Sevilla dice adiós al mes de agosto con 142.616 parados, un 4,3% más que en julio y casi un 20% más que en agosto de 2007. Con todo, las cifras son mejores que la media nacional y andaluza. Y hasta ahí llegan los datos positivos, porque el resto de parámetros indican que Sevilla está perdiendo el colchón del empleo, la vacuna que inmuniza a la economía contra el virus del alto endeudamiento hipotecario.

La crisis del ladrillo se hace más que patente. El paro subió en este sector un 61% y un tercio de los 23.602 nuevos desempleados sevillanos proceden de la construcción. Y el problema es que ningún otro sector es capaz de absorber este incremento. Más de la mitad de los desempleados están inscritos en los servicios, que sustentan la mayor parte del empleo. El desempleo aumentó un 18% en este sector. Este mismo porcentaje fue el que creció el paro en el sector industrial, aunque en términos absolutos sólo supuso 2.230 desempleados más. La agricultura también sufrió los estragos del paro con un incremento del 37,5% en un año, que se traducen en 2.626 incorporaciones a las listas. El único contrapeso a esta cascada de datos negativos fue el colectivo de sin empleo anterior, que disminuyó un 9,1% hasta las 18.974 personas.

A la espera de la Encuesta de Población Activa del tercer trimestre, se puede afirmar que se está destruyendo empleo. No sólo cayó la contratación un 24% en Sevilla respecto a 2007, sino que la afiliación a la Seguridad Social disminuyó un 1,3% en la provincia hasta los 745.848 trabajadores. Y como dato curioso, el régimen de autónomos aumentó en 3.588 personas, igualando casi la disminución de 3.900 cotizantes contablizada en el régimen general, lo que demuestra que el autoempleo se está convirtiendo en una alternativa a la crisis.