Huesca-Sevilla | Contracrónica

El 'Mudo' y el 'Potro' le cantan a Diego

  • Un tango de Gardel, apodado como Franco Vázquez, homenajeó a Maradona antes del partido

  • Ocampos, el único argentino sobre el césped, puso la firma de matera y bombilla

Los jugadores del Sevilla y del Huesca recuerdan a Maradona en El Alcoraz.

Los jugadores del Sevilla y del Huesca recuerdan a Maradona en El Alcoraz. / Javier Blasco / Efe

Lucas Ocampos fue el único jugador argentino que pisó el césped de El Alcoraz con el partido en juego. Estuvo presente Diego, el más grande, el homenajeado este fin de semana en todo el mundo allá donde hubo una pelota en movimiento. Y estaba Franco Vázquez en el banquillo, el Mudo, pero no salió esta vez y tuvo que rumiar su tristeza calentando banquillo, o grada en estos nuevos tiempos de fútbol en convivencia con la pandemia de Covid-19.

Luego estuvo otro, Carlos Gardel, un francés de Toulouse criado y nacionalizado en Argentina al que también apodaban el Mudo, entre otras muchas cosas, y cuya voz se hizo presente para cantarle al mito del balón en un minuto de silencio que puede decirse que lo fue porque cantó el Mudo.

Era una noche para los argentinos, para llorar junto a una matera y chupar de una bombilla mientras se disfrutaba de un buen partido de fútbol, con pasión, con bufandas y los amigos de siempre.

La verdad es que el partido no tuvo eso. Para no tener, no tuvo ni público, seguro que lo que peor llevará Maradona de estos homenajes a su figura. El Pelusa no entendía el fútbol sin la pasión de una grada rugiendo. Por eso, cuando acabaron los sones del tango de Gardel y los futbolistas del Sevilla se quitaban esa camiseta réplica de aquella Butka que lució Maradona en su presentación ante el Bayern Múnich, la magia parecía que se esfumaba.

Pero apareció un argentino, el Potro Ocampos, para sacar el orgullo de la patria y de la nación que ha parido a tres de los cinco mejores futbolistas de toda la historia del fútbol. Hasta entonces el de Quilmes andaba como en muchos días, intentándolo todo y resoplando de impotencia. La tuvo con el 0-0, en el minuto 73, cuando una gran dejada de De Jong lo ponía solo ante Andrés Fernández, pero su disparo le salió al muñeco.

No era el día de fallar mucho porque el Huesca esconde los pasillos como nadie. Hermético como pocos equipos, le hizo el vacío a su defensa para pintar una primera parte que aburría a las mismísimas ovejas.El Mudo, el que juega al fútbol, esperaba en el banquillo a que Pablo Sanz, el segundo de Lopetegui, diera la orden de su salida para cumplir el sueño de cualquier argentino en estos días, pero el cordobés se quedó con las ganas.

Sobre el pasto sí estaba Ocampos, decidido a poner el lugar que se merece al fútbol argentino y rumiando todo lo que le pasó por la cabeza al malograr esa ocasión que difícilmente se le volvería a presentar. Pero su raza de purasangre desbocado salió a falta de ocho minutos del 90. Demarrar, escorarse a la derecha, aguantar la cerrada de los defensores como Maradona ante los ingleses y poner ese balón al primer palo para que En-Nesyri metiera su bota derecha. El sello de los argentinos estaba ya en el marcador de El Alcoraz el día que no podía faltar un homenaje a Diego.

El Mudo Gardel, el Mago, el Rey de Tango, cantó en Huesca, los jugadores del Sevilla sufrieron “como cabrones” como vaticinó Lopetegui, y el Potro Ocampos dejó el sello de mate y bombilla, algo que no podía faltar en cualquier noche maradoniana, que a partir de ahora serán todas para un equipo que nunca se rinde, un carácter que de alguna forma insufló en el ADN de este Sevilla un jugador que siempre llevó la cabeza arriba en el campo, que se peleó con todo lo que había que pelearse para defender lo que creía suyo y que atendía a un nombre mágico, irrepetible y elevado ya a todos todos los altares, no sólo futbolísticos: Diego Armando Maradona Franco.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios