración. La Casa de la Ciencia abrió las puertas de sus tres exposiciones para todos los escolares que en el Día del Libro llevaron un ejemplar y leyeron un fragmento.

ADIÓS a la disyuntiva Ciencias o Letras. Sólo por eso, es digna de encomio la iniciativa de la Casa de la Ciencia, que ayer, en el Día del Libro, permitía la entrada gratis a sus tres exposiciones a todos los que llevaran un libro y en la entrada leyeran un párrafo. A cambio, las fantasías de los invertebrados y de los cetáceos, o sea, Kafka y Herman Melville en el mismo lote.

El pabellón de Perú de la Exposición del 29 se llenó de jovencísimos lectores. "Sólo uno de ellos vino con un libro de ciencia, El origen de las especies, de Charles Darwin", dice Érika López. La tutora Lola Hidalgo y la profesora Alba Jiménez acompañaban a los alumnos de cuarto de Primaria del colegio Aljarafe. Cada uno con su libro. David Missé, nueve años, dice que se ha leído todos los libros de Tolkien. Ha traído a la Casa de la Ciencia Sherlock, Lupin y yo. En el grupo el que se lleva la palma es el Diario de Greg, de Jeff Kinney. Era el libro que llevaban Manuel, que lucía una camiseta del Madrid el día que jugaba el Barcelona en Munich, la patria de los hermanos Grimm, Thomas, un sevillano nacido en Cork, Irlanda, pequeño país con cuatro premios Nobel de Literatura, y Nicolai, ruso.

Elena Marcos leyó un párrafo de La esmeralda del príncipe indio y Lucía Fernández la historia de un elefante. Del resto de grupos, hubo un libro electrónico, un libro de cocina zen, mucha poesía -Alberti, Machado, Miguel Hernández- y el portavoz de un grupo de niños discapacitados leyó en nombre de todos un fragmento del libro Los derechos de los discapacitados.

No faltaron los best-seller: El médico, de Noah Gordon; El código da Vinci, de Dan Brown; o La sombra del viento. A la Biblioteca de los Libros Perdidos de la novela de Ruiz Zafón le hacen un involuntario homenaje en la Biblioteca Infanta Elena, hija, hermana y cuñada de los miembros de la Familia Real que agasajaron a José Manuel Caballero Bonald antes del premio Cervantes. En este edificio de Cruz y Ortiz, pariente del estadio de la Cartuja y la estación de Santa Justa, hay un cartel de Se Buscan. Reclamo del Viejo Oeste para recuperar 4.000 libros "perdidos o no devueltos". "Recompensa: 700.000 sevillanos agradecidos". En la lista de libros no devueltos en esta curiosa ludopatía aparecen Dublineses, de Joyce, Crimen y Castigo, de Dostoievski, las aventuras de Gerónimo Stilton o Crepúsculo.

Igual para combatir esas sustracciones, en uno de los paneles figura el libro titulado Si quieres... lee, obra de Juan Domingo Argüelles "contra la obligación de leer y otras utopías lectoras". Jaime Puig, sevillano de la Puerta de la Carne, leía un libro de Alberto Vázquez Figueroa. Ayer terminó la exposición de la obra de Caballero Bonald en braille y libros accesibles para ciegos, más ojo de gato que nunca; y hoy empieza un taller de lectura de cuento moderno con obras de Edgar Allan Poe. Próximas citas: Chejov, Kafka, Hemingway.

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