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PASA LA VIDA

Para los museos de Sevilla nunca existe la prioridad

EN Sevilla los museos tienen, por desgracia, la consideración de lugares donde se almacenan muchas antiguallas. No existe en la sociedad un estado de opinión que reivindique su modernización y pujanza, ni la estima de lo que suponen como elemento identitario del que sentirnos orgullosos. La falta de contestación favorece que los gobernantes no tengan prisa en ponerlos a punto y convertirlos en punta de lanza de la vida cultural. No tienen término medio: o quieren gastarse lo que no tienen en construir un Guggenheim, o los dejan a la deriva.

El Museo Arqueológico de Sevilla está en una situación vergonzosa. Sus contenidos son de un extraordinario valor histórico y artístico. Falla el contenedor: el Pabellón de Bellas Artes que construyó Aníbal González para la Expo del 29 está muy deteriorado y no pasa la prueba del algodón sobre lo que hoy se exige a un museo de este tipo, no fue erigido para ese uso. De continuo sólo hay dinero para parchear. Y el Ministerio de Cultura gestionado por Carmen Calvo, claro, sólo gastó en los años 2004 y 2005 un 43,6 por ciento de los fondos que había consignado en sus presupuestos para las reparaciones cuando la situación ya era alarmante. Otra baza menos para Monteseirín sobre la estima que le tiene el Gobierno central a Sevilla.

La confirmación de que esta es la vara de medir los museos de Sevilla la tienen con el Bellas Artes. Hasta 2009 no prevé el Ministerio convocar el concurso de ejecución de la ampliación de la pinacoteca mediante obras en el Palacio de Monsalves. Desde finales del siglo XX se está hablando a nivel oficial y mediático de la ampliación, y como poco pueden pasar nueve años hasta que el primer aparejador se ponga el casco. Ni me atrevo a fijar el 2012 como horizonte de inauguración. Todo va con la misma lentitud que sufrió el Bellas Artes (y Sevilla) cuando se eternizó su cierre para remodelar las salas del antiguo convento de la Merced. La Consejería de Cultura tampoco se cubre de gloria en este asunto. La indolencia del Ministerio le da coartada, pero la pierde por no plantarle cara para defender el interés del mejor museo andaluz.

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