Media hora es lo que el Cádiz se mantuvo de pie ante un Sevilla que le descubrió las costuras como el que lava, sin apenas esfuerzos. En el corazón del vértigo de la cuesta de enero, el equipo de Lopetegui se encontró con el rival adecuado para que el desgasta sea el menor posible y de la mano de los goles del enrachado En-Nesyri consiguió que todo fuera un trámite y que se pueda mirar al frente descansado y con optimismo.

Era el compromiso con el Cádiz una visita que se acogía con el debido respeto, pero sin un ápice de duda de que el triunfo no era negociable. Y el partido transcurría con el equipo de Lopetegui llevando el peso del partido ante un rival que se defendía con orden, pero sin apenas atravesar el ecuador de la cancha. Podía comprobarse que había mucho de laboratorio en la filosofía de ambos contendientes y hasta hubo un momento en que empezó a descartarse la llegada del gol.

La tarde iba de dominguera para Bono y Ledesma cuando nuevamente Suso, minuto 35, se sacaba de la chistera uno más de sus rentables zurdazos para que, otra vez más, En-Nesyri, ese depredador del área, oportunamente abriese el marcador. Y un par de minutos después, En-Nesyri, que anda con un ojo cerrado, saca oro de ese laboratorio que dirige Lopetegui para que, al alimón nuevamente con Suso, deje el pleito prácticamente visto para sentencia.

Para entonces ya parece haber bajado definitivamente los brazos la amarilla tropa de Álvaro. Tras el descanso se apeló a la provechosa conseja de nadar y guardar la ropa y de ir aliviando de carga de trabajo a las piezas más fundamentales. Eso no impediría que En-Nesyri incrementase su cuenta anotadora. Mientras, en la otra orilla, el Cádiz asistía resignado a la par que daba gracias al Cielo por los puntos tan pronto conseguidos. Eran dos rivales y eran dos Ligas, casi nada.