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Un preso de Sevilla-II hiere a otro lanzándole lejía a los ojos

  • La víctima sufre quemaduras por las que tuvo que ser atendido por los servicios sanitarios

  • La asociación TAMPM denuncia la escasez de medios con la que trabajan los funcionarios de prisiones

Centro Penitenciario de Morón de la Frontera

Centro Penitenciario de Morón de la Frontera

Una pelea entre cuatro presos de la cárcel de Sevilla II, en Morón de la Frontera, acabó este sábado con un herido por quemaduras en los ojos. Uno de los reclusos le lanzó lejía a la cara, un método que parece haberse puesto de moda en las prisiones españolas, donde ya se han registrado varios ataques similares. El pasado mes de marzo, tres funcionarios de la prisión de Monterroso, en Lugo, sufrieron una agresión similar. Uno de ellos tuvo que ser hospitalizado.

Los hechos ocurrieron a primera hora de la mañana en el módulo 4 de la cárcel de Morón. El herido tuvo que ser asistido por los servicios sanitarios, dadas las lesiones que sufría. La rápida intervención de los funcionarios destinados en ese módulo evitó males mayores.

La asociación Tu Abandono Me Puede Matar (TAMPM) vuelve a denunciar “la escasez tanto de medios materiales como de personal con los que cuentan los empleados públicos para enfrentarse con este tipo de actos y otros aún más peligrosos que atentan contra su seguridad personal”.

La entrega de lejía a los internos en régimen ordinario se hace mensualmente, indicaron fuentes penitenciarias. Este producto forma parte de un lote higiénico que se les da a los presos para que mantengan sus celdas en buenas condiciones, como establece el reglamento penitenciario. Los reclusos son los que deben limpiar sus celdas, de ahí que se les facilite lejía. A los ordenanzas de los módulos se les entregan cantidades mayores para que desinfecten también las zonas comunes, como el comedor, la sala de televisión y otras estancias en las que coinciden varios internos.

Los reclusos utilizan botes vacíos de champú o gel para rellenarlos con lejía, y utilizar este producto como armar arrojadiza, como ocurrió en Morón. De esta forma se defienden de los ataques de otros presos o también las pueden emplear para atacar a los funcionarios, como sucedió en Lugo. Cuando lanzan la lejía, apuntan directamente al rostro de su enemigo y presionan el bote para que el líquido salga de manera más potente, a modo de chorro.

En otras ocasiones, los presos ingieren lejía para provocarse lesiones. De esta forma se aseguran de ser trasladados a la enfermería o a un hospital.

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