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El hombre tridimensional

  • Semblanza. Las Academias de Medicina, Legislación y Buenas Letras celebraron una sesión conjunta y necrológica para homenajear a Manuel Olivencia, que perteneció a las tres

Para ser la primera actividad conjunta que hacen las Academias de Medicina, Legislación y Jurisprudencia y Buenas Letras, se han puesto el listón muy alto. Ayer hicieron una solemne y a la vez emotiva sesión monográfica dedicada a quien fue académico de las tres: Manuel Olivencia Ruiz (Ronda, 25 de julio 1929-Sevilla, 1 de enero de 2018).

El salón de la Academia de Medicina se habilitó como lugar de culto para la misa que antes ofició el obispo auxiliar, Santiago Gómez Sierra, ausente por indisposición el arzobispo y académico de erudición Juan José Asenjo. "El que se ama a sí mismo se perderá". La lectura del Evangelio situaba a un personaje que si por algo se caracterizó fue por darse a los demás; por, en palabras del oficiante, hacer prevalecer "frente al derecho de los fuertes la fuerza del Derecho".

El hombre tridimensional. Así aparecía Olivencia con la terna de académicos que lejos de pompas y lugares comunes glosaron sus méritos. El hombre que hizo de materias tan arduas como el Derecho Mercantil una de las Bellas Artes, la vecina de los Pinelo.

Académico capicúa, Carlos Infantes Alcón, por la de Medicina, recordó que en 1978 fue nombrado académico de erudición de dicha Academia, honor para quienes sin ejercer la medicina curan con su manera de ser y de saber. Rogelio Reyes recordó al catedrático que en 1987 ingresó como académico de Buenas Letras ocupando la plaza de Carlos García Oviedo con un discurso sobre Letras y Letrados. El primero nunca lo trató personalmente, el segundo compartió más de 25 años de cursos académicos en los Pinelo. Dos visiones complementarias que redondeó "su alumno por excelencia", como llamó Antonio Moreno Andrade, presidente de la Academia de Legislación, a Guillermo Jiménez Sánchez, ex presidente del Tribunal Constitucional, que cerró la terna.

El cardiólogo Infantes Alcón se internó en el corazón de Olivencia, "con Manuel Clavero los dos últimos grandes monstruos que ha dado la sociedad sevillana". Una sociedad del siglo XXI donde ya no hay eminencias de los años 40 como Pío XII, Einstein o Fleming, o de los 60 como Churchill, Kruschev, Kennedy, Teresa de Calcuta "e incluso los Beatles". A los que Olivencia, como buen aficionado a los toros, rondeño al cuadrado, incluiría a Joselito, Belmonte y Curro.

Rafael Valencia, director de la Academia de Buenas Letras, leyó un mensaje de adhesión de Carlos Amigo Vallejo. Rogelio Reyes considera el lenguaje y el Derecho como "las dos grandes creaciones del ser humano". Dominios en los que se movía Olivencia, "lector culto y atentísimo", en la acepción que Nietzsche le daba a la palabra filólogo, "aquel que lee con lentitud y amor". El catedrático de Literatura habló de Olivencia como "epítome de muchas y muy variadas virtudes raramente concentradas en una sola persona".

Antonio Moreno Andrade pasa todos los días delante de la casa familiar de Olivencia, reza un padrenuestro y recuerda al amigo. Sabe que el revés que le dio la vida, la pérdida de su hijo Luis en la primavera de 2014, frustró el proyecto de escribir sus Memorias, que serían impagables.

Olivencia siempre fue don Manuel, "don no como signo de cortesía y mucho menos de distancia". "Ante todo profesor universitario", según Jiménez Sánchez, que habló de su maestro, "el más hermoso de los títulos de un profesor". El rondeño que nació en el 29 volvió a ser capicúa con el 92. Rechazó la invitación para ser comisario. "Una posterior llamada del Rey le hizo cambiar de opinión por su sentido de Estado, disciplina y capacidad de sacrificio", dijo Infantes Alcón. Rogelio Reyes también se refirió a ese periodo al hablar de Olivencia en el plano de un sistema de valores "que defendió hasta la renuncia".

Macarena Olivencia, hija del tres veces académico, representó a la familia de un hombre que tuvo en ese concepto la rama principal de un árbol que pueblan nueve nietos. Le dio apellido a un Código y relevancia a una ciudad. Jesús Castiñeiras hizo votos por la recuperación de su colega Hugo Galera Davidson. Los poemas de Juan Ramón Jiménez volaron con letras de cambio en esta lección magistral y necrológica llena de vida. Un viaje al humanismo y a la humanidad para recordar a un Manuel Olivencia que en su paso por el Gobierno de Suárez colaboró en la nueva sede de la Academia de Medicina.

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