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El rastro de la fama. María del Pópulo Pablo-Romero. Profesora de análisis económico y economía política

"Las ciudades se desarrollan con el trabajo diario, no con una Expo"

  • Fue pionera en el estudio del impacto de la Expo en Andalucía y actualmente investiga sobre cuestiones fundamentales para nuestro tiempo, como el turismo o la economía de la energía

-Pablo-Romero, un nombre legendario en la historia de la tauromaquia.

-La ganadería era de mi abuelo, después pasó a mis tíos, pero finalmente se vendió y, actualmente, se llama Partido de Resina. Ya no se lidia con el hierro de Pablo-Romero.

-No se viven buenos tiempos para la Fiesta y escasean los nuevos aficionados. ¿Quizás son muy caros?

-Bueno... es que la Fiesta es algo muy costoso. En lo que a los ganaderos se refiere hay que mantener a animales muy grandes, que necesitan mucho espacio y que deben cumplir muchos años antes de ser lidiados. Después está el caché de los toreros y sus cuadrillas, los desplazamientos, el mantenimiento de las plazas... Todo es muy costoso y es normal que esto se traduzca en las entradas.

-Lo cierto es que el toro mueve dinero y genera empleo.

-Sí, y además tiene un valor medioambiental, porque gracias a los toros se reservan y protegen áreas muy extensas de campo que, de otra manera, se dedicarían directamente al cultivo.

-Usted hizo su tesis doctoral sobre el impacto económico en Andalucía de la Expo 92, un estudio pionero en su momento.

-Me pareció un tema interesante, porque cuando yo acabé la carrera, en 1990, Sevilla estaba inmersa en plena transformación para celebrar la Expo. Pero mi director de tesis, don Camilo Lebón, no era muy partidario, porque, en ese momento, había poca documentación, pocas cifras. Después de un par de años decidimos hacerla. Contábamos con la ventaja de que don Camilo había hecho la suya sobre las cuentas de la Exposición del 29.

-Indudablemente, la Expo produjo un impacto muy fuerte en nuestra región.

-La Expo tuvo tres círculos de impacto: el primero es la Cartuja, en la que la transformación fue completa, porque se partió desde cero. Después está Sevilla, que antes de la celebración estaba muy anticuada y tenía muchas disfuncionalidades. Se aprovechó la ocasión para hacer una importante transformación de la ciudad: anillo de circunvalación, rondas internas, eliminación del tapón de Chapina, la apertura de la calle Torneo, nuevos puentes sobre el Guadalquivir, el final del dogal ferroviario, Santa Justa, el soterramiento de las vías... Finalmente, hay que hablar del impacto en Andalucía, donde se hicieron una serie de obras vinculadas fuera de la ciudad: la autovía del 92, el AVE... Y algo muy importante: se crearon una serie de nodos de telecomunicaciones que serán muy importantes cuando aparezca internet.

-Fue un gran esfuerzo inversor por parte de las administraciones.

-Sí, pero tampoco nos podemos engañar. Fue muy importante el papel de los fondos Feder. Muchos de los fondos vinieron de ahí. La Expo sirvió para orientar esta avalancha de dinero.

-¿Y cuál fue la factura total de la Expo en esos tres anillos de los que habla?

-Un billón de pesetas. En el recinto se gastaron 104.739 millones de pesetas. En Sevilla, 139.874 millones; y en el tercer círculo 734.906 millones.

-Me imagino que supondría un crecimiento importante del PIB andaluz.

-Claro, contribuyó a un crecimiento importante, pero no toda el alza es atribuible a la Expo, porque el resto de España también aumentó su PIB. Se hizo un estudio comparativo en el que se planteaba la siguiente cuestión: ¿Qué habría ocurrido si no hubiese existido la Expo? El resultado fue que, entre el 87 y el 91, la Expo aportó al PIB 239,06 miles de millones de pesetas, una cifra más que destacable.

-Sin embargo, hay personas que dicen que fue una oportunidad desaprovechada. ¿Está usted de acuerdo?

