Celta-Sevilla FC

El ‘peor’ Sevilla gana... y alza la mano (3-4)

  • El cuadro de Lopetegui, en su noche más loca, sabe sobreponerse a todas las circunstancias y acaba imponiéndose con un gol del Papu Gómez

  • Los nervionenses están a seis puntos del Atlético a falta de 24 por disputar

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Las mejores imágenes del Celta-Sevilla

Las mejores imágenes del Celta-Sevilla / Lalo R. Villar | LaLiga

El peor Sevilla del curso, el más inestable, alzó la mano para luchar por cotas mayores en Balaídos. La razón es que no sólo divirtió a todos los que veían el partido por puro placer sino que derrotó al Celta debido a que anotó un gol más que el cuadro vigués y, además, dio un paso trascendental para repetir en la próximo Liga de Campeones. A partir de ahí, a falta de ocho jornadas para finalizar el campeonato liguero, lo que don Luis Aragonés Suárez denominara con su sapiencia el último tercio, llega tan colocado que sólo tiene seis puntos menos que el equipo que más ha acumulado a lo largo de todo el curso, el Atlético de Madrid.

Son los datos objetivos, los que jamás mienten y otra cosa serán las percepciones que cada quiera manejar a la hora de realizar sus correspondientes análisis. Pero en un ejercicio habitual de resultadismo de quien suscribe estas crónicas balompédicas, Hernández Hernández consignó en el acta un 3-4 favorable al Sevilla y, por tanto, los hombres de Julen Lopetegui hicieron más cosas bien que el piropeado Celta y tienen motivos más que de sobra para festejar, para otear el horizonte con alegría e incluso para llegar a soñar con algo que hace sólo un par de semanas parecía un imposible. Pero es que en ese espacio temporal los nervionenses le han restado nada menos que cinco puntos al líder la Liga española y volvemos a los números, los únicos incuestionables en este deporte.

El Sevilla salió vencedor, sin embargo, en una noche en la que no tuvo nada que ver con el equipo sólido de siempre desde que Lopetegui se hiciera cargo de él hace justo cien partidos oficiales. Era una sensación digna de estudio incluso, con una inseguridad defensiva que ni siquiera iba a desaparecer en los momentos en los que se debió sentir con fuerza gracias a la ventaja en el marcador.

El arranque con una mala cesión de Koundé y un despeje contra Bono de Diego Carlos no aventuraba nada bueno

Pero no, desde el minuto 2 ya se vio que la cosa no funcionaba como en otras ocasiones con una cesión de Koundé a Bono que ni los peores enemigos habrían firmado. Poco después era Diego Carlos quien remataba hacia su portería para que se confirmara que el Sevilla sólo se parecía al Sevilla en los colores de su equipación. El resto era absolutamente diferente. Y ni siquiera se iba a alterar ese discurrir tan extraño con el gol que materializaba Koundé al rematar de forma impecable un saque de esquina botado con fuerza por Acuña.

Corría el minuto 7 y era una circunstancia que en otras ocasiones hubiera servido para que la muchachada de Lopetegui se viera lo suficientemente segura y comenzara a dominar el juego a través del control y del toque. En absoluto iba a ser así, la presión ordenada por Coudet, con Iago Aspas tapando siempre al futbolista libre en la salida del balón y con un buen manejo posterior por parte de los celestes provocaba demasiadas inseguridades en los visitantes.

Los sevillistas, con un Jordán ahogado y sin mando, no tuvieron en ningún momento el control

Tanto es así que toda la ventaja se iba a esfumar bien pronto. Un mal despeje de Koundé al costado que no llega a salir y tampoco encuentra colocado a Jesús Navas es aprovechado por el Celta para situar rápido la pelota en el lugar que había abandonado el central francés. Penalti posterior a Santi Mina y empate para que todo volviera a estar como al principio, aunque con la diferencia de que el anfitrión estaba siendo infinitamente mejor en todas las facetas.

Y más que se iba a incrementar el castigo en otra acción que roza el surrealismo por parte del Sevilla. Una falta en la frontal del área del Celta se convierte en una pérdida absurda por arriesgar en los toques en lugar de buscar el remate con todos los centrales arriba y la contra del Celta pilla, lógicamente, a todo el equipo de Lopetegui fuera de sitio. La pelota le llega a Iago Aspas en el círculo central y éste recorre todo el campo en solitario para definir como él sabe hacerlo, con precisión.

