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"Las primeras horas, a Marta sólo la buscamos la familia y los amigos"

  • Los padres de la joven de 17 años desaparecida desde el 24 de enero relatan el calvario que viven desde hace ya 18 días y denuncian la tardanza de la Policía en activar la búsqueda las primeras horas

Los padres de Marta del Castillo mantienen las manos entrelazadas durante la media hora que dura la entrevista. Los dos llevan en el pecho chapas con la cara de su hija y la leyenda "Todos somos Marta, llama al 091". Ella apenas habla, sólo escucha, asiente alguna vez y deja que sea su marido quien relate el calvario que está sufriendo el matrimonio, que se prolonga ya durante 18 días. Atienden a este periódico en el salón de los padres de ella, tres pisos más abajo de su casa.

-¿Han recibido alguna noticia nueva en las últimas horas?

-Nada, no sabemos nada. Estamos ansiosos de que nos llamen ya para decirnos algo. A la Policía hay que dejarla trabajar y estas cosas suelen ser lentas. Ellos tiran por muchos caminos hasta que encuentran el adecuado. Tienen que descartar muchas pistas y comprobarlo todo.

-La familia ha reclamado en las últimas horas un protocolo para la desaparición de menores, ¿qué pasó en las primeras horas de ausencia de su hija?

-Estamos bastante enfadados con este problema. El día siguiente a la desaparición de nuestra hija sólo la familia y los amigos la buscaban. Pusimos la denuncia a las dos de la madrugada del domingo 25 de enero. A la una de la tarde de ese día, 11 horas después de la denuncia, paramos a un patrullero de la Policía Nacional en un semáforo de Pino Montano, junto al Carrefour. Les pedimos que bajaran la ventanilla y les preguntamos si estaban buscando a una chica desaparecida. Nos dijeron que no tenían constancia de ninguna desaparición.

-¿Ni siquiera tenían una fotografía de su hija, por si la veían?

-Nada. Y eso que cuando yo puse la denuncia aporté una foto pequeña que llevaba en la cartera. Podían haber distribuido al menos una fotocopia entre los policías que trabajaban ese día.

-¿Cuándo les llamó la Policía por primera vez?

-El primer policía que contacta con nosotros lo hace el domingo a las siete de la tarde. Nos llama por teléfono para preguntarnos si sabíamos dónde podía estar nuestra hija. En ese momento estábamos en la puerta de la casa del amigo con el que Marta había estado la tarde antes. Le contestamos al policía que sí, que puede estar en esa casa, pero que no podemos entrar. Nos dijo que nos quedáramos allí que él venía de camino. Era un policía del grupo de Homicidios. Llamó a la puerta y habló con el hermano de este chico, simplemente. Ya no hubo más contacto con la Policía hasta el día siguiente, el lunes por la mañana, cuando vino el Grupo de Menores.

-Pero las primeras horas se perdieron, ¿no?

-Las primeras horas estuvimos más solos que la una, sólo la familia y los amigos la buscamos.

-Quizás no exista ese protocolo de búsqueda porque la mayoría de las desapariciones de menores son voluntarias y éstos regresan al día siguiente...

-El problema es ése, que a lo mejor el 90% de estos casos son chiquilladas. Quizás debería haber un fichero de antecedentes de desapariciones. Si una chica se ha ido siete veces los fines de semana, pues seguro que se ha ido una más. Pero mi hija nunca nos ha dado un problema, no hemos ido a la Policía para nada.

-Eso es algo que han mantenido ustedes desde el principio, ¿siguen pensándolo?

-Marta no se ha ido de forma voluntaria. Se ha ido retenida; por quien sea, pero retenida.

-¿Creen que la Policía trabajó con otra idea en los primeros días?

-Sí, nuestra impresión los primeros días fue que la Policía pensaba que se había ido con algún novio, que fue una chiquillada. Eso nos ponía de los nervios, porque sabíamos que no se había ido por su propia voluntad.

-Además, no se llevó nada, ¿o han detectado después que falte algo más?

-Nada, sólo llevaba encima el móvil, el DNI y las llaves de casa.

-¿El móvil ha dado alguna pista?

-El móvil sigue sin estar operativo. Si estuviera encendido se podría localizar al menos el teléfono. A las diez y cuarto de la noche que desapareció la llamamos y ya estaba apagado. Eso nos hizo regresar antes a casa. Nunca apagaba el móvil, incluso le llamamos la atención porque algún amigo la llamó de madrugada. Estábamos en casa de unos primos y dijimos que pasaba algo raro, que no había dado un toque en toda la tarde y eso no era normal.

-¿Qué hicieron después?