-No, no creo que se desaprovechara. Lo que ocurre es que una Exposición nunca resuelve todos los problemas de una ciudad. Sirve para hacer una limpieza general de la casa y generar visibilidad. Evidentemente, la Expo no podía solucionar los problemas económicos de Sevilla. Las ciudades se desarrollan con el trabajo diario, continuado, no con una Expo.

-Después de la Expo vino una crisis. Los que terminamos la carrera por aquellos años recordamos que encontrar trabajo era prácticamente imposible. Más o menos como ahora, pero con muchas menos becas, ayudas de prácticas, etcétera. Es curioso, porque el final de la Exposición del 29 también coincidió con el inicio de una importante depresión económica.

-La Expo produjo que, al finalizar, la sensación de crisis en Sevilla fuese mayor que en el resto de España. Pasamos de una euforia general en la ciudad a darnos cuenta de que ya se habían acabado las inversiones masivas, la época en la que se encontraba trabajo muy fácilmente.

-Hablemos de la actualidad. ¿Por qué Sevilla y Andalucía se están recuperando más lentamente que el resto de España de la crisis económica?

-En Economía hay una especie de ley: en las zonas turísticas el empleo pierde calidad. ¿Por qué? Porque los jóvenes acceden rápidamente a un puesto de trabajo que exige muy poca cualificación, como, por ejemplo, de camarero en un bar. Eso hace que los habitantes de las ciudades turísticas vayan perdiendo capacidad. Algo parecido le está ocurriendo a Sevilla. Yo no digo que el turismo sea malo, pero Sevilla tiene que hacer cosas alternativas. En la ciudad hay que apoyar una economía basada en la pequeña industria que está alrededor de la propia naturaleza de la ciudad.

-¿Y cuál es esa naturaleza?

-La agricultura. Sevilla está situada en el valle del Guadalquivir y todas sus tierras son agrícolas. La agricultura es una actividad económica que ha ido perdiendo peso, porque los precios del sector llevan estancados desde hace mucho tiempo y, por tanto, las rentas agrícolas son cada vez más pequeñas. Aparte, van naciendo grandes industrias a las que les cuesta mucho trabajo salir adelante, porque son como islotes que no están conectados con su entorno. Esas industrias pequeñas vinculadas a la transformación agrícola y ganadera podrían servir para agilizar un crecimiento tanto en el campo como en la gran industria.

-Es decir, propone seguir la vieja tradición agrícola de Sevilla.

-Las industrias se deben crear con lo que se tiene, y en Sevilla es la agricultura. Eso antes tenía un nombre: "modelos de desarrollo endógeno", que no es otra cosa que modernizar e industrializar la economía tradicional de una determinada zona. Hay que acabar con el desempleo. Tenemos mucha gente que se dedica a estudiar y después se van a otras zonas a trabajar. Esa inversión en formación se la estamos regalando a otros.

-Bueno, pero la Universidad de Sevilla, por poner un ejemplo, también genera muchos beneficios para la ciudad.

-Precisamente acaba de salir un estudio en el que he participado y en el que valoramos lo que la Universidad de Sevilla mueve económicamente a corto plazo, sin entrar en cuestiones a largo plazo como el valor de las investigaciones, etcétera. Todos los estudiantes que vienen de fuera son personas que tienen que alquilar pisos, comer, moverse, etcétera. También genera empleos como profesores, personal administrativo... En total, la conclusión es que la Universidad genera un impacto en la ciudad de 1.700 millones de euros al año.

-Hablemos un poco más del turismo. ¿Es posible sacudir nuestra dependencia de este sector?

-A corto plazo no se pude pretender prescindir del turismo, porque nos moriríamos de hambre. De lo que se trata es de hacer más cosas, de poner en valor y visibilizar las buenas iniciativas que algunos empresarios sevillanos han tenido, para así crear un efecto imitación. No es fácil, porque nuestra mentalidad es estudiar y colocarnos, aunque sólo ganemos 1.000 euros. A los jóvenes hay que mostrarles otros ejemplos, gente que ha ganado dinero y vive bien, después de partir de cero, gracias a su capacidad de emprendimiento... Estoy totalmente en contra de la igualdad salarial.

-¿Lo puede explicar?

-La gente que más trabaja, que más se esfuerza, que tiene más capacidad, que más innova, debe cobrar más que los demás.

