En corto

Los 300

Usuarios de mascarillas

Usuarios de mascarillas / M. G. (Sevilla)

Todo empezó por marzo, cuando la pandemia dijo aquí estoy yo con toda su arrolladora crueldad. Un matrimonio sevillano comenzó a movilizar a un grupo de voluntariosos amigos para así ir improvisando las por entonces tan escasas mascarillas, batas y pantallas sanitarias. Las llevaban a centros de mayores, hospitales, residencias; muchas veces de forma clandestina, eludiendo audazmente el confinamiento con todo lo que ello suponía. Las redes sociales propagaron esta llamada a la solidaridad como arde un rastrojo empujado su fuego por el viento. Cuando el suministro de material sanitario se normalizó ya era tarde para detener esta ola de entrega animosa y desprendida dando comienzo una frenética labor de recogida de alimentos y productos de higiene tanto infantiles como seniles. Una reunión, un poner dinero a escote y un coche les basta y sobra para conseguir con qué atenuar la premura de un comedor social.

Ellos sí que no dejan a nadie atrás. Lo mismo acuden a las parroquias que a particulares o instituciones civiles. Son tan reacios al protagonismo vano como ajenos al color de la mano que les necesita. Hablamos de los 300 del Porvenir (aunque ya vayan por 4000 y sean de toda Sevilla). Si ven por los portales o los escaparates de tiendas y farmacias un cartel de ellos no lo duden, colaboren porque todo llegará eficazmente a su desdichado destino. Venden la mascarilla a un euro y ofrecen algo mejor aún: el trueque oportuno del tapaboca por un kilo de alimentos. Si algo les caracteriza, además de la entrega absoluta para el favor al otro, es esa propensión alegre y guasona -tan sevillana- que resta trascendencia y rigidez al hecho humanitario y lo reviste de auténtica humildad. Sin aspavientos ni fatuos pavoneos al uso.

Dicen que quien parte y reparte se lleva la mejor parte y en este caso ellos alivian con este esfuerzo sus conciencias ante la tragedia ajena, que esa es la verdadera función terapéutica compensatoria de la piedad. Habrán notado que este artículo no recoge ningún nombre, eso les ofendería. Ellos y nosotros sabemos quiénes son, seamos ellos también nosotros.