Desde mi córner

Noche dura, pero Sampaoli no hereda un cadáver

  • El adiós de Lopetegui fue en loor de multitud a pesar de la goleada ante el Dortmund

Despedida cruel, pero emotiva para el hombre de las tres Champions consecutivas y que se va tras 170 partidos en los que hubo más luces que sombras, muchas más. Muchas emociones agolpadas y un Lopetegui que se va ovacionado de la que ha sido su casa durante más de tres años. Se fue ovacionado después de que su equipo se encuentre casi desahuciado de esta Champions tras el durísimo correctivo recibido del Borussia Dortmund.

Estábamos ante una noche de cuchillos largos en Nervión, pero el comportamiento de la grada hacía creer que era una noche más de fiesta, una de tantas noches como el Sevilla ha ido disfrutando desde aquel zurdazo de Puerta un jueves de Feria. Ni siquiera el jarro de agua helada que supuso el misil de Guerreiro cuando aún no se había roto a sudar sofocó el calor que llegaba a la cancha. Y se produjo una especie de comunión entre el equipo y su gente, claro que sí.

Y es que pudo el Sevilla nivelar el pleito en ocasiones bastante claras, sobre todo las que disfrutó En-Nesyri. Se olía el empate, pero la sensación de defensa vulnerable revoloteaba por la vertical de Nervión. El Sevilla era mucho más corazón que cabeza, las líneas no se apretaban y los renanos amagaban una y otra vez con demasiado campo por delante. Y tanto fue el cántaro al área de Bono que en un cerrar y abrir de ojos, los alemanes se ponían tres goles por delante.

Lamela parece reactivar al Sevilla con su presencia y vuelve a esperanzarse Nervión con el testarazo de En-Nesyri a la red. Son momentos ilusionantes en los que el subconsciente recuerda aquello de que nunca se rinde, pero la noche no da concesiones y los alemanes ligan póquer con el cabezazo de Brandt a un cuarto de hora de que se arríe el telón. Y se demostró anoche que Sampaoli no hereda un cadáver, pero tantas limitaciones defensivas son insoportables.

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