Valladolid - Sevilla FC

Un grande que no quiere parecerlo (0-1)

  • El Sevilla suma y suma, el tercero que más lo hace en la Liga, pero se empeña en complicarse la existencia por no rematar los partidos

  • Los hombres de Lopetegui especularon en exceso después del increíble gol fallado por Nolito antes del intermedio

  • Las imágenes del Valladolid-Sevilla

Los futbolitas del Sevilla se abrazan a Banega tras lograr el 0-1.

Los futbolitas del Sevilla se abrazan a Banega tras lograr el 0-1. / R. García / efe

El Sevilla es el tercer equipo que más puntos suma de la Liga española, sólo superado por los dos más grandes, Barcelona y Real Madrid, y eso habla muy bien del trabajo de la tropa de Julen Lopetegui. Además, en Valladolid consiguió su segundo triunfo consecutivo lejos del Ramón Sánchez-Pizjuán tras el que saboreara un par de semanas antes en el derbi contra el Betis y eso es suficiente motivo para que la felicidad sea plena por el sevillanísimo barrio de Nervión. Y dicho todo lo dicho, se le puede poner algún pero a la idílica situación del equipo blanquirrojo. Habrá quien no lo haga, pero como la entidad presume de la exigencia en todo momento, sí, lo hay, y éste no es otro que su entrenador y sus futbolistas se empeñan en ser un grande, pero sin parecerlo dentro de los campos de fútbol a los que visitan.

Lógicamente, una aseveración tan categórica tiene su argumentación en el análisis de este Valladolid-Sevilla, saldado con el triunfo de la escuadra visitante. Vaya por delante el resultadismo de quien suscribe este relato de los hechos y, por tanto, su pleitesía tras el desenlace final a toda la propuesta de Lopetegui y su cuerpo técnico, dado que en todas las clasificaciones que se puedan visitar se registra un triunfo del Sevilla.

Pero más allá de esa cuestión irrebatible, el Sevilla se empeña en vivir en el alambre ante rivales ostensiblemente inferiores. La especulación de su entrenador, que se mide en la forma en cómo afronta la media hora final, siempre jugando hacia atrás y buscando las zonas de confort para originar superioridades y que el tiempo vaya transcurriendo sin que pase nada, le está saliendo bien y así lo corroboran los puntos acumulados, pero el riesgo es máximo cuando en realidad no debería ser así.

Porque el Sevilla fue tremendamente superior al Valladolid desde el primer pitido de Prieto Iglesias hasta que el navarro sopló su silbato en tres ocasiones cuando Óliver Torres y Franco Vázquez se empeñaban aún en retrasar un saque de banda en el costado izquierdo sin que allí se llegara a jugar a nada. Tal vez, sin duda, fue el momento en el que menos se podía reprochar que así lo hicieran, incluso se merecerían ambos un aplauso por finiquitar la cuestión sin ningún tipo de riesgos, pero hasta llegar a ese punto habían pasado muchas cosas que lo dejaba todo al albur de un rebote, de cualquier centro mal defendido o de otra cuestión que tenga más que ver con el azar que con el propio fútbol.

Eso, precisamente eso, es lo que debía impedir el Sevilla, sobre todo buscando hacer el colchón más mullido para evitar la opción de un topetazo y quién puede argumentar que así lo hiciera, que se minimizaran los riesgos en la helada noche pucelana. El Sevilla, por el contrario, especuló y especuló, tocó sin tratar de matar el litigio y la suerte para él es que Vaclík ni llegó a sufrir siquiera más allá de aquel remate en el primer acto en el que Sandro le ganó el cuerpo a cuerpo a Jesús Navas y disparó, más mal que bien, de empalme para que el balón se fuera al travesaño tras el bote previo en la volea.

Las fotos del Valladolid-Sevilla Las fotos del Valladolid-Sevilla

Las fotos del Valladolid-Sevilla / EFE

El Sevilla, en cambio, debió dejar resuelto completamente el triunfo antes del intermedio, cuando una pelota de Banega, tal vez hacia De Jong, pilló al holandés absolutamente desubicado y acabó en los pies de Nolito. El sanluqueño tuvo todo el tiempo del mundo para anotar el segundo, mano a mano con el guardameta, que tardó un mundo en salir para cubrir la portería, pero lo que hizo fue una frivolidad impropia de un veterano. Su intento de picar la bola un poco podría ser hasta motivo de chanza en cualquier resumen navideño.

Oportunidad diáfana malograda y al Sevilla le tocaba seguir ajustándose los machos hasta el final del encuentro. Ya lo había hecho desde el arranque, con una alineación que ya puede ser considerada casi como la de gala para Lopetegui en la que entraba esta vez Joan Jordán en el lugar de Óliver Torres. Nolito y De Jong, por supuesto, volvían a estar entre los once elegidos. Una cuestión de gustos, por supuesto, y en la que siempre manda el criterio del entrenador, al que hay que respetar por todas las frases que se dicen al respecto, porque es el que los ve ejercitarse todos los días, porque no se va a tirar piedras sobre su propio tejado, etcétera, etcétera...

Con esos mimbres, el Sevilla iba a ser muy superior al Valladolid en el prólogo y, además, se iba a encontrar con un penalti made in VAR. Que lo fue, por supuesto que sí, pero está claro que el primer máximo castigo a favor del curso para los sevillistas jamás sería pitado sin la ayuda del vídeo. Igual que la repetición del mismo después de detenerlo Masip a Banega, igual de justo por adelantarse el guardameta. Y a la segunda el argentino acertó para que los suyos ya fueran por delante hasta el final del choque.

La primera fase tuvo altibajos, pues durante un tiempo el Valladolid sí llegó a atosigar a los azules, no mucho pero sí un poco. Después el Sevilla volvió a mandar y hasta debió sentenciar antes del ecuador. En la segunda mitad, Lopetegui trazó el plan de que no pasara nada y más allá de la lesión muscular de Jesús Navas y de la absurda expulsión de Ocampos, también irreprochable para el juez de no ser porque debió mostrar la segunda antes a Nacho en un par de topetazos, poco más aconteció.

El Sevilla dejó pasar el tiempo sin que nada, pero nada de nada, sucediera y al final festejó otros tres puntos para acumular 27 en 14 jornadas. Los números, y en eso coincidirán todos, son de equipo grande, otra cosa es el comportamiento en el césped por el exceso de especulación. Son métodos tan válidos como otros y los sevillistas tienen motivos para acabar los partidos tremendamente felices. No hay más..

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