-Esperamos como mucho hasta las once, que era su hora límite. Luego fuimos a hospitales a preguntar, porque lo primero que pensamos es que había sufrido un accidente. También llamamos a la Policía Local para preguntarle si tenían constancia de algún siniestro, y me dijeron que no. Ya pusimos la denuncia por teléfono y fuimos a la comisaría a firmarla.

-¿Sospechan de Miguel, el amigo que la acompañó a casa?

-Desde primera hora no participó en la búsqueda. Se ha limitado a desaparecer y a no estar en contacto con nadie. La Policía lo ha buscado y lo ha llevado a declarar, no creo que lo haya hecho voluntariamente. Se ha quitado de en medio. Eso crea sospechas.

-¿Han podido hablar con él?

-Hablamos la primera noche. Lo localizamos a través de un amigo suyo. Estábamos muy nerviosos, le preguntamos que dónde estaba nuestra hija y él dijo que no lo sabía, que la había dejado a las nueve y media. Le llegamos a decir que mentía. Lo notábamos frío, muy tranquilo, porque si es tu amiga y su madre te llama a las doce y pico de la noche, lo mínimo que tenías que mostrar es preocupación. Nos dijo que estaba en casa de su novia. Todos los amigos de Marta, menos él, se han volcado. Incluso los padres de los amigos estuvieron buscándola toda la noche.

-¿Cómo soportan la presión mediática, vivir con decenas de cámaras en la puerta de casa?

-Nos derrumbábamos cada vez que veíamos una cámara. Somos personas muy normales, llevamos una vida monótona, del trabajo a casa, nuestras tres hijas y poco más. De momento, verte con esto, una cantidad de fotógrafos y cámaras, hizo que nos derrumbáramos. Empezábamos a llorar y yo (dice Antonio) hasta me ocultaba de mi mujer en casa. Esto, queramos o no, es algo que necesitamos, porque todo el mundo ve la televisión. Quien la tenga retenida lo ve, los vecinos lo verán. Si ella nos ve, que sepa que ni mucho menos está olvidada.

-La ciudad está empapelada con carteles de Marta y ya habido varias manifestaciones de protesta ¿qué tienen que decirle a la gente que se ha volcado con el caso?

-Nos parece estupendo, porque estas manifestaciones están para pedir seguridad ciudadana. Nuestro agradecimiento es infinito. Dejamos a nuestros hijos en la calle pensando que están bien y seguros y nos damos cuenta de que no es así. Igualmente, hay muchas copisterías que se han ofrecido gratuitamente. El primer sábado nos hacían falta carteles y nos abrieron la copistería para hacerlos gratis. No habría días en nuestras vidas para agradecer a la gente lo que está haciendo por nosotros.

-Lo que le ha ocurrido a su hija puede pasarle a cualquier persona, ¿cree que esta percepción tiene algo que ver con la movilización que se ha generado por Marta?

-Es cierto, le puede pasar a cualquiera. Vivimos en el centro de la ciudad, como quien dice. Vamos andando a todas partes. ¿Cómo pasan estas cosas en una ciudad como Sevilla? Que no estamos perdidos en un campo ni en una calle conflictiva. A lo mejor faltan policías de barrio. Antes en cada barrio había un policía que conocía a cada vecino. O hay que plantearse poner cámaras en las calles.

-Reciben muchas llamadas, hasta de burla, ¿cómo son esas llamadas?

-Podemos contar miles de cosas. Empiezan a partir de las diez de la noche, pero afortunadamente las falsas son un pequeño porcentaje de las que recibo. Nos acostamos con tres móviles y el fijo, una libreta y un bolígrafo. Procuramos acostarnos lo más tarde posible por si llama la Policía y nos da una buena noticia. Nos asomamos por la ventana para ver si vuelve.

-¿No han perdido la esperanza?

-No la perdemos porque queremos tenerla. Por ella nada más.

-¿Siguen creyendo que su hija subió a casa antes de desaparecer o han cambiado de opinión?

-Creemos que subió, que fue a quedarse, pero alguien la llamó al móvil o al portero y bajó. Tuvo que ser alguien conocido. Lo que no podemos dar es la hora exacta.

-¿Notaron algún cambio en su carácter en los días anteriores a su desaparición?

-Nada, estaba contenta, feliz, bromeaba, nos contaba las cosas que hacía...

-Algún día tendrán que volver a la normalidad, ¿se han planteado cómo será ese día?

-Es duro, pero poco a poco hay que tener una vida normal por las otras dos. Esto no se puede olvidar, ni se quiere ni se debe. Las otras dos niñas están en una burbuja, están fuera de casa, pero tendremos que sentarnos algún día y explicarles que su hermana no está.

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