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Adaptado a su incomodidad

  • El Sevilla no pierde los nervios e interpreta un fútbol práctico al no tener el control en los pasillos interiores

  • Ahogados N'Zonzi y Banega para el ataque organizado, interpretó la contra

Adaptado a su incomodidad

Adaptado a su incomodidad

El Sevilla se metió en la final haciendo un ejercicio de adaptación al medio. Incomodado casi siempre por un Leganés que propuso, como se esperaba, un partido muy físico, vivió de la calidad de sus hombres de arriba. Se puso el uniforme de equipo letal al contraataque y dejó que Muriel y Franco Vázquez interpretaran el fútbol que demandaban las circunstancias.

Sufrió, sí, fue incomodado y en pocas fases se sintió a gusto, pero se adaptó a su propia incomodidad para mandar en la semifinal gracias a la mayor calidad de sus futbolistas. Interpretó el estilo que la dirección deportiva repudió cuando, en su día, quiso cambiar el modelo que le había dado éxitos y títulos con Emery por la posesión de Sampaoli y sus continuadores, entre los que se encontraban Berizzo. El Sevilla de Montella se metió en la final al contraataque, utilizando como armas la velocidad de Muriel, sí, aunque también adaptando el legado del argentino con el partidazo de pausa, robo y genio que hizo el Mudo, autor del gol de la sentencia final.

Defensa

Montella ordenó una presión de alta intensidad arriba en la que mandaba la explosividad y la arrancada de Muriel. Fue curioso, pero los dos equipos rivalizaron en presionar la salida de balón del contrario. Lo único que pasó es que al Sevilla lo ahogaron en la creación, mientras el Leganés se hacía fuerte en el centro del campo.

Garitano mandó cerrar los pasillos interiores, pero a la vez apretó, como en la ida, en la banda de Escudero, donde El Zhar comenzó incomodando mucho el sistema defensivo hispalense. El Sevilla también trató con la presión arriba de restar precisión a los previsibles balones colgados a la corona del área, donde el Leganés iba a tratar de hurgar en la herida de la intranquilidad de Sergio Rico.

Los robos de Franco Vázquez fueron fundamentales para equilibrar esta batalla, ya que Banega, clave en esa faceta habitualmente, no encontraba su sitio en el partido ante la superioridad numérica de los madrileños.

Ataque

La zona de creación fue ahogada por el Leganés, quien prescindió en esa zona de jugadores de más calidad como Gumbau para meter físico, jugadores ganadores de los duelos individuales y meter hacia dentro a El Zhar y a Amrabat para cerrar los pasillos interiores y no permitir la claridad en el pase tanto de N'Zonzi como de Banega, que no encontraban las líneas de conexión.

El desborde y la arrancada de Muriel fue la espoleta para que el Sevilla se estirara. El colombiano, secundado también un poco por Correa, lograba alargar las posesiones y, encima, desequilibraba. El ex de la Sampdoria, con sus conducciones, también atraía rivales y favorecía la aparición del hombre libre. Tanto uno como otro buscaban el llamado pase de la muerte. En la recta final, la interpretación del contraataque ya fue en su sentido más puro.

Virtudes

Tener el aplomo suficiente para no caer en el nerviosismo.

Talón de aquiles

La fase ofensiva en estático fue fácilmente anulada por el rival.

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