DERBI Betis y Sevilla ya velan armas para el derbi

Calle Rioja

Se le da mejor el gregoriano que el flamenco

  • Juan Valdés le mostró su exposición de Retratos a uno de sus modelos, el arzobispo de Sevilla Juan José Asenjo, que acudió a verla casi de incógnito a la Fundación Cajasol

Juan Valdés le muestra al arzobispo de Sevilla uno de los retratos del rey emérito Juan Carlos I.

Juan Valdés le muestra al arzobispo de Sevilla uno de los retratos del rey emérito Juan Carlos I. / Andrés Naranjo

LLEGÓ solo, sin protocolos ni mayordomías. Recorrió Alemanes y Hernando Colón y entró por la puerta de Entrecárceles. Dentro, el pintor Juan Valdés saludaba a uno de los protagonistas de su exposición Retratos, Juan José Asenjo Pelegrina, arzobispo de Sevilla. Podía haberse limitado a pasarse por su retrato, realizado a mano alzada por el autor, pero quiso que Juan Valdés le mostrara toda la exposición. Antonio Pulido, de la Fundación Cajasol, no pudo hacer de anfitrión porque se encontraba en Barcelona.

Don Juan, el pintor, junto a un cartel de la ópera Don Giovanni en los monitores. La planta baja está formada por retratos de la Familia Real, a la que conoce el titular de la diócesis. Valdés le cuenta la donación del retrato del rey Juan Carlos a Manuel Olivencia para que estuviera en el Pabellón Real. “Por eso está junto a la iglesia de la Cartuja”.

Cuando el pintor le comenta que uno de los retratos del rey Felipe VI y el de la reina Letizia han sido prestados por la Academia de Medicina, Asenjo recuerda que el próximo día 15 Mario Iceta, obispo de Bilbao, médico de profesión, ingresará en la Academia de Medicina de Sevilla. En el móvil lleva la música de La Misión de Ennio Morricone.

No oculta su emoción ante el retrato de Benedicto XVI, Papa de Roma entre 2005 y 2013, emérito como el rey Juan Carlos. “Está muy debilito, con la cabeza muy firme”. El mismo día, casi a la misma hora, inaugura en Rafael Ortiz exposición Luis Gordillo. Valdés recuerda a algunos de sus profesores: Carmen Jiménez, Pérez Aguilera, y a condiscípulos como García Gómez, “que dibujaba con las dos manos”.

Galería de militares. Una especialidad de Asenjo. La madre de Agustín Muñoz-Grandes, María Galilea, es de Sigüenza, la ciudad natal del arzobispo “donde cuando yo era niño veraneaban entre otros Millán Astray o Jacinto Benavente”. Reconoce en otro de los retratos a Íñigo de Arteaga y Salguera. “Es el duque del Infantado”. Terna con los tres primeros presidentes de la Junta: Plácido, Escuredo, Borbolla. “Yo conozco a un hijo de Plácido”, dice al ver el retrato del juez cuyo despacho era como el isocarro del Plácido de Berlanga. Faltan otros tres presidentes. Chaves y Griñán salen retratados todos los días en los telediarios. Susana Díaz compareció ayer en el Senado.

“De cante sé muy poco”, admite en la sección de los cantantes y cantaores, un puente desde Carlos Cano hasta Antonio Mairena. Se le da mejor el gregoriano. Y entiende de otras cuestiones. Cuando Juan Valdés le explica sus “rarezas” de creyente, la ayuda que la pintura le ha prestado para llegar a Dios por caminos esquinados, Asenjo cuenta que durante el actual trimestre le toca presidir la comisión de Patrimonio Artístico de la Conferencia Episcopal. “El patrimonio artístico de la Iglesia es el catecismo de los pobres, no por cuestiones económicas, sino porque en una época mucha gente no sabían leer y escribir y llegaban al Evangelio por los tímpanos de las iglesias, los retablos y las imágenes. “Benedicto XVI habla del sacramento del encuentro con Dios a través del arte y la belleza”.

Juan Valdés es un creyente atípico, como los que trataban al cura rural de Bernanos. Su hija María es catequista y le presenta a Alfonso, 13 años, nieto del pintor, alumno del colegio del Sagrado Corazón. El móvil del arzobispo le manda una señal silenciosa, un mensaje lacónico donde se entera de que Dolores de Cospedal ha renunciado a su escaño en el Congreso. En tiempos tuvo plaza en Toledo, cuando presidió Castilla-La Mancha, ciudad donde también tuvo destino pastoral el pastor siguntino.

El pintor le muestra retratos de dos extremeños que presidieron la Asamblea de parlamentarios de su comunidad natal. En su época toledana, Asenjo recorría 300 kilómetros para llegar al arciprestazgo de Guadalupe, que pertenecía a su diócesis. Felicita al pintor, quedan para un retrato más pausado. La víspera se perdió el partido de su Atleti porque tuvo un funeral en Córdoba.

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