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De sevilla a marruecos Triste despedida a la primera víctima mortal de la pandemia en Andalucía

"No hay nada que reclamar"

  • Resignación en Asila en el entierro de Najat, la mujer fallecida por la gripe A tras dar a luz en Valme · La abuela cuidará de la recién nacida y de los dos menores, de 16 y 13 años

"Es sencillo: somos de Dios y a Dios regresamos. No creo que tengamos que tomar ninguna acción legal porque aquí no ha habido nada ilegal. No puedo pensar mal. Han hecho todo lo que han podido". Con contundencia y una serenidad envidiable se refería Mustafa Eddaheri a las circunstancias de la muerte de su hermana Najat, fallecida el pasado sábado en el Hospital Virgen de Valme de Sevilla, víctima de complicaciones derivadas de la gripe A. El cuerpo de la difunta acababa de recibir sepultura en el cementerio de Asila, una pequeña ciudad costera del norte de Marruecos.

La asunción del destino. "Aquí preferimos no dar muchos detalles sobre nuestros familiares enfermos para no preocuparlos, pero lo cierto es que no sabíamos que mi hermana estaba mala", comenta en un español impecable Youssef, otro de los ocho hermanos de Najat, primera víctima mortal de la gripe A en Andalucía. "Quiero aprovechar para dar las gracias al personal del hospital, a los médicos y a la asistente social, al Ayuntamiento de Alcalá de Guadaíra y a los marroquíes que nos han ayudado", remata Mustafa que, tras la muerte de su hermana en Sevilla ha ejercido de portavoz familiar.

El calor y el Ramadán, que impide a los fieles beber y comer hasta la caída del sol, hacen mella en los vecinos de esta antigua ciudad del protectorado español en Marruecos, que se consolida como destino turístico y es frecuentada por numerosos españoles. Viajes de ida y vuelta, como la travesía del Estrecho de Najat en el ferry Algeciras-Tánger.

La comitiva fúnebre parte de la casa de su madre, en el centro de la ciudad, y se desplaza a pie hasta la mezquita de Hassan II. Será ella, que aguarda un visado para llegar a Sevilla, la encargada de cuidar a los huérfanos: Mohamed Amin y Ashraf, los dos varones de 16 y 13 años, que lloran ataviados con chilabas blancas. Y a Najat, la recién nacida por cesárea tres días antes de la tragedia. "La niña tiene la cara de la madre y es una alegría inmensa, por eso le hemos dado el nombre de ella", asegura Mustafá.

Una sevillana más. Ocho años desde que el matrimonio formado por Najat y Abdesselam dejó Asila por Sevilla. Tres de los nueve hermanos han recalado en la provincia hispalense. Najat y Mustafa eran vecinos de Alcalá de Guadaíra, topónimo árabe por partida doble. En la Macarena vive otra de sus hermanas, Fátima. Como Adil, sobrino de Najat que vivió cuatro años entre La Bachillera y la calle Feria y vela por la organización del cortejo en el barrio, de blanco impoluto y modernas gafas de sol.

El cuerpo aguarda en una furgoneta de una funeraria gaditana. En la callejuela, de aire muy andaluz, no se forma bullicio alguno. Están los imprescindibles. No hay corrillos. Los taxistas se resguardan del sol y admiten su ignorancia sobre lo sucedido. "¿Ha muerto mucha gente de eso en España?", pregunta Nourredine, guardia de seguridad en San Pedro de Alcántara, provincia de Málaga.

Las calles de Asila respiran la misma tranquilidad que reinará durante todo el mes sagrado. Predomina el blanco de las chilabas. Sólo los varones acompañan al cortejo fúnebre que transporta el féretro de la mujer marroquí. Las mujeres lloran desconsoladas desde las ventanas. La comitiva comienza a cantar los mismos versos una y otra vez. Nadie es más grande que Alá y Mahoma es su profeta. Un niño reparte panes, que los adultos no probarán, a la entrada de la mezquita para expiar los pecados de la fallecida.

El cortejo sube una calle empinada al cementerio de Asila, rodeado de olivares y suaves ondulaciones, de espaldas al Atlántico. "Fue una gran mujer que hizo mucho por levantar a su familia", afirma Mustafa. Pronto el cementerio queda en silencio y soledad. El sol y la sed aprietan y aún falta mucho para la caída del sol.

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