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tribuna de opinión

La muralla escondida

  • El autor, arquitecto municipal durante décadas, alerta sobre el estado de conservación en el que se puede encontrar un lienzo oculto de la cerca defensiva en el entorno de Molviedro

La noticia de la reciente firma del acuerdo para la rehabilitación de las Reales Atarazanas de Sevilla, entre la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía y la Asociación Adepa, ha vuelto a poner de actualidad la necesidad de un mejor conocimiento y difusión del patrimonio histórico y arquitectónico de nuestra ciudad, muchas veces olvidado u oculto a los ojos de los sevillanos. No en vano, la aplicación de uno de los puntos del acuerdo lo constituye la recuperación, con toda su altura y envergadura, de algunas de las naves del primitivo astillero alfonsí. Otro de ellos, no menos importante, nos permitirá la contemplación, una vez restaurado y rescatado, de un importante fragmento, de más de setenta metros de longitud, del primitivo recinto amurallado islámico al completo, compuesto por la imponente muralla de origen almorávide de más de nueve metros de altura, la barbacana almohade, la liza o espacio transitable entre ambas, una torre desmochada y la puerta acodada de época almohade, antecesora del Postigo del Aceite. Edificios ambos -astilleros y cinturón defensivos- fundamentales para el conocimiento y comprensión de nuestro pasado medieval y que permanecían escondidos y desconocidos entre el tejido urbano. Hoy quiero referirme a otro fragmento patrimonial oculto entre el caserío.

Durante demasiado tiempo se ha creído que, junto a los derribos de las puertas de la ciudad, también se demolieron los trozos de muralla contiguos pero, se ha podido constatar que, afortunadamente, no fue así. Ello se debió a que, desde que nuestra muralla perdió su carácter militar que requería un cierto alejamiento de las edificaciones civiles, éstas habían ido adosándose a la muralla, tanto exterior como interiormente hasta quedar, en buena parte de su trazado, completamente embutida entre el caserío sevillano. Es por eso, por lo que, afortunadamente, allí sigue nuestra muralla todavía.

El lienzo, de 22 metros, conserva parte del almenado y se remata con una torre

Normalmente se encuentra en la pared trasera de los edificios, medianera con la finca opuesta por la otra calle. Pero en el caso que quiero indicar se encuentra exenta en el interior de un amplio patio, apreciable por tanto en toda su anchura y por ambas caras, al final de los números impares de la calle Castelar, y en el interior de las fincas números 1, 2, 3 y 4 de la Plaza de Molviedro. Este lienzo tiene una longitud de 22 metros, conserva, además, parte de su almenado y se remata con una torre cuadrangular completa, incluso con cámara interior visible desde el acceso de la casa número 4 de la plaza citada. Este descubrimiento quedó reflejado en la publicación-catálogo de la exposición El último siglo de la Sevilla islámica. 1147-1248 que, organizada conjuntamente por la Universidad de Sevilla y la Gerencia de Urbanismo, se celebró en el Real Alcázar durante los meses de diciembre de 1995 y enero de 1996. Un fragmento de ese lienzo de muralla es apreciable, adecuadamente respetado, en el interior del estudio de arquitectura de Juan Antonio Balbontín Polledo, integrante actual de la saga de tan ilustres arquitectos sevillanos, en el número 23 de la citada calle Castelar.

Los otros cuatro edificios, que conforman el ángulo edificado de la plaza de Molviedro, eran propiedad entonces del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Sevilla que los dedicaba a su Obra Social y garantizaba, con ello, la conservación y cuidado de tan importante tramo de nuestra cerca defensiva, como puede comprobarse en fotografías de la época. Pero hoy todos conocemos las vicisitudes por las que ha pasado aquella centenaria entidad financiera sevillana (fusión con la Caja de Ahorros San Fernando, después Cajasol, más tarde Banca Cívica, posterior rescate como tantas otras entidades bancarias, etcétera).

Por eso nos preocupa el destino que puedan tener estos inmuebles que guardan en su interior este importante legado histórico. Dentro del proceso de liquidación del conjunto de edificios de aquellas entidades es de temer que estos inmuebles vayan a parar a manos de algún promotor poco sensible a estos temas patrimoniales. En la actualidad, estos edificios se encuentran cerrados, descuidados exteriormente y sin signos de mantenimiento alguno.

Es fácil suponer que la muralla se encuentre en estado parecido o, incluso más degradada aún, por los nuevos daños que, entre otros, la presumible vegetación parásita que, en todos estos años se habría acumulado, le hayan provocado. Por todo esto es que, desde aquí quiero llamar la atención y recabar de las administraciones encargadas de la tutela de nuestro patrimonio histórico y cultural (Ayuntamiento y Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía) que, asumiendo sus responsabilidades, inspeccionen las referidas fincas, constaten el estado del lienzo almohade y adopten las oportunas medidas para su restauración y acondicionamiento, garantizando adecuadamente su conocimiento y disfrute público. Entiendo que el respeto al legado de nuestro pasado así lo exige.

El edificio cerrado donde está la muralla.En la foto superior, el lienzo de muralla defensiva de la ciudad que está escondido tras este edificio, hoy cerrado, en la Plaza de Molviedro.

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