Calle Rioja

El oro de América llegó hasta Madrid

  • Trayectoria. El americanista sevillano Luis Navarro García recibe en el salón de actos de la Biblioteca Nacional una de las catorce medallas de oro concedidas al Mérito en el Trabajo.

DECANO del americanismo español, ha hecho escuela a ambos lados del océano Atlántico. Para Luis Navarro García (Sevilla, 1937), destinatario de esos reconocimientos, es gratificante que fuera una "ministra andaluza muy vinculada al americanismo por su lugar de origen" la que lo propusiera junto a otros trece nombres para la medalla de oro al Mérito en el Trabajo. Se refería a Fátima Báñez, ministra de Empleo, nacida en San Juan del Puerto, corazón de los lugares colombinos. La entrega se desarrolló en el salón de actos de la Biblioteca Nacional en una ceremonia presidida por Soraya Sáenz de Santamaría, vicepresidenta del Gobierno.

Este galardón no aporta dinero, pero sí prestigio y el tratamiento de excelentísimo, además de formar parte por su trayectoria, en palabras de Fátima Báñez, de aquellos "hombres y mujeres que en mitad de la tormenta aportan luz al proyecto común que son los países".

Luis Navarro García, catedrático emérito de Historia de América, con más de medio siglo de magisterio a sus espaldas, se sentó junto a Esther Koplowitz, otra de las galardonadas, propietaria del grupo Fomento de Construcciones y Contratas (FCC), que da empleo a más de ochenta mil personas y es referente en políticas de igualdad e inserción laboral de grupos en riesgo de exclusión.

Estos catorce nombramientos, dos a título póstumo -la novelista Mercedes Salisachs y el guitarrista Paco de Lucía-, otro no compareciente -el tenista Rafa Nadal, recién operado de apendicitis- fueron los últimos decretos firmados por el rey Juan Carlos I días antes de su abdicación. La presencia de su hijo, el rey Felipe VI, en Sevilla, impidió que el alcalde Juan Ignacio Zoido acudiera a la entrega de medallas.

Los dos premiados nacidos en 1937, el profesor Luis Navarro y el padre Ángel, el asturiano que fundó Mensajeros de la Paz, organización que presta asistencia en más de cincuenta países, se cartearon antes de los galardones. Luis Navarro recordó su primer viaje a Madrid, premonitorio de su vocación. En los primeros años cincuenta, los alumnos de sexto curso del instituto San Isidoro fueron de excursión a Madrid y Aranjuez con el profesor de Historia, Ángel Martín Moreno. Después ha ido muchísimas veces como director de tesis doctorales y miembro de tribunales.

Le acompañaron su esposa, María del Pópulo Antolín, a quien le dedicó la medalla, y sus cuatro hijos varones: Luis, Fernando, Javier y Carlos, periodista de Diario de Sevilla. Sólo faltó su hija María del Pópulo, que fiel al espíritu de la medalla al Trabajo obtenida por su padre no quiso faltar a su cita laboral en la biblioteca de la Universidad. También estuvieron los profesores Julián Ruiz, Patricio Hidalgo y Adolfo González y su hermana Carmen, que reside en Madrid.

El acto tuvo un aire familiar. Lucía Sánchez, hija de Paco de Lucía, recogió la medalla entregada a su padre, propuesta por los Ayuntamientos de Algeciras, Cádiz, San Fernando y Jerez -estuvieron los alcaldes de las tres primeras ciudades y el delegado jerezano de Cultura- el 27 de febrero, un día después de la muerte en México del guitarrista.

Un hijo y una nieta de Mercedes Salisachs recogieron el galardón entregado a esta perito mercantil que murió en mayo, a los 97 años, y que en 1975 ganó el premio Planeta con la novela La gangrena. Su hijo dijo de Mercedes Salisachs que "mi madre era profundamente catalana y por tanto profundamente española". Fue emotiva la presencia de la nieta que la cuidó hasta el final.

Por debajo de la popularidad -Lucía, Nadal, Koplowitz-, que en cualquier caso es fruto de muchísimo trabajo, ayer corrían junto a los volúmenes de la Biblioteca Nacional ríos de trabajo que al final consiguieron su cuota de popularidad y reconocimiento.

Gigantes de los cuatro puntos cardinales enumerados por orden cronológico: Severino Escurís Batalla (1925), gallego que durante siete décadas dirigió la empresa familiar de conservas; Domingo González Guerra (1930), canario que preside Aguas Minerales de Firgas; Máximo Cuñado Alonso (1932), burgalés que puso en marcha la mayor red de tubería industrial; Alejandro Fernández Pérez (1932), que desde Pesquera de Duero impulsó la denominación de origen Ribera del Duero; Vicente Calatayud Maldonado (1935), manchego que desarrolló la medicina en Zaragoza; José Agustí Casanova (1936), profesor mercantil valenciano que fundó el grupo Agustí de auditores.

Niños de la dictadura de Primo de Rivera y de la II República que dejaron su semilla a los hijos y a los nietos, recogida en la siguiente generación, la de la posguerra, por los premiados nacidos en la década de los cuarenta: Marina Pacheco Valduesa (1944), montañesa que con 16 años empezó a trabajar de contable en Almacenes Hoyo y Suárez; Pedro Vivanco Paracuellos (1946), riojano que no pudo terminar sus estudios primarios y que sin embargo como empresario vitivinícola contribuyó a potenciar la presencia del vino de Rioja en el mundo.

La generación de las dos premiadas más jóvenes, en ausencia de Rafa Nadal: la citada Esther Koplowitz Romero de Juseu (1948), acompañada en el acto por su hermana Alicia, empresarias volcadas con "la dedicación abnegada y amorosa de los padres que tienen hijos con alguna discapacidad"; y la fotógrafa de Puertollano Cristina García Rodero (1949), la primera que metió una cámara de fotos, ese arte misterioso que encandiló a Cortázar, en la Academia de Bellas Artes de San Fernando.

La jornada se resume en una foto de García Rodero. "Ha sido una jornada gratísima, inolvidable", diría Luis Navarro. Más próximo a la guitarra de Paco de Lucía -"yo toqué la bandurria y la mandolina en la tuna universitaria"- que a la raqueta de Nadal.

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