Sevilla

Una pelea entre la víctima y su hijo precedió al crimen de la Macarena

  • Varios vecinos presenciaron una fuerte discusión entre el parricida y la víctima en plena calle poco antes del homicidio

La detención del parricida de la Carrasca, en imágenes

La detención del parricida de la Carrasca, en imágenes / Antonio Pizarro

Una pelea precedió al crimen de la Macarena. Esta es la hipótesis con la que trabaja la Policía Nacional, que se inclina por que el apuñalamiento fue el acto final de una de las muchas discusiones que mantenían el padre y el hijo a cuenta de la drogadicción de este último. Algunos vecinos, además, los vieron al mediodía del miércoles discutiendo en plena calle. Poco después, la riña se habría trasladado al interior del domicilio familiar de la calle Niña de la Alfalfa, en el barrio de la Carrasca, donde Jesús Perejil habría matado presuntamente a su padre, Antonio Perejil, clavándole un cuchillo en el pecho.

La sala del 091 recibió una llamada alertando del homicidio sobre las seis de la tarde, si bien el crimen pudo cometerse unas horas antes. El presunto autor se había fugado y fue detenido poco después en las inmediaciones de la vivienda tras una persecución por las calles del barrio, que acabó en la avenida de San Lázaro. 

Aunque en un principio se apuntaba a que la víctima había recibido una puñalada en el pecho, no se descarta que tuviera más heridas, producto precisamente de la pelea que mantuvo con el presunto agresor. La autopsia que se practicará al cadáver en las próximas horas servirá para esclarecer cuántas lesiones sufrió y cuál de las heridas fue mortal de necesidad, así como la causa exacta de la defunción.

Numerosos vecinos apuntaron a este periódico que las peleas entre el padre y el hijo eran continuas. Algunas fuentes apuntan a que el joven tenía una orden de alejamiento de sus padres, que quebrantaba con frecuencia. De hecho, era habitual que se encontrara en el portal del bloque fumando o simplemente sentado y con la mirada perdida. 

Un vecino y amigo de la familia explicó que la mañana del miércoles tomó café con Antonio Perejil, y éste le confesó que se encontraba desesperado por la situación que atravesaba su hijo. Desde hace unos años, Jesús Perejil había caído en las drogas y no había podido superar su adicción pese a los múltiples intentos de sus padres por sacarlo de ella. Lo llevaron a centros fuera de Sevilla, pero siempre sin éxito. 

Otros residentes indican que era habitual ver al presunto parricida pidiendo por el barrio, o aparcando coches como gorrilla en las inmediaciones del Hospital Virgen Macarena. A veces, abordaba a alguna persona con la excusa de que necesitaba unas monedas para coger el autobús y otras veces iba pidiendo por los bares. También llegó a robar y había sido detenido en una decena de ocasiones por delitos menores. Estaba pendiente de ingresar en prisión.

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