Las estadísticas de criminalidad hechas públicas el miércoles por el Ministerio del Interior reflejan una continua caída de la delincuencia en todas sus modalidades en la provincia de Sevilla. Sólo en la capital se aprecia una subida importante, del 11%, de los robos en domicilios. Buena parte de culpa de este repunte se debe a la intensa actividad de una banda de georgianos especializados en abrir puertas sin forzar las cerraduras. En teoría, en el próximo balance debería aparecer que los robos en viviendas vuelven a caer, como lo hacen en el conjunto de la provincia. Sea o no así, lo cierto es que la sensación subjetiva de inseguridad que producen los robos en domicilios entre la ciudadanía es muy difícil de eliminar, por muchas estadísticas favorables que lleguen.

Los expertos de la Policía coinciden en el que el robo en interior de domicilio supone una invasión de la intimidad tal que la persona que lo sufre vivirá unos meses en continua inseguridad, estresada y pendiente de cualquier ruido o movimiento de cualquier persona que le resulte sospechosa. De ahí que las autoridades insistan tanto en las campañas para prevenir estos delitos, que no dejan de basarse en recomendaciones obvias: cerrar siempre con llave aunque se ausente unos minutos, no dejar señales de que la casa está deshabitada, no colgar fotos de vacaciones en las redes sociales, llamar siempre a la Policía o la Guardia Civil en caso de que se vea a alguien extraño merodear por el vecindario...

Poco más se puede hacer. Las nuevas bandas de delincuentes que llegan del Este de Europa cuentan con personas con profundos conocimientos de cerrajería. Son capaces de abrir prácticamente cualquier puerta en menos de 30 segundos y desvalijar un piso en menos de cinco minutos. Lo único que una potencial víctima puede hacer es intentar ponérselo lo más difícil posible. Si los ladrones ven que van a perder demasiado tiempo en abrir la puerta y que pueden ser sorprendidos por algún vecino, se buscarán un objetivo más fácil.

La mayoría de estas bandas son itinerantes. Pasan unos días en una ciudad, roban varios pisos y se marchan a otra. Aun así, la Policía calcula que los georgianos detenidos desvalijaron entre 500 y 600 viviendas en la capital andaluza en el último año y medio. Con su detención, tras un intenso trabajo de investigación del Grupo de Robos de la Policía Nacional, posiblemente baje la estadística, pero costará algo más implantar el mensaje de seguridad en la mente de quien haya sido víctima de un robo, o de quien simplemente conozca a alguien que lo haya sido.

Al margen de percepciones subjetivas, los datos reflejan que Sevilla es una ciudad muy segura. La delincuencia violenta baja un 8% y los robos de vehículos, un 10% en el primer semestre del año. Los hurtos, el delito clásico de las zonas turísticas, caen un 7,6%, un dato muy favorable teniendo en cuenta que ya ha pasado la temporada alta. En Semana Santa y Feria, la Policía ha detenido a carteristas profesionales que se habían desplazado hasta la ciudad para robar en este periodo de gran afluencia turística. Las órdenes de alejamiento del centro, una medida cautelar ideada por los responsables del Grupo Hércules, está funcionando, como reflejan los datos.

El otro delito que sube es el tráfico de drogas, si bien aquí hay que precisar que esto surge a raíz de las propias investigaciones de los agentes y no de denuncias ciudadanas, con lo que tampoco influye excesivamente en la percepción de seguridad. El informe refleja una bajada de los homicidios y dice que sólo se cometió uno en los primeros seis meses del año. Extraña este dato, puesto que han trascendido al menos dos, el de la avenida de Montesierra y el de la calle Mirlo. En cualquier caso, sean uno o dos los homicidios, es un índice bajísimo para estar en una ciudad de 700.000 habitantes.

La provincia, que sufría un grave problema de robos en el campo, también ha dejado datos positivos, con bajada en todas las modalidades delictivas. Se ha notado en el balance la creación de los equipos Roca de la Guardia Civil.