La demografía sevillana

La fuga de sevillanos ralentizará el crecimiento de la población

  • Los habitantes de la provincia sólo aumentarán un 2% hasta 2022 gracias a la natalidad, ya que serán más los que se marchen que los que lleguen. El incremento demográfico en la última década fue del 9%.

La población sevillana seguirá creciendo en los próximos diez años, aunque a una velocidad mucho más lenta que la mantenida hasta ahora. Los datos del informe de proyección demográfica del Instituto Nacional de Estadística (INE) son un claro síntoma de la situación a la que se enfrenta la provincia, en la que la falta de oportunidades laborales a medio plazo obligará a muchas familias a buscar un futuro en otros puntos de España o en el extranjero. El alto incremento de la natalidad será el único factor que haga posible que el saldo poblacional en 2022 sea positivo en comparación con el de este año.

En diez años poco habrá cambiado Sevilla en el aspecto demográfico. Los datos del INE -presentados sólo a nivel provincial- reflejan que la crisis actual hará mella en el aumento del número de habitantes. El saldo seguirá siendo positivo al final de esta década, pero el porcentaje de incremento nada tendrá que ver con el que se ha registrado hasta ahora. Si en 2002 Sevilla contaba con casi 1.730.000 personas, diez años después esta cifra se eleva a 1.887.465, lo que en términos porcentuales supone un crecimiento del 9,25%.

Sin embargo, la proyección demográfica para los próximos dos lustros es muy diferente. El aumento se ralentizará en más de siete puntos, ya que en 2022 esta provincia la habitarán 1.925.521 personas, lo que significa un aumento del 2%. La diferencia, por tanto, sólo será de 38.056 personas más, casi una cuarta parte del incremento registrado desde 2002 a la actualidad.

Esta ralentización viene motivada por los flujos migratorios que se prevén para el citado periodo. Si se tienen en cuenta los datos sobre migraciones, tanto a nivel interprovincial como internacional, serán más los sevillanos que se marchen que los foráneos que vengan a residir en la provincia. En cuanto a la fuga de habitantes hacia otros países, al final de la próxima década se prevé que hayan abandonado Sevilla un total de 92.576 personas. Este año dicha cifra será de 9.613. Pese a ello, al analizar la trayectoria que seguirá este fenómeno se percibe un cambio importante a partir de 2013 cuando el número de sevillanos que emigren al extranjero comience a disminuir. Dicho descenso será más acuciante a partir de 2016.

Por contra, el número de extranjeros que llegarán a la provincia irá creciendo, aunque no lo suficiente para superar la cifra de los que se marchan más allá de las fronteras españolas. Así, en una década, las inmigraciones internacionales se incrementarán un 5,79% hasta llegar a las 76.454, cantidad que no es suficiente para contrarrestar a las emigraciones que, pese a registrar un descenso del 7,69%, suman un total superior a la llegada de extranjeros.

Esta tónica también se mantendrá en las migraciones entre provincias españolas. Los sevillanos que se trasladen a otros puntos del país sumarán desde ahora y hasta 2022 un total de 191.136, frente a los 183.367 españoles de otras provincias que llegarán a Sevilla para labrarse un futuro. En ambos casos las cifras irán reduciéndose en dicho periodo. Si este año los inmigrantes nacionales son 19.409, en 2002 serán 17.328, un 10,72% menos. En el caso de los emigrantes interprovinciales, dicha bajada será inferior, del 7,25%.

Estos datos ponen de relieve varios aspectos importantes del futuro inmediato de la provincia. Por un lado, Sevilla va a seguir siendo un destino con escaso atractivo laboral para españoles y extranjeros, una situación que la propia estadística muestra que irá cambiando por la disminución de las emigraciones y la subida -aunque leve- de las inmigraciones extranjeras. Al margen de los datos migratorios, el estudio también refleja la preferencia de los sevillanos por buscar una nueva residencia dentro del mismo país y el cierto "rechazo" a marcharse al extranjero. La comparativa es clara: las emigraciones interprovinciales superan en casi 100.000 a las internacionales.

Con este balance negativo, el único condicionante que hará posible que la población sevillana crezca en diez años será la natalidad, que se mantendrá por encima de las defunciones. En la próxima década 217.063 niños nacerán en Sevilla, mientras que morirán 155.114 personas, el balance, por tanto, es positivo. Pese a ello, hay que subrayar que el crecimiento vegetativo -la diferencia entre ambos conceptos- tiende a equilibrarse en esta década si se tiene en cuenta que los nacimientos se reducirán en un 16,12% (de los 23.5999 previstos este año a los 19.795 de 2022) y las defunciones crecerán un 5,79%.

La próxima década podría calificarse, a tenor de la estadística, de un periodo de transición en el que la provincia aún padecerá los efectos de la crisis, aunque con claros síntomas de recuperación.

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