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El corazón de las tinieblas

  • La cartelera del cine. Dos políticos de la Transición andaluza coinciden en los multicines Plaza de Armas para ver la última película de Steven Spielberg sobre el Pentágono

El corazón de las tinieblas

El corazón de las tinieblas

He visto dos veces en persona a Steven Spielberg: una pasando a toda pastilla en un coche a primera hora de la mañana al rodaje de El imperio del sol en Trebujena, la adaptación de la novela de G.G. Ballard ambientada en Shanghái; la otra, en la rueda de prensa que concedió en un hotel de Jerez. Pero con sus películas se ha convertido como uno más de la familia. Los Archivos del Pentágono es un repaso a una serie de presidentes de los Estados Unidos: Truman, Lyndon B. Johnson, Ike Eisenhower (el que visitó España en 1959), John Fitzgerald Kennedy (asesinado en Dallas en noviembre de 1963) y Richard Nixon (el primer mandatario de ese país que cayó por las investigaciones de dos periodistas). A Nora Ephron, segunda esposa de uno de ellos, Carl Bernstein, el compañero de Bob Woodward, le dedica Spielberg la película.

La sala 2 del multicines Plaza de Armas estaba completamente llena. Entre el público, Antonio Ojeda, primer presidente del Parlamento Andaluz, y Jaime Montaner, consejero del primer Gobierno autonómico de Rafael Escuredo. Un notario y un arquitecto que formaron parte de la Transición andaluza. La relación entre la política y el periodismo es uno de los temas centrales de la película. Unas Memorias de América, jugando con el título de la película que la editora del periódico, Meryl Streep, protagonizó con Robert Redford en la versión de la novela de la escritora danesa Isak Dinesen.

Antonio Ojeda estuvo dudando hasta última hora entre esa película y la de 'El joven Marx'

Mientras esperábamos para entrar, Ojeda se detenía ante un cartel de la ópera La Traviata de Giuseppe Verdi, una producción para la pantalla grande dirigida por Sofía Coppola, hija del cineasta que se metió en las entrañas de la guerra del Vietnam con el libreto de la novela de Joseph Conrad El corazón de las tinieblas. Otro salto de África a América, del río Congo al Mississippi pasando por el Mekong y el bombardeo con napalm con música de las Walkirias de Wagner.

No es la primera vez que el cronista ha coincidido con algún político en una sala de cine. En el cine Cervantes, hace bastantes años, compartí patio de butacas con el entonces presidente de la Junta, Manuel Chaves, viendo Billy Elliott, la película británica que ha dado pie a un celebrado musical. En una ocasión hacía tiempo en Valencia para coger el tren hacia Gandía y entré en un cine a ver Patos Salvajes, una película de aventuras que protagonizaban Roger Moore y Michael Caine. Al terminar la proyección, entre el público estaba Fernando Abril Martorell, el vicepresidente del Gobierno de Adolfo Suárez, negociador infatigable tal como lo describe en su libro de memorias quien fue uno de sus mejores enemigos y más férreos adversarios políticos, Alfonso Guerra, que presume de haber visto más de medio centenar de veces Muerte en Venecia, la película de Visconti basada en la novela de Thomas Mann.

Yo sólo la vi una vez, pero fue inolvidable: un pase de los alumnos del instituto de mi pueblo, Puertollano, en gala benéfica para recaudar fondos para nuestro viaje de fin de curso a Palma de Mallorca. Como un crucero por el Mediterráneo desde una Venecia manchega hasta las islas Baleares.

A Ojeda y a Montaner les gustó la película. El notario, presidente del Parlamento Andaluz en aquel mes de junio del Mundial de Naranjito, estuvo dudando hasta última hora entre la película de Spielberg y El joven Marx. El filósofo que tiene una avenida junto al Parque Amate y al que se refiere en varias ocasiones Ramón Tamames en su libro sobre las siete vidas del capitalismo. A los hermanos Marx les salió un primo alemán que murió en Londres, un mesías de la Revolución, un tipo de novela y de película para liberarlo de tanto tocho insufrible de marxistas a la violeta.

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