Wolfsburgo-Sevilla | La previa

Prueba de madurez para el Sevilla en Wolfsburgo

  • El equipo de Lopetegui, a imponer su teórica superioridad sobre el rocoso Wolfsburgo para corregir el borrón ante el Salzburgo

  • Delaney y Rafa Mir, ante una gran ocasión para que sus roles crezcan

Acuña y Rakitic, a la llegada a San Pablo para viajar a Wolfsburgo.

Acuña y Rakitic, a la llegada a San Pablo para viajar a Wolfsburgo. / Antonio Pizarro

Hora de ganar en Europa. Hora de acallar las primeras dudas abiertas en el disparatado estreno en Nervión. La comedia de enredo que fue el estreno sevillista en esta Liga de Campeones ante el Salzburgo inyecta de una trascendencia añadida la visita del equipo de Julen Lopetegui al Wolfsburgo. La madurez y el crecimiento a nivel internacional del Sevilla se debe reflejar en situaciones como la que va a afrontar esta noche en el corazón de la Baja Sajonia: un club que quiere inmiscuirse entre los tres grandes del fútbol español debe mirarle a los ojos a un equipo del segundo escalón de la Bundesliga y dejarle claro que no tiene ninguna posibilidad de salir por su propio pie del encuentro.

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En la Champions, los realmente buenos, los que llegan a cuartos de final como mínimo, no dejan arrebatarse su estatus y su poder ante rivales que viajan en estratos inferiores, por mucho que sean equipos competitivos –en la Champions todos tienen algo que ofrecer– y que jueguen sobreexcitados por el lujo de las estrellas. Los realmente buenos pueden pasar momentos de apuros en los partidos, sobre todo fuera de casa, en ambientes extraños, climas extraños, terrenos de juego extraños, incluso jugadores extraños. Pero al final, suele mandar la calidad, el empaque. Las tablas. Y se salen con la suya. Cansados, pero con los tres puntos en el avión de vuelta.

Y eso es lo que debe hacer valer el Sevilla hoy. Se ha ganado ese estatus, su plantilla está trufada de jugadores expertos en estas lides y, tras el tropiezo inicial ante el Salzburgo –una formación de una estirpe similar a los germanos que hoy ofician de anfitriones– , al Sevilla le toca recomponer la figura y hacer valer su condición de favorito a quedar primero de este Grupo G que contiene más trampas soterradas de las que parece.

Ganar los tres partidos de casa y arañar algún punto fuera deja en la mano el pase a los octavos de final. Y ese empate con los austriacos en el Ramón Sánchez-Pizjuán ha llevado a los sevillistas a un déficit que deben subsanar esta noche con una victoria, para que el frente europeo no obligue a centrar más esfuerzos de los convenientes en las cuatro jornadas que aún le quedarán con Lille (dos veces), Wolfsburgo y Salzburgo. La Liga es la Liga, y más la presente, con tan nobles expectativas para los de Lopetegui, y no ganar hoy va a complicar mucho que el preparador vasco se pueda tomar con algo de relajación los últimos partidos de esta fase de grupos.

Una señal, por encima de todas, alimenta el optimismo en la delegación sevillista que ayer por la mañana partió hacia el norte de Alemania: el equipo, después de cierta atonía en sus primeros partidos de la temporada –Getafe, Elche, Salzburgo, Real Sociedad–, ya está acelerando. Su ritmo de balón va a más, como el vigor que desprenden los jugadores en sus acciones, según se pudo ver en sus dos últimos partidos ligueros en casa, ante el Valencia y el Espanyol.

Fuentes del entorno más cercano al equipo revelan un factor que tuvo mucho que ver en ese dificultoso despegue de la campaña: el Covid hizo mella en varios de los jugadores llamados a ser protagonistas en el arranque del curso. Y todavía hoy, trabajan para recuperar su nivel habitual. En ello están centrados fuera de la escena pública.

Mientras, los recién llegados van adquiriendo cada vez más protagonismo. Y mucho ha tenido que ver en que la respuesta del equipo se vaya pareciendo cada vez más a la que su afición, también los rectores del club, esperaban: Delaney, Lamela o Rafa Mir –también Dmitrovic y Montiel en sus apariciones más contadas– están respondiendo y han elevado el nivel de una plantilla que se resentía demasiado con las rotaciones la campaña anterior.

Hoy, dos de ellos, Delaney y Rafa Mir, tienen todas las papeletas para jugar de salida. El centrocampista danés, porque no podrá actuar el domingo en Granada tras su pueril acción ante el árbitro González Fuertes el pasado sábado, imprudencia que le costó la expulsión. Lo lógico es pensar que esta noche saldrá entre los titulares el ex del Borussia Dortmund. Y más teniendo en cuenta esa dilatada experiencia en Alemania: él sí conoce bien el ambiente, el clima y el terreno de juego. Incluso a los jugadores del Wolfsburgo.

Rafa Mir también va a formar en la delantera. La ausencia de En-Nesyri, sancionado y además baja para varias semanas por su rotura de fibras, lo carga de responsabilidades para tratar de superar la ordenada y rocosa defensa del Wolfsburgo. Si el Sevilla ha encajado sólo 2 tantos en 6 partidos y es el menos goleado de la Liga, los germanos han recibido sólo 5 en las mismas jornadas.

En su partido inicial de esta Champions, tuvo que jugar con diez un buen puñado de minutos, como el Sevilla –el central Brooks fue expulsado en el minuto 62, y En-Nesyri lo fue en el 50 ante el Salzburgo– , y no obstante el equipo que sustenta la multinacional Volkswagen se mantuvo en pie para empatar a cero en casa del campeón de liga francés, el Lille. Eso sí, vienen de sufrir su primera derrota del curso, ante el Hoffenheim (3-1) y antes tropezaron en casa con el Eintracht (1-1).

Después de liderar la Bundesliga en las primeras jornadas, los verdes han aflojado el ritmo. Genera remates, pero no acierta o rara vez lo hace. El bajo porcentaje de acierto ante las porterías rivales es extraña puesto que el equipo que entrena Mark Van Bommel tiene a atacantes como Luka Waldschmidt, Lucas Nmecha o Wout Weghorst –su hombre más peligroso– y un hombre rápido y con gran desborde como Dodi Lukabakio.

Para suplir al sancionado, el central estadounidense John Brooks, expulsado en la primera jornada, entrará el belga Sebastiaan Bornauw.

El guion apunta a que el Sevilla llevará la iniciativa. Está por ver si también el control. Más le vale, pues la Champions no perdona.

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