Nueve los devolvió Luis XVIII y uno Pétain, pero ninguno regresó a Sevilla. La recuperación de los diez murillos a su ciudad de origen es la puesta de largo en público de FANS (Fundación Andalucía Nueva Sociedad), un colectivo de 18 personas que van a aprovechar el comienzo del Año Murillo para difundir a los cuatro vientos lo que consideran "restitución de una injusticia, pues lo que procede de un delito, el hurto, no puede verse legitimado", en palabras de Fernando Yélamos, abogado, miembro de este colectivo.

La casualidad hizo que coincidiera la presentación de esta campaña, que irá acompañada de recogida de firmas, con el comienzo oficial del Año Murillo. Como contrapunto de la Sevilla oficial e institucional reunida en torno a esos fastos, los miembros de la fundación eligieron la sede Círculo Arte Vivo, una entidad gastronómico-cultural de tintes autogestionarios y libertarios.

Se los llevó Soult, nueve los devolvió Luis XVIII y uno se lo pasó Pétain a Franco

"El pleito no es contra Francia, sino contra el Gobierno de la nación", dice Yélamos, ya que los cuadros en cuestión se encuentran repartidos entre el Museo del Prado y la Academia de San Fernando. De lograrse, el Museo de Bellas Artes, epicentro del cuarto centenario, contaría entre sus fondos con diez murillos más, "un aliciente no sólo desde el punto de vista cultural sino el de un turismo de calidad".

El latrocinio de los franceses tuvo tintes desamortizadores y más de medio millar de cuadros salieron de España a partir de 1812. Según Yélamos, la idea de José Bonaparte era hacer en Madrid un Museo Napoleónico. El mariscal Soult, mucho más exquisito y mejor asesorado, era un admirador de la obra de Murillo y dio de fe de ello con el acopio. Menos escrupulosos fueron sus compatriotas que después vendieron muchos de esos cuadros. "Ahí no podemos hacer nada", dice el abogado Yélamos, "porque entramos en lo que en Derecho se llama terceros de buena fe".

La hermandad del Museo, que comparte espacio con la que está considerada segunda pinacoteca de España, el Museo de Bellas Artes, es titular de uno de esos diez cuadros. Los miembros de la Fundación esperan contar con dicha hermandad para sumar fuerzas en el pulso por la devolución. Se produce en el contexto de las múltiples celebraciones del cuarto centenario del nacimiento de Murillo, que en palabras de Enrique Valdivieso salvó la cabeza y la dignidad de quienes lo iban a homenajear cuatro siglos más tarde con el tiempo adicional que les regaló al figurar su partida de bautismo en los primeros días de 1618 y no en los últimos de 1617.

Franco murió en la cama y Pétain en un presidio. Dos políticos autoritarios, cómplices en el final de numerosos exiliados republicanos, que compartieron la devolución de uno de los murillos, objeto de una negociación casi detectivesca. La causa de estos cuadros debería servir para revisar la versión sobre la reacción de Sevilla con el invasor francés, "que no fue tan indolente y conformista como se suele decir" (Yélamos).

Una isla en el océano. Un colectivo de románticos en el contexto de los empujones para la foto oficial que reeditando el Libelo contra Madrid de Antonio Burgos e indirectamente el espíritu del 4 de diciembre contra los estragos del centralismo quieren recuperar los murillos franceses con los que se quedó Madrid. A la reunión asistió Concha Cobreros, de la Fundación de Itálica, que también prepara los 19 siglos del relevo imperial de Trajano por Adriano, emperadores sevillanos. A diferencia de Velázquez, no consta que Murillo viajara a Italia, aunque alguna luz podría dar al respecto el seminario que José Manuel Rodríguez Hidalgo dirigirá sobre Itálica y las artes plásticas. En una mesa cercana, otro grupo preparaba la celebración de los 90 años de la reunión de la generación del 27. Murillo, Elcano y los poetas reunidos en torno a Góngora y Sánchez Mejías. Sólo faltaba la gesta de Elcano para completar el insólito consejo de ministros de este Ministerio del Tiempo.