Poco dado a las entrevistas, incluso menos que Jorge Sampaoli puesto que no hace distingos entre prensa provinciana y prensa nacional, Eduardo Berizzo sí dio pistas de su ideario cuando desembarcó en España como entrenador. En una entrevista concedida a la LFP en octubre de 2014, el Toto ofreció varias claves de la esencia que lo ha traído al Sevilla, en su salto más grande desde que entre 2007 y 2010 fuera ayudante de Marcelo Bielsa en la selección de Chile. "Bielsa me enseñó que nada está aprendido, que todo está por descubrirse. Fue una especie de guía, alguien que me educó en cómo empezar a dirigir", dijo entonces.

Con Sampaoli comparte incluso conceptos aprendidos del gran gurú rosarino, un maestro común del que Berizzo es más fiel por factores para él irrenunciables, como el marcaje al hombre en el centro del campo y un ideario absolutamente innegociable. Se podría decir que es menos flexible en su principio de priorizar el juego combinativo en posiciones adelantadas. No hay sitio para la versatilidad, aunque sí para el sometimiento del rival, el cacareado protagonismo que Sampaoli no siempre pudo o quiso llevar. "Me gusta llevar el control del partido. No me gusta ser dominado. Me gusta asumir el protagonismo. A veces el resultado lo confunde todo, tanto para un lado como para otro", dijo Berizzo cuando apenas llevaba tres meses en la Liga.

Una de las frases de Bielsa es que "uno tiene que enamorarse para convencer". La fidelidad, la lealtad a la idea es irrenunciable. Y el Sevilla ha querido ser fiel a una línea continuista con el estilo que trató de imponer Sampaoli. "Es que es un entrenador que cumple todos los requisitos que buscábamos por propuesta futbolística y perfil ambicioso. Es un técnico con hambre y eso es lo que necesitamos aquí", aseguró José Castro en SFC Radio. "Es el entrenador idóneo y el que ha propuesto la dirección deportiva para que sea nuestro entrenador las dos próximas temporadas".

El presidente del Sevilla reconoció que no fue "fácil" amarrar ese principio de acuerdo que tendrá certificación oficial cuando Berizzo regrese a España la semana que viene, después de pasar unos días de asueto en Chile, el país donde se hizo un bielsista irredento. "Las negociaciones han sido complicadas y es lógico. Cuando tú quieres a un entrenador de peso que lleva una línea enormemente ascendente es lógico que haya exigencias en una y otra parte y que haya toda esa negociación, que no sólo es económica, sino también deportiva y de proyecto", explicó el dirigente utrerano. Atar cada cabo de cada detalle ha sido tarea de chinos durante unos días de tremenda tensión y horas de negociaciones desde aquella primera reunión en Madrid entre Berizzo y Óscar Arias a finales de mayo, mientras la AFA se reunía en Sevilla para acordar la desvinculación de Sampaoli con la cúpula nervionense. Luego había que poner todo lo hablado sobre el papel, y ahí la minuciosidad de Berizzo empezó a cobrar forma.

La negociación con Sampaoli condicionó directamente la de Berizzo, en casi todos los extremos. El Sevilla no podía acometarla sin estar seguro del adiós del de Casilda y, además, influyó hasta la elevada petición de cobrar lo mismo que Sampaoli, como dijo públicamente uno de sus agentes. "Cuando realmente hemos negociado ha sido esta semana, tras cerrar el tema del anterior entrenador", reconoció Castro. Pero la ilusión del técnico de Cruz Alta, Córdoba, estaba claramente encauzada a dar un nuevo giro a su carrera en el Sevilla. "Nuestra primera opción era él. Está ilusionadísimo. Hablé ayer con él por teléfono y me gustaría que la gente escuchara con la ilusión con la que habla. La realidad es que la sintonía ha sido completa desde el principio", aseguró el presidente del Sevilla.

Berizzo, a sus 47 años, afronta su cuarta aventura como primer técnico, tras su fugaz paso por Estudiantes de la Plata, su éxito en O'Higgins (un Torneo Apertura y una Supercopa de Chile) y los tres años en Vigo. "Necesitábamos a alguien que, además de ser un profesional cualificado, tuviera esa hambre que llevamos en el ADN", remató Castro. El reto es grande. La ilusión, mucho mayor.