Todo volvía a volverse en contra para el Sevilla, pero, paradójicamente, ahí llegaría el mejor rato de los nervionenses, que incluso serían capaces de reaccionar con una doble pared trazada por Fernando con Koundé y Suso para poner de nuevo la igualada tras rozar el tiro en Aidoo.

Ni siquiera con el empate a dos iban a solidificar los hombres de Lopetegui su defensa y se fueron al descanso 3-2

¿Era suficiente esta nueva circunstancia, unida a la lesión de Santi Mina, para que el Sevilla empezase a jugar como lo suele hacer el Sevilla? Pues no, aunque en el tercero del Celta sí hay un componente esencial, que es el mérito del rival. Iago Aspas hace una genialidad con Rakitic protestando una posible falta, deja pasar un balón y Brais Méndez se queda solo delante de Bono para volverlo a batir.

El Sevilla se iba a la caseta con tres goles encajados, algo que difícilmente le había sucedido en los 99 partidos anteriores con Lopetegui y con la inquietud de que el equipo no tenía nada que ver con lo demostrado en la inmensa mayoría de esas citas anteriores al centenario.

Pero a partir de eso momento todo variaba, al menos en lo referente a recibir más goles por parte del rival, no en lo que tiene que ver con la inseguridad defensiva, que siguió existiendo hasta el minuto 94, cuando Hernández Hernández lanzó tres silbidos que fueron recibidos incluso con júbilo. El Sevilla, eso sí, con Fernando como claro tercer central ya, fue mucho más sólido y pudo atacar sin padecer más castigo real en contra.

Con Fernando ya como tercer central y unos cambios cada vez más ofensivo, el Sevilla se puso por delante

La nueva igualada no iba a tardar en llegar y lo hizo con todos los actores fuera de sus posiciones habituales. En-Nesyri era el extremo, el protagonista de un buen centro al área, Ocampos era el ariete que iba a buscar el remate y Rakitic quien apareció en el sitio justo para hacer de cazagoles con una tranquilidad pasmosa. El Sevilla se había vuelto a colocar parejo y le restaba mucho tiempo por delante para tratar de ganar aquello.

Lopetegui fue haciendo cambios a partir de ese momento y en todos ellos transmitía a los suyos que quería más, que merecía la pena arriesgar por el sueño y no guardar lo conseguido para asegurar esa plaza de Champions que ya está tan cerca de confirmar matemáticamente incluso.

La ambición del Sevilla tuvo su premio con el gol del Papu Gómez, que deja a los blancos a seis puntos del líder

El Sevilla quería más, era ambicioso y ahí tendría el Papu Gómez ese papel estelar para el que fue contratado en invierno. El argentino fue a presionar una salida de Aidoo, aprovechó el regaló del central africano y después ejecutó con maestría con su disparo con la izquierda a la red. El cuadro de Lopetegui, después de tanto sufrimiento, volvía a estar por delante y abría la espita para el sueño.

Desde ahí, ya con muchos hombres de refresco, Bono sufriría más por lo que podía pasar en esa locura que por la realidad de las opciones del Celta. El Sevilla supo aguantar las últimas embestidas, debió sentenciar en las contras, sobre todo una de Óliver Torres, y se marchó de Vigo con la sensación de que había sido capaz de sumar otros tres puntos incluso en los días de máxima inseguridad en su mejor faceta, la del control.

Este Sevilla es tan gran equipo que gana incluso cuando juega uno de sus teóricos peores partidos, algo en lo que discreparan quienes sólo gozan del espectáculo, pues los hombres que defienden la fe balompédica radicada en el sevillanísimo barrio de Nervión no pudieron ser más divertidos para el neutral. Y encima ya suman 61 puntos, sólo seis menos que los 67 del Atlético cuando faltan por litigar 24 en las ocho jornadas que restan. El sevillismo tiene todo el derecho a soñar, su equipo, hasta en un día menos bueno, ha alzado la mano y ya no queda mucha Liga, sólo ocho jornadas, la siguiente es contra la Real Sociedad y es cuestión de volver a ganar. Así hasta ocho veces más para que el sueño permanezca latente, ¿por qué no?

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