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Sevilla

Las cabinas ya no caben en las ciudades

Una de las cabinas supervivientes en la Plaza del Cristo de Burgos. Una de las cabinas supervivientes en la Plaza del Cristo de Burgos.

Una de las cabinas supervivientes en la Plaza del Cristo de Burgos. / José Ángel García

Hace unas semanas el Ayuntamiento de Sevilla anunció que estaba procediendo a retirar las cabinas de Telefónica que aún se mantenían en las calles de la ciudad. Una decisión que confirma la victoria del teléfono móvil sobre el fijo en la vía pública o, incluso, en los domicilios, donde ya muchos no cuentan una línea. Hace poco más de dos décadas las cabinas eran imprescindibles y ahora son vistas como obstáculos para los peatones y en focos de infección, por su desuso y abandono. En total, quedaban 109 habitáculos públicos, que serán retirados de acuerdo a la Ley General de Telecomunicaciones. En 2015 eran 450 y en 2011 casi un millar. Hace dos veranos, en agosto de 2019, España tenía 16.000 cabinas desde las que se realizaban menos de una llamada al día de media y el 88% de los ciudadanos jamás había utilizado una.

La primera cabina telefónica de Sevilla se colocó en la Plaza de San Fernando, actual Plaza Nueva, el 13 de enero de 1972. La ubicación respondía a la alta afluencia de público en esa zona y a su proximidad con el locutorio público con el que contaba Telefónica. El primero objetivo de estas cabinas fue facilitar el servicio durante las noches en que se estaban cerrados dichos locutorios. En aquellos años, para hacer una llamada había que hacerlo por medio de una operadora y utilizando monedas de 5 o 25 pesetas, dependiendo de la duración de la llamada y el lugar con el que se comunicaba.

Un joven pasa junto a una cabina en la Plaza del Museo. Un joven pasa junto a una cabina en la Plaza del Museo.

Un joven pasa junto a una cabina en la Plaza del Museo. / José Ángel García

Ahora es momento para la nostalgia. Para recordar todas las vivencias que han ocurrido en torno a ellas en la capital andaluza durante medio siglo. Algunos piden dejar varias a modo de testimonio del pasado de las comunicaciones, como así se ha hecho con el tranvía del Mercado de San Gonzalo o las antiguas cajas registradoras que adornan decenas de bares de Sevilla. Un testigo de la historia reciente que se pierde igual que las monedas que las hacían funcionar, también válidas para los cada vez menos salones recreativos. Las propuestas por convertirlas en puntos wifi, de información o de carga de dispositivos móviles parece no haber cuajado en el seno del Consistorio, que ha optado por hacer más diáfanas las aceras en que estaban y están ubicadas. Aún quedan algunas repartidas por la ciudad. No todas con el mismo aspecto, ya que sirven de tablón de anuncios, de lienzo para las pintadas o, en contados casos, parece que aún funcionan y sirven para lo que fueron colocadas.

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