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puntadas con hilo

No son tiempos para la lírica ni el básket

  • La organización del Mundial de Baloncesto ha costado ya a las arcas municipales más de 1,3 millones y falta más de medio aún por pagar, un dinero que a día de hoy parece difícil de rentabilizar.

JUAN Ignacio Zoido se quejaba nada más llegar a la Alcaldía de los pufos que iba encontrando en los cajones y de una herencia recibida, inacabada y pesada como una losa, de dudosa rentabilidad, según él. Pero entre ese legado que el anterior gobierno de izquierdas le entregó también había proyectos en marcha cuyo impulso serviría para cumplir una de sus promesas electorales: relanzar la imagen de Sevilla. La fórmula sería ejercer de talismán para el deporte y así atraer inversiones en un mal momento para el erario público. Ya había prevista una cita mundial con el balonmano y otra con el baloncesto.

Con esta misma filosofía, el alcalde apostó con decisión por organizar la final de la Copa Davis, un evento cuya mayor rentabilidad ha sido la política, pues le permitió dar el primer gran revés al Gobierno de José Antonio Griñán, que se negó a compartir gastos, al contrario de lo que hizo en 2004 siendo alcalde Alfredo Sánchez Monteseirín. La Junta de Andalucía alegó que eran buenos tiempos para el tenis español y para Rafa Nadal, pero no para gastar los euros en estas competiciones. Y Zoido se atribuyó el último punto del partido: se quedó con la ensaladera, con un millón de euros en pérdidas y con una cubierta -un activo que habría que restar a la anterior cifra- que a día de hoy sigue en un almacén, con un coste añadido. El gobierno local asegura que hay otro impacto, el de las horas de televisión en prime time y los reportajes de la ciudad emitidos por todo el mundo, un intangible que no se mide en euros.

Este camino iniciado por el gobierno del PP tenía otras paradas solicitadas anteriormente. La siguiente fue el Mundial de Balonmano del pasado enero, con mucha más repercusión fuera que dentro de la ciudad. Y el año que viene llegará el Mundial de Baloncesto cuyas mayores expectativas ya se han generado y han sido enterradas: la posibilidad de que Sevilla contara con un nuevo pabellón multiusos, al estilo de las grandes urbes europeas, que rentabilizara de sobra la organización del Mundobásket. La iniciativa no era exclusiva de Zoido, pues quien la puso en marcha fue Alfredo Sánchez Monteseirín, pero el hoy alcalde no tardó en hacerla suya, con entusiasmo y sintonía con el presidente de la Federación Española de Baloncesto, el sevillano José Luis Sáez, que se comprometió a conseguir para la ciudad un pabellón nuevo a coste cero. Zoido presumió de haber retomado un asunto que había permanecido dormido y alimentó el sueño de inaugurar en cuestión de tres años un gemelo del O2 de Londres, por citar algún ejemplo. Sevilla entraría en el circuito mundial de conciertos y grandes espectáculos gracias a la iniciativa de un grupo inversor israelí, del que poco más se supo, pues se desvaneció el pasado verano.

Para entonces, el Ayuntamiento de Sevilla ya había pagado más de un millón de euros en concepto de canon, pero lo hizo el alcalde Monteseirín. Cuando Zoido llegó al sillón optó por reunirse con Sáez para renegociar el convenio y aplicar, de entrada, un nuevo calendario de pagos. El acuerdo firmado en 2010 establecía que, a 31 de diciembre de 2012, los 1,8 millones (sin IVA) por organizar el evento ya debían estar abonados y Zoido logró fraccionar esta obligación, que no quedaría satisfecha hasta el mismo 2014. Así, a fecha de hoy, el nuevo gobierno local sólo ha pagado 300.000 euros correspondientes a 2012. Este año deberá aportar otros tantos y el próximo, los 120.000 restantes.

El trato parece sensato, en vistas a cómo era la situación de la Hacienda local. El propio Juan Espadas, como líder de la oposición, reclamó en su día estudiar los gastos para redimensionar el acuerdo rubricado antes por su partido y evitar lo que el PSOE consideró "el fiasco" de la Copa Davis. Pero Zoido ya se había adelantado e incluso se han modificado las condiciones exigidas en materia de hoteles y otros derechos para los visitantes, habituales en estos eventos e impropios en la actual coyuntura.

La duda que surge ahora es si la renegociación respondía también a la falta de confianza en los planes de Sáez que, por otro lado, él mismo se encargó de promocionar. ¿Es que no confiaba en esas posibilidades de negocio? ¿Otro cuento de la lechera? Lo bueno es que el cántaro ya se ha roto y todavía debe quedar margen para reconducir la situación y permitir que, sin grandes fastos ni derroches y evitando las críticas de la Davis, Sevilla cumpla con dignidad con su papel de anfitriona en el Mundobásket 2014, una vez que la comparación con sedes como Gran Canaria, donde el Gobierno central y el insular han contribuido a construir un gran palacio multiusos, es ya abimal.

El acuerdo inicial firmado por Monteseirín y Sáez ya apuntaba que Sevilla dispone de un palacio de deportes, el de San Pablo, que cumple con todos los requisitos para celebrar el campeonato y advertía que si se optaba por otra instalación ésta debería presentarse antes del 30 de diciembre de 2011. Pero tanto la federación como Zoido mantuvieron la llama del pabellón multiusos hasta agosto de 2012. Ahora sólo queda San Pablo, que se reformará, pero mínimamente y se dejará para meses antes. Es cierto que no hace falta más, pero estos eventos se organizan también para sacarles rentabilidad en forma de nuevos equipamientos o de ingresos. El Ayuntamiento de Sevilla se embolsará la mitad de la recaudación de las entradas, aunque hoy duda de la necesidad de ampliar el aforo del viejo palacio. Pues ya sólo queda explotar el Mundial, que se celebrará a menos de un año de las municipales, para obtener rédito político. Paso a paso. La cita hoy no es una prioridad en ninguna agenda y no son tiempos para la lírica, ni los sueños, ni el básket.

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