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La generosidad, el mejor regalo

  • Iniciativa. En el comedor de las Hijas de la Caridad del Pumarejo, Javier Arenas acudió a la entrega de juguetes que recoge Nuevas Generaciones antes de Reyes desde hace ya 12 años

Lahoucine, del Sahara Occidental, Abderrahim, de Tánger, y Musa, de Costa de Marfil, son los tres nietos de la hermana Teresa. Así los llama esta religiosa de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, gaditana de Vejer de la Frontera. Es la cocinera y ellos sus tres ayudantes que preparan la comida en el comedor social del Pumarejo. Ayer había judías, "chícharos como dicen ustedes", y filetes.

El 6 de enero de 2006, Nuevas Generaciones acudió a este centro con juguetes para los hijos de los residentes y de las empleadas que prestan servicio. La iniciativa se ha mantenido y ha tenido tanta aceptación que este año han tenido que repartir los juguetes entre el Pumarejo, la Cruz Roja y el comedor de La Oliva.

Javier Arenas, vicesecretario general del PP, quiso estar presente ayer en la visita. Con Dolores López, secretaria general del PP andaluz, y Virginia Pérez, del PP de Sevilla, llegó hacia las once de la mañana hasta el número 7 de la calle Aniceto Sáenz, entre el Pumarejo y la muralla de la Macarena. Una hora más tarde ya había gente en la calle Patricio Sáenz haciendo cola para entrar en un comedor que cada día atiende a unas trescientas personas. "Nos hemos visto algo aliviados con la apertura de un comedor junto a la Torre del Oro", dice Sor María, santanderina.

La hermana Gertrudis, de Lebrija, unos meses en este destino como directora, fue la encargada de recibir a Arenas y su comitiva. Antes, atendió a la prensa y recibió como anticipo de regalo de Reyes las noticias del descenso del paro y el aumento de afiliados a la Seguridad Social, "una gran noticia para los pensionistas", dijo quien en 1996 se estrenó como ministro de Trabajo. No quiso restarle protagonismo a Pedro González, 26 años, presidente de las Nuevas Generaciones de Sevilla, organización que promueve la entrega.

"Dos mil juguetes son dos mil sonrisas", diría el joven político, que era casi un niño cuando esta cantera del partido que gobierna la nación empezó con esta campaña. "Las Navidades son una fiesta alegre y también una fiesta triste porque se echa de menos a los seres queridos", diría Arenas, que un día antes había acudido al funeral de su suegro, el que fuera comisario de la Expo Manuel Olivencia.

"Esto no es una residencia, es una casa", dice una de las empleadas. En total son más de treinta, que atienden a casi cuarenta residentes. La sala para Biblioteca y Recibidor se llenó de juguetes. "Cuando a mi hija Marta le preguntaban que en qué trabaja su padre decía que yo me dedicaba a comprar Barbies", contaría Arenas a los voluntarios recordando su etapa ministerial.

El programa de Respiro Familiar La Milagrosa, nombre técnico de la residencia del Pumarejo, convive en esta calle con el Centro de Apoyo e Información Sociolaboral para Inmigrantes y la Unión Local de Sevilla del Sindicato Andaluz de Trabajadores. Arenas preguntó a las religiosas sobre los efectos de los años de la crisis, "tengo entendido que por aquí ha pasado gente de todo tipo de condición, incluso personas encorbatadas".

Al frente de esta delegación oficiosa del cortejo de los Reyes Magos, con beduinos correligionarios, Arenas criticó la deriva que han tomado algunas cabalgatas "que tergiversan el verdadero sentido de una celebración cuyos verdaderos protagonistas tienen que ser los niños". Entró en el número 7 de Aniceto Sáenz después de pasar revista a los temas que habían abierto todos los informativos -descenso del desempleo, prisión permanente revisable tras felicitar a la Guardia Civil por resolver el crimen de Diana Quer, crisis catalana- y aterrizó en un territorio menos crispado al que no llegan los ecos de las tertulias ni las mociones parlamentarias.

Los voluntarios se preparaban para repartir la comida a aquellas personas sin casa, sin familia. Antonio Lancha ha sido ingeniero técnico agrícola; Nicolás de Alba, industrial textil. Allí se dan cita las cifras del desamparo que se escapan de las estadísticas. La cola en Patricio Sáenz, esquina con Aniceto Sáenz. Personas que no se conocían y ya se reconocen para quienes Sor Teresa, con la ayuda de sus nietos adoptivos, había preparado una comida que no la mejoraba ni Ferran Adrià.

La furgoneta de Nuevas Generaciones con los juguetes viajó después a la Cruz Roja y a la barriada de la Oliva. Se iban los políticos y llegaba la realidad a esta calle donde una casa-palacio convive con los hijos del desarraigo. El ex ministro de Trabajo había estado donde no llegan los efectos de la bonanza y donde una treintena de religiosas, hijas de la Caridad, madres de la generosidad, se multiplican con las armas de la entrega y la alegría. La Casa se llenó de juguetes, estas monjas son un regalo para quienes nada tienen y muchas veces nada esperan. Sólo un buenos días, una sonrisa, una mesa y un plato de comida caliente.

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