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Opinión La gestión de Izquierda Unida en el gobierno local de Sevilla

Un quinquenio de progreso

  • Torrijos asegura que la ciudadanía reconoce la "huella" dejada por su formación en Sevilla y ahora se propone atender más a la micropolítica en los barrios y calles

EN estos días se cumplen cinco años desde que mi fuerza política, Izquierda Unida, accedió por primera vez al gobierno de la ciudad de Sevilla. Como tal, nunca antes había pertenecido al gobierno, aunque, desde que se reinstauró la democracia municipal, estuvo presente en el Ayuntamiento, en representación de los ideales de ética política, libertad, democracia y justicia social.

Desde la inexperiencia en la acción de gobierno, pero desde la responsabilidad y el compromiso que acumulamos, pusimos rumbo a una etapa que empieza a consolidar un determinado modelo de ciudad y de ciudadanía y que gira, de manera muy decidida y determinada, a favor de lo social.

Pero el Pacto por la Mayoría social que ahora sustenta al gobierno no es sólo una versión continuista de aquel Pacto de Progreso de los primeros años del quinquenio. Representa importantes cambios estratégicos producto del "aprendizaje" que supuso el mandato anterior, además de avanzar mucho más en lo político. Los grandes hitos concretos del primero, mucho más icónico -la Alameda, el Comisionado para el Polígono Sur, el bulevar de Bellavista, la vivienda pública, el PGOU modelo de ciudad, la bicicleta, sus infraestructuras y el fomento de su uso, la democracia participativa, la descentralización territorial, los equipamientos sociales y deportivos, las grandes obras civiles, etcétera- han dejado paso a otro tipo de pacto, con contenidos que persiguen la finalización de algunos hitos del anterior, pero que también permiten una mayor politización de nuestra acción institucional.

Este quinquenio podríamos definirlo como el quinquenio de la primera vez. Ni antes habíamos estado en el gobierno, ni antes se había gobernado de cara a lo social, ni antes había habido un gobierno que se proclamase de la izquierda, quedando por comprobar si su acción política tendría o no que ver con su compromiso ideológico o, por el contrario, caería en los tópicos de simplemente la buena gestión.

Desde el primer año del quinquenio tuvimos claro que no veníamos a gestionar. Veníamos a girar la gobernanza de la ciudad hacia un rumbo al que nunca antes se había dirigido. Gobernar para los de nunca, porque se gobernaba para los de siempre. Durante estos años del quinquenio que ahora se cumple, hemos gobernado "para los nuestros". "Los nuestros" son la mayoría social. Los desempleados, la sociedad civil organizada en los barrios, la clase trabajadora, los jóvenes que desean iniciar su futuro pero les faltan los recursos, las mujeres, la gente mayor muchas veces olvidada, los colectivos sociales con problemas, los territorios más desestructurados.

Efectivamente, nunca antes se había gobernado con gobierno único, resolviendo las diferencias -obvia decir de la existencia de éstas- en el seno de lo interno; nunca antes se construyó y promovió tanta vivienda protegida para facilitar a tantas personas una solución a su futuro; ha sido la primera vez que un ayuntamiento facilita a los parados un bonobús para el transporte; ha sido la primera vez que se han construido tantas instalaciones civiles: centros de salud, centros deportivos, centros de educación, centros cívicos, centros de formación para el empleo, desde la iniciativa pública; ha sido la primera vez en que se implanta en Sevilla la democracia participativa; ha sido la primera vez que un gobierno local establece en sus pliegos de contratación cláusulas contra la siniestralidad laboral, cuyos frutos se recogen cada día que pasa sin accidentes graves ni mortales; ha sido la primera vez que se rehace desde el consenso el mapa distrital; ha sido la primera vez que se construyen los carriles bici eternamente comprometidos en los programas electorales de las fuerzas que siempre gobernaban; por primera vez se aprobaba un Plan Director de Empleo; por primera vez se premia el Plan Director de Instalaciones Deportivas de Sevilla desde otras administraciones; por primera vez la Junta felicita al Ayuntamiento donde gobernamos por la valentía de abordar un PGOU justo, sostenible y modelo de equilibrio territorial a favor de las personas; por vez primera estamos estrechando lazos con pueblos amigos a través de políticas de solidaridad y de cooperación, demostrando con ello que Sevilla no permanece muda ante situaciones que requieren de nuestro compromiso, expresado unas veces en forma de palabras de apoyo y otras veces como cooperación material.

Lo que hemos hecho, pero también lo que hemos impedido. La central térmica de Punta del Verde que iba a intoxicar a media Sevilla con la excusa de que si no se ponía nos quedaríamos sin electricidad. (¿Recuerdan "la casualidad y oportunidad" de los apagones de aquellos días?). La conversión de Tablada en un territorio para viviendas de lujo, frente a lo que será, un pulmón verde que garantice la sostenibilidad ambiental de Sevilla-Doñana. La deslocalización de Heineken o el pelotazo urbanístico con los terrenos de Altadis. El pago con dinero público de la ampliación de Fibes para los negocios -legítimos, pero privados- de los sectores económicos, compartiendo ahora equitativamente el peso de la inversión, o la proliferación de aparcamientos rotatorios por un centro de peatonalización imposible por el efecto llamada de los mismos.

Lo hecho, lo impedido y lo que nos proponemos. Más empleo y de más calidad; más vivienda con protección pública; más atención a la micropolítica en los barrios, en las calles; incrementar el mantenimiento de las instalaciones deportivas y ciudadanas; fomentar la sostenibilidad integral de la ciudad; profundizar en la democracia participativa y, desde el compromiso global, cooperar con los pueblos que avanzan hacia otro mundo posible.

En definitiva, pasado, presente y futuro de todo aquello que es coherente con una fuerza política que se reclama de la izquierda transformadora, minoritaria en un gobierno municipal y afectada, por consiguiente, por todas las limitaciones que ello significa. Al cabo de estos años de quinquenio de progreso todo el mundo reconoce nuestro perfil y percibe nuestra huella en los cambios de la ciudad, dicho desde la modestia, pero también con cierto orgullo sano, sin que hayamos perdido nuestras inequívocas señas de identidad, a favor de la ética, la libertad, la democracia y la justicia social.

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