Calle Rioja

La ciudad que superó dos desgracias

  • Tres actos. La exposición sobre la Operación Clavel, con testimonios impactantes, recuerda la riada del Tamarguillo, la ola de solidaridad y el siniestro de la avioneta.

ES de visita obligada. La Alameda ha vuelto a inundarse, pero de vivencias, de estampas de superación que forman parte de la exposición Operación Clavel. El arroyo Tamarguillo es ahora una calle y el lugar donde se estrelló la avioneta Stinson 108-3 Voyager es un polideportivo, recuerda el comisario de la muestra, José Lucas Chaves. Pero esa metamorfosis no se ha traducido en olvido. Da igual que ya no exista el bar Las Maravillas en Amor de Dios, o el bar Flor en la Campana con un anuncio de Calisay. Está la ciudad que vio esos escenarios anegados de agua. Sus testimonios le han dado forma a la exposición.

A la Operación Clavel le puso nombre el locutor Roberto Bobby Deglané, chileno de cuna (Iquique, 1905), hijo de una trianera y de un marinero francés. A su nieto Roberto, hijo del periodista Pedro Deglané, fallecido en 1986 en accidente de tráfico, le emocionó escuchar ayer de Alfonso Jaramillo que el decano de los aficionados del Betis le dejó a su abuelo y a su padre la túnica con la que hicieron la estación de penitencia con la Esperanza de Triana.

La Operación Clavel fue una fiesta que acabó en tragedia. "De un plumazo hizo adultos a los niños, congeló el corazón de los testigos y sesgó la vida de una veintena de inocentes", escribe el comisario. Lucía Fernández tenía entonces 17 años y estudiaba Piano en el Conservatorio. Con su compañera de estudios Maribel Ramos embarcaron a un grupo de alumnas. En las cocheras de Laverán, en la calle Goles, alquilaron cuatro coches de caballos. Llegaron a la autopista de San Pablo ellas en traje de gitana, ellos, menos en número, de corto. "El del sombrero de ala ancha soy yo", se reconoce Jesús Fernández Alcántara, primo de Lucía.

Victoria Madrera, testigo del accidente, que presenció en compañía de su novio, ambos trabajando en una fábrica de chocolate, fue a Santa Clara, lugar de la muestra, acompañada de sus hijos Francisco Javier y José Antonio, los dos muy aficionados a los aviones. Victoria saludó a una señora muy especial, la madre del "niño del abrigo azul" cuyo testimonio en el documental que se proyecto estremeció al auditorio. El mismo niño cuyo cuerpecito depositó en tareas de ayuda José María de Mena "en el alféizar de una ventana" para retirarlo de la morgue impersonal.

El alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido, inauguró la exposición y se congratuló de la capacidad de superación de aquellos sevillanos que aprovecharon una doble desgracia, la riada y el siniestro de la avioneta, para "progresar como ciudad y como sociedad". "Si superamos todas aquellas circunstancias, estoy convencido de que para Sevilla no hay nada imposible", dijo Zoido, que entonces era un niño de cuatro años y que medio siglo después reivindica la fortaleza simbólica del clavel.

"Me cayó la avioneta encima". Fernando López Puerto tenía 14 años y fue con sus padres y hermano a la recepción. "Íbamos toda la familia de romería". Todos menos su hermano mayor, que estudiaba en el Seminario para cura. "El recuerdo más visible es el de un cuerpo decapitado que dio dos o tres pasos mientras le salía la sangre a borbotones. Desde entonces cuando me hablan de sangre me pongo nervioso".

Este Ayuntamiento de 2011 le tiende un puente al de 1979. En aquella corporación era munícipe del grupo comunista Víctor Pérez Escolano, que aporta al catálogo los recuerdos de un joven que quería ser arquitecto. "Escuchando la radio, oí lo de la avioneta". Era una España radiofónica. El futuro arquitecto estudiaba Preu en el Portaceli. Salió de su casa de Eduardo Dato y vio una imagen que se convirtió en acervo común, el isocarro "con heridos ensangrentados y algún cadáver".

Medio siglo después, Sevilla le dedica dos meses (la exposición está hasta el 19 de febrero de 2012) a honrar el trabajo de quienes se remangaron y el sacrificio de los que pagaron con su vida las muestras de gratitud hacia quienes se volcaron con su infortunio.

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