Caso del bebé maltratado

Dos horas antes de su hospitalización el bebé estaba "bien" aunque "no tenía buen aspecto"

  • Una testigo dice que no vio "nada raro" en la pareja de jóvenes que están en prisión y que les parecieron unos "padres preocupados" por su hijo

La madre del bebé maltratado

La madre del bebé maltratado / D.S.

Dos horas antes de la hospitalización de Ian Steven, el bebé de seis meses que murió en junio pasado tras ingresar con fracturas en el cráneo y distintos moratones por todo su cuerpo, el niño se encontraba "bien", aunque "no tenía buen aspecto". Esto es lo que ha declarado una testigo que, en compañía de otra persona, visitaron a Ruth F. G. y a Brayan Steven R. G., los padres del bebé que están en prisión provisional acusados de delitos de homicidio, malos tratos y abandono de familia.

Estas dos personas llegaron a la vivienda de la barriada del Cerezo donde residían los padres como ocupas entre las 11.30 y las 12.00 horas del 12 de junio y se marcharon sobre las 13.30, tras haber realizado "un estudio sobre la Biblia" en esta familia. Durante la visita, Ruth les preguntó si querían ver al niño, que estaba "despierto y calladito"y aunque la testigo no lo llegó a coger, sí se acercó a él y "lo vio bien".

Según la mujer, el niño "no tenía buen aspecto, pero no olía y estaba limpio y aseado; el capazo tenía sábanas y el niño estaba tranquilo".

La testigo añadió que Ruth quería que su acompañante "cuidase al niño" durante el tiempo que tenía que volver a prisión para cumplir una condena pendiente, porque "no se quería llevar a la cárcel" al bebé, pero esta persona le dijo que no podía hacerse cargo del niño porque tenía que marcharse a Francia por cuestiones de trabajo.

Según la testigo, que no percibió "nada raro" en la pareja, su acompañante le había hablado muy bien de los jóvenes y les daban "pena porque no encontraban trabajo y estaban solos".

Ese día, 12 de junio, Ruth les comentó que no se encontraba bien, porque tenía la regla, y tanto ella como Brayan "tuvieron muestras de cariño hacia el niño, por la forma de cogerlo y las miradas y la preocupación de ella por tener que dejar al niño con alguien que lo atendiera durante su ingreso en prisión", durante unos meses.

La testigo añadió que su acompañante había visto al bebé "mejor y más gordito", y precisó que su impresión es que "aunque eran jóvenes, eran padres preocupados por su hijo", recordando que durante el entierro apreció "sinceros gestos de dolor por parte de Ruth, como una madre al haber perdido a su hijo, abrazando la caja, llorando y quedándose sola en el cementerio junto al nicho".

Por último, opinó que tuvo la impresión de que los padres "querían a su hijo y no se imagina que hubiesen sido capaces de maltratarlo en modo alguno".

¡A finales de junio, el juez de refuerzo de Instrucción 6 José Ignacio Vilaplana ordenó el ingreso en prisión provisional, comunicada y sin fianza de Ruth F. G. tras la petición realizada por la Fiscalía de Sevilla, ante los indicios de que los malos tratos infligidos al bebé se remontaran no sólo al día del ingreso en el hospital, sino que tuviesen un origen anterior, lo que implicaría supuestamente a la madre "por acción u omisión" en estos hechos.

El pequeño Ian Steven, de sólo seis meses, falleció el 17 de junio y su cuerpo presentaba hematomas, una fractura en el cráneo y lesiones en la retina, que coincidían con el síndrome del niño zarandeado, sacudido o agitado.

La Policía detuvo inicialmente a los padres, Brayan S. R. G. y Ruth F. G., de 19 y 18 años, respectivamente, pero el Juzgado de Instrucción número 9, que estaba en funciones de guardia, decidió encarcelar al padre y dejar en libertad con cargos a la madre.

El juez de refuerzo José Ignacio Vilaplana considera que hay indicios para atribuirle a Ruth F. G. delitos de homicidio, maltrato en el ámbito familiar, y abandono de familia.

Hasta ahora, la madre ha defendido que la tarde del lunes 12 de junio, cuando ocurrieron los hechos, había acudido un momento a la vivienda de una hermana suya -que vive en el mismo barrio del Cerezo y a escasos metros- porque tenía un fuerte dolor menstrual y fue a tomarse un ibuprofeno. Según su relato, dejó al niño unos minutos con el padre y en ese tiempo se habría producido la supuesta agresión. Una amiga llamó por teléfono y contestó el padre, que le preguntó si sabía qué hacer porque su hijo se estaba ahogando "con el último buchito del biberón". La mujer, que es madre de dos hijos, fue a la casa y comprobó que el bebé no respiraba, le practicó el boca a boca y un masaje cardíaco, lo que consiguió salvarle la vida momentáneamente.

Ruth F. G. ha asegurado que "no es una mala madre" y se pregunta "qué culpa tenía" en estos hechos, al tiempo que ha responsabilizado a su pareja de lo ocurrido. Una amiga suya apuntó que tenía que haberle denunciado en una ocasión en la que vio una herida que el padre presuntamente le había causado al niño en la boca, pero según la madre no lo hizo por el temor a que la hubieran puesto en "busca y captura" y los servicios sociales le hubiesen quitado al menor.

En sus declaraciones judiciales, el padre habría negado los malos tratos y habría explicado que le estaba dando el biberón al niño cuando éste comenzó a ahogarse, momento en que lo habría agitado supuestamente con la finalidad de tratar de evitar que se asfixiara, según apuntaron otras fuentes del caso.

El padre también habría exculpado a la madre, al corroborar su versión respecto a que se había trasladado a la casa de una hermana cuando se produjo el suceso.

El niño ingresó en el servicio de Urgencias del hospital Macarena sobre las tres y media de la tarde del lunes 12 de junio. Lo llevó su padre, que llegó corriendo con él en brazos desde la barriada del Cerezo, donde la pareja vivía en una casa ocupada, a unos 350 metros de la puerta del centro hospitalario.

El hospital dio parte de las lesiones al juzgado de guardia y a la Policía, que procedió a la detención de los padres el martes, 13 de junio. Los padres tienen diversos antecedentes delictivos -ella por hurtos y él por robos con violencia- y, según la versión de la familia, la madre había salido de la cárcel en el quinto mes de gestación. El niño nació de manera prematura a los siete meses de embarazo y pesó sólo un kilo y medio.

El bebé estuvo dos meses en la UCI de Pediatría, en la sexta planta del hospital Virgen Macarena, donde Brayan S. R. G. fue detenido durante una de sus visitas al niño por haberle robado presuntamente el teléfono móvil a otra persona que tenía a su hijo también ingresado en el hospital y que resultó ser un agente de la Policía Nacional que estaba fuera de servicio.

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