-¿Está de acuerdo con las reformas económicas realizadas por los gobiernos de Rajoy?

-Lo primero que hizo el Gobierno fue que no nos hundiéramos en la miseria. Ése fue el sentido de la gran mayoría de las reformas. Una vez que la cosa va bien es mejor no hacer demasiados cambios. Y hay que ir poco a poco, porque los continuos cambios legales pueden ser algo negativo. Debe haber la menor regulación posible y, la que haya, debe durar el máximo tiempo posible.

-En Sevilla tenemos una gran infraestructura, el puerto, con la que no sabemos muy bien qué hacer. La paralización del dragado en profundidad ha sido un importante varapalo.

-Es muy complicado. El río es como es y no se le puede sacar más de lo que da. ¿Para qué queremos un gran puerto? ¿Qué es lo que vamos a exportar que no podamos hacerlo unos kilómetros más allá? Si Sevilla necesita un puerto de mercancías, ¿qué nos importa ir un poco más lejos? ¿Le quitamos movimiento a Cádiz? ¿Dejamos de crecer en Sevilla por no tener un gran puerto? Quizás estamos muy obsesionados con el puerto. Las infraestructuras deben ir haciéndose en tanto hay una demanda, no al revés. Las infraestructuras por sí solas no te dan nada y deben ir un poquito por detrás de la economía, nunca por delante. Las cosas hay que ampliarlas cuando se quedan pequeñas, no antes. Las infraestrucutras no generan crecimiento económico por sí solas; primero hay que tener capital productivo. Las autopistas privadas fracasadas o los aeropuertos fantasmas son un claro ejemplo.

-Usted es miembro de la Cátedra de Economía de la Energía y del Medio Ambiente. Empecemos con una pregunta muy general: ¿Es posible crecer económicamente sin aumentar las emisiones?

-Lo primero que hay que tener muy claro es que para crecer económicamente hace falta energía, porque las máquinas hay que enchufarlas para que funcionen. Podemos, claro está, ahorrar energía usando sistemas más eficientes que nos permitan producir lo mismo con menos gasto. ¿Es suficiente esto? No, el crecimiento económico siempre consumirá más energía que la que podamos ahorrar. ¿De dónde sacamos energía que no sea fósil? Hay dos posibilidades, la nuclear o la renovable.

-Empecemos por la nuclear.

-Es relativamente barata, pero genera un gran rechazo social. Hay posibilidades de un accidente, a lo que hoy en día hay que unir la amenaza terrorista. Tener una central atómica es tener una bomba puesta a disposición de quien sepa activarla.

-Inquietante. ¿Y las renovables?

-Algunas ya empiezan a ser rentables, como la eólica o la solar. Pero tienen también sus inconvenientes, porque no son de producción continua. ¿Qué pasa cuando no hay sol o viento? Actualmente se están montando sistemas combinados, como por ejemplo una eólica junto a una hidráulica, de manera que cuando hay viento se manda agua hacia unos depósitos de agua que hay arriba de la planta eólica y cuando no hay viento baja el agua y se produce la electricidad. También se avanza, pero muy lentamente, en el almacenamiento de electricidad, en las baterías. El gran inconveniente es que si el precio de la energía fósil baja, como ha ocurrido recientemente, disminuye el interés económico por seguir investigando en energías limpias.

-Europa se ha impuesto una autoexigencia importante en la materia.

-Sí, nos estamos autoimponiendo una serie de normativas que el resto del mundo ignora, lo que nos puede llevar a una pérdida de competitividad. Hay que tener cuidado.

-A veces parece que estamos esperando un milagro, que aparezca esa fuente de energía que nos libre del petróleo y sus peligros.

-Nos debemos olvidar de la dependencia de una sola fuente de energía y empezar a pensar en diversas fuentes de energía, cada una de ellas adecuada para diferentes cosas. Poco a poco eso se irá ordenando. En esta materia es complicado hacer afirmaciones tajantes.

-¿Veremos el sorpasso de las renovables a las fósiles?

-No a corto plazo, pero avanzaremos, sobre todo en el almacenamiento de la electricidad, que es la energía que cada vez asumirá más protagonismo.

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