Liga Santander

Con el viento en popa y a toda vela (2-0)

  • El Sevilla barre a un pobrísimo Athletic en la primera media hora de juego y pone todo de su parte en la lucha por la cuarta plaza

  • Los goles de Muriel y Franco Vázquez llegaron tras una infinidad de oportunidades

Muriel celebra su tanto con Correa y Franco Vázquez.

Muriel celebra su tanto con Correa y Franco Vázquez. / Antonio Pizarro

El Sevilla continúa con su escalada en la Liga. Vincenzo Montella, tantas veces criticado a través de los números, acumula cuatro victorias casi consecutivas de no ser por el desastroso paréntesis contra el Atlético y eso le ha servido a los suyos para otear el horizonte con ciertas esperanzas de alcanzar esa cuarta plaza que parecía quimérica no ha mucho. Todo fue merced en esta ocasión a la placentera victoria contra un Athletic Club que jamás llegó a inquietar a los nervionenses, muy superiores en todo momento, y con la tranquilidad de haber finiquitado la cuestión por la vía rápida en torno a la media hora de juego.

Más o menos todo eso tiene que ver con los datos objetivos, ni siquiera existe ningún aspecto debatible en ese primer párrafo de la crónica de los acontecimientos de una tarde tremendamente desapacible en el Ramón Sánchez-Pizjuán por el elemento climatológico, lluvia y fuerte viento, no por el juego que ofrecieron los suyos a quienes sí osaron a presentarse en el coliseo nervionense. Porque el Sevilla llegó a tener fases agradables en su concepción futbolística, sobre todo durante el primer periodo, cuando barrió del mapa al experimento que había ideado Cuco Ziganda en su afán por sorprender a los sevillistas.

No lo consiguió el técnico navarro, desde luego que no, el Sevilla siguió fiel a los principios balompédicos de Montella y bajo ellos se guio desde el principio hasta el final. Desde la misma alineación inicial quedó claro que todo iba a seguir siendo igual que casi siempre con el italiano en el banquillo. Ni el más mínimo experimento, los 11 titulares indiscutibles con la excepción del lesionado Jesús Navas, a su vez sustituto de Corchia, en el lateral derecho, la única posición que está variando desde que el entrenador sevillista diera con la pócima mágica en la ida copera disputada en el Wanda Metropolitano.

Con la combinación de semejantes elementos, el Sevilla fue mandón desde el principio y debió noquear al Athletic incluso antes de lo que lo hizo, que ya es decir. Los blancos tuvieron una infinidad de acercamientos hasta un acertado Kepa antes de que Muriel fuera el encargado de abrir el marcador en un saque de banda puesto en juego por Sarabia y resuelto con astucia en un plis plas.

Así iba a llegar el tanto que lo desequilibraba todo antes de la media hora, pero ya era increíble que el Sevilla no hubiera llegado a ese momento por delante en el marcador. Desde que Kepa le hizo una buena parada a Correa en el minuto 6, la sucesión de remates con opciones de gol de los anfitriones fue continuada y de no ser porque la electrónica ya permite más espacio la hoja de la libreta del cronista se podría haber quedado pequeña con prontitud.

A saber, Íñigo Córdoba salvó otra opción de gol de Correa inmediatamente después a ese minuto 6; después el propio extremo argentino del Sevilla cabeceó un córner con todo a favor y se fue fuera por muy poquito; tras un disparo fuerte de Banega en el borde del área, llegaría una buena parada de Kepa a Sarabia tras un pase profundo de N’Zonzi; y antes del 1-0 aún llegarían un disparo de Franco Vázquez colocado del borde del área aunque flojo y un espectacular cabezazo de Muriel que se estrelló casi en la cruceta mientras Kepa intentaba soplar incluso más que el viento para que no acabara finalmente dentro…

El dominio del Sevilla, tal vez ayudado por el aire a favor y también, por qué no decirlo, por la impericia de un Athletic que perdía la pelota nada más que sus centrocampistas se veían un poco presionados, era absoluto, demoledor. Aquello era un monólogo que no podía acabar de otra manera si los blancos solventaban el tradicional déficit en la parcela ofensiva para decantarlo todo.

Y no tardaron en conseguirlo, como ya quedó expresado con anterioridad. Un saque de banda puesto en juego por Sarabia, una acción pícara de Muriel dejando pasar el balón, y una superioridad tremenda a partir de ese instante. Franco Vázquez se la puso por delante al colombiano y éste sí definió con acierto en esta ocasión. Antes de la media hora llegó el primero y apenas sobrepasada se contabilizó el segundo de los blancos en un gran cabezazo de Franco Vázquez a un perfecto centro de N’Zonzi.

Entonces, sin embargo, surgió el problema. Mejor dicho, pudo aparecer el inconveniente, pues la realidad del 2-0 final sentencia que no fue así. El Sevilla pareció pensar que el litigio ya había quedado resuelto y que ni siquiera era necesario disputar la hora restante. Economía del esfuerzo, algo que también aparecía muchas veces en aquella poderosa escuadra que entrenaba Juande Ramos, a la que en la concepción del fútbol, no en los jugadores por supuesto, comienza a parecerse el actual equipo que maneja Banega en el campo.

El Sevilla comenzó a dejar pasar el tiempo, incluso sufrió antