Calle Rioja

El derecho al voto de los nacidos el 11-M

  • Ayer se cumplieron 18 años de los atentados de Atocha, 191 víctimas mortales en plena campaña electoral

  • Sevilla se sumó a la repulsa contra los atentados con una multitudinaria manifestación hasta Santa Justa

Varios trenes en el interior de la estación de Santa Justa.

Varios trenes en el interior de la estación de Santa Justa. / José Ángel García

Ayer cumplieron 18 años los nacidos el 11 de marzo de 2004. 18 años del ayer más triste y cruento de la democracia española. Ayer conquistaron el derecho al sufragio los españoles nacidos en plena campaña electoral, en una campaña que en su tramo final, cuando ya no se permitían encuestas ni sondeos, se vio salpicada por unos atentados ferroviarios con el saldo de 191 víctimas mortales. Esos trenes que ahora son símbolo de huida, de liberación de los cientos de miles de ucranianos que dejan su país, que vive un 11-M diario sojuzgado por un sátrapa dispuesto a que cada día vivan un 11-S.

Ese día madrugamos y como tantos nos enteramos por la radio. Iñaki Gabilondo conducía las mañanas de la Ser en Hoy por Hoy, título de un poema de Benedetti. El reguero de muertos iba creciendo. Las bombas estallaron en esos trenes entre las 7’37 y las 7’41 de la mañana. Masacre de currantes madrugadores. 18 años después, el 11-M de 2022, Iñaki Gabilondo le contaba a Enrique Romero, en el programa de Canal Sur televisión sobre la Semana Santa de Andalucía, la historia sentimental de la rosa de Santa Marta.

El 11-M de 2004, tres días antes de las elecciones generales y autonómicas, yo había quedado con la alcaldesa de Jauja, pedanía de Lucena, en la ruta del Tempranillo. Pretendía coger el Ave hasta Córdoba y en Santa Justa hablé con personas recién llegadas de Madrid, kilómetro cero del horror. Nunca llegué a Jauja. Esa campaña había acompañado a los diferentes candidatos a presidir la Junta de Andalucía: con Chaves, casi tres lustros en el cargo pese a su vitola de provisional y efímero, coincidí en Granada; a Teófila Martínez la acompañé en un día de mucha lluvia en Ubrique; con el andalucista Antonio Ortega viajé en tren desde Santa Justa en un diálogo muy machadiano; me tocó la escala de Diego Valderas, ex presidente del Parlamento Andaluz, en Linares y Torredonjimeno. Todo para nada.

Los que nacieron ese día habrán visto muchas veces las imágenes de Atocha y el Pozo del Tío Raimundo. Habrán oído la historia de la inmolación de los yihadistas y el sacrificio de un Geo en el piso de la calle Carmen Martín Gaite de Leganés. En su Cuaderno Gris, Josep Pla cuenta que su primer recuerdo de lector fue viendo los periódicos con el atentado del anarquista Mateo Morral contra el cortejo nupcial en la boda de Alfonso XII en mayo de 1906. A la clase de cuarto de la Eso de mi hijo les han preguntado en un examen de Historia por el atentado de Gavrilo Princip en Sarajevo contra el príncipe heredero del Imperio Austrohúngaro y su prometida que desencadenó la Primera Guerra Mundial. Fernando Reinares, en su libro ‘¡Matadlos!’ (‘Quién estuvo detrás del 11-M y por qué se atentó en España’) da detalles de los autores de la masacre. Y publica un inquietante comunicado hecho público una semana después, 18 de marzo de 2004, una “notificación para la nación respecto a la suspensión de las operaciones en tierra de Al Andalus”. “Hemos dado al pueblo español a elegir entre guerra y paz”, escribían como si la matanza hubiera sido un mitin de campaña, “y ha elegido paz votando al partido que estuvo en contra de la alianza norteamericana en su guerra contra el islam”.

Participé un día después en la multitudinaria manifestación de rechazo del atentado y solidaridad con las víctimas. Llegamos hasta Santa Justa y a mi lado venía el comandante Lara, saetero, monologuista, cómico genial embarcado en tan trágico compromiso. Dos meses después hubo boda real en Madrid. El cardenal Rouco Varela casó en la Almudena, en día de muchísima lluvia, a Felipe de Borbón con la periodista Letizia Ortiz. Diez años después, en 2014, se convertirían en Felipe VI y la reina Letizia. El único de los tres hijos de la Familia Real de entonces que no se separó.

Llegó Zapatero a la Moncloa, Chaves siguió en San Telmo. El 28-F de 2004 fue el chupinazo de la campaña electoral. Ese día este Diario de Sevilla cumplía cinco años de cita diaria con sus lectores. La vida proseguía su curso. Los Juegos Olímpicos se celebraron en Atenas, la ciudad que los inventó en la Grecia clásica, con el sueño de un Mediterráneo en paz. El mar de Braudel y de Serrat. En fútbol ese año se imponían las periferias. La Liga la ganaba el Valencia de Rafa Benítez, que un año después le daría al Liverpool la Copa de Europa; la Copa, el Zaragoza, que venció al Madrid, topónimo convertido en Hiroshima de los telediarios; el Oporto de Mourinho ganaba la Copa de Europa y Grecia, en año tan helenístico, se imponía a los anfitriones en la Eurocopa de Portugal. Era el último año de pontificado de Juan Pablo II. Putin ya era presidente de Rusia.

En las próximas elecciones, probablemente las andaluzas, estrenarán su voto los nacidos el 11 de marzo de 2004. La estación de Atocha se llamará entonces Almudena Grandes.

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