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Los Invisibles: José Antonio Francés

“No daba Castellano porque no tenía el nivel C de Catalán”

  • Llegó a Barcelona en 2006, allí vivió una década y se ganó la vida escribiendo libros de texto. Se trajo mellizos y ahora da clase junto al estadio de su equipo

José Antonio Francés, en el patio del colegio Buen Pastor.

José Antonio Francés, en el patio del colegio Buen Pastor. / Víctor Rodríguez

DE Barcelona se trajo dos hijos, Julia y Diego, y ocho libros inéditos. José Antonio Francés (Sevilla, 1968), profesor de Lengua y Literatura del colegio Buen Pastor, se fue a Cataluña por su mujer. “El que tenía el trabajo más inestable era yo”.

–¿De qué parte de Sevilla?

–De Bellavista. De joven me parecía mucho a Felipe González. Mi abuela paterna era íntima amiga de su madre.

–¿Qué tal su memoria histórica?

–Un abuelo palentino era exiliado republicano, y se lo trajo a Sevilla un hermano cura del Opus.

–¿Su vocación literaria?

–En el instituto de Alcalá. Una pandilla de amigos descubrimos que escribir cuentos y relatos era muy divertido. La chispa me la despiertan los del boom: García Márquez, Cortázar, Borges, Sabato, Vallejo, Vargas Llosa.

–El ‘boom’ nace en Barcelona con la amistad entre Gabo y Varas Llosa.

–Pasé diez años en Barcelona. En los años sesenta, con editores como Balcells, Barral o Lara, era una referencia mundial de la literatura en castellano. El separatismo la llevó a una fase de provincianización. Si algunos pudieran, se lobotomizarían la parte del cerebro donde tienen el castellano.

–¿Se dedicaba a la enseñanza?

–Estuve un año dando clase en un instituto de Sabadell. Como no tenía el nivel C de catalán no podía dar clases de Lengua castellana. Daba clases de Francés.

–El profesor Francés...

–Me trataron muy bien, pero me fui dando cuenta de que la enseñanza era una herramienta de adoctrinamiento ideológico. En 2014 nacieron en Barcelona, en un hospital de Sarriá, mis hijos mellizos. Cuando tenía año y medio nos volvimos a Sevilla para que no tuvieran que pasar por la inmersión lingüística.

–¿Cómo vivía el día a día?

–Era muy subterráneo. Había cordialidad, convivencia. Yo trabajé diez años en EDB, una editorial salesiana, y hubo compañeros que jamás me hablaron en castellano. Y yo soy bilingüe pasivo, entiendo perfectamente el catalán y lo chapurreo. Como en las barberías de Franco, se podía hablar de todo menos de política.

–¿En qué trabajaba?

–Escribiendo libros de texto. De Filosofía, de Lengua...

–Su hija se llama Julia, como la del poema de José Agustín Goytisolo...

–Estuvimos a punto de ponerle Jimena. El ginecólogo fue un sobrino de Samaranch. Una noche, cuando salíamos de su consulta, conocí a Arcadi Espada. Un día pedí en el FNAC su libro Contra Cataluña y el librero me dijo: Qué, haciendo amigos.

–¿Qué se trajo de Cataluña?

–Muy buenos recuerdos. Mi trabajo me permitía viajar y escribir. Vivíamos al lado del Camp Nou. Mi hija dice que es del Barça. Yo prefiero que sea del Betis, aunque yo sea sevillista.

–Clases, libros de texto, periodismo. ¿Cuál es su oficio?

–Tengo trastorno de profesionalidad múltiple. Fui dependiente de una tienda Disney y repartí picos y rosquillas con mi padre.

–Si en Barcelona vieran por un agujero que está en un colegio con un poster del Cid y preparan una ruta de Teresa de Ávila...

–Ese agujero existe, es facebook. Por el colegio han pasado Jaume Vives, el fundador de Tabarnia, y Albert Boadella. Amigos de Barcelona me han escrito que cómo hemos podido darle voz y cabida a personajes de esa calaña.

–Messi no habla catalán...

–Es una paradoja que no pueden resolver, que no tienen forma de erradicar. El Barcelona es su estandarte, su ejército simbólico, y al icono de ese ejército no le han oído dos palabras en catalán. En el fondo soy muy españoles.

–Eso decía Mario Onaindía de los vascos.

–No hay mayor españolidad que la gesta de Blas de Lezo. El colegio se presenta a los premios del Ejército Español y en tres años hemos ganado cinco. Visitamos la fragata Blas de Lezo y un militar nos contó la defensa de Cartagena de Indias. En los españoles conviven las dos personalidades literarias, la del Lazarillo de Tormes y la del Quijote. El antihéroe y el héroe con ideales.

–Cada 2 de mayo va con sus alumnos a poner flores a Daoiz.

–Y cada 12 de octubre todo el colegio va al monolito de Rubén Darío a recitar sus versos.

–¿Cómo afronta el curso?

–El lunes doy mi primera clase y me voy al hospital para que me operen de una hernia inguinal.

–¿El humor es una cosa seria?

–En mi novela Soy tonto y además lo sé cuento la historia de un optimista crónico. Estoy preparando con Fernando Iwasaki un libro sobre la gramática española a partir de los chistes.

–¿La poesía es un artefacto?

–Estoy en conversaciones con una empresa vasca para patentar el Infinity Book, un juguete de muchas combinaciones con el que un niño que no sepa nada de literatura puede hacer un soneto.

–¿El autor del año?

–Le vamos a dedicar una semana cultural a José de Velilla. Fue amigo de Zorrilla y murió en la indigencia. Que sea conocido por algo más que por la calle de los adobos de Blanco Cerrillo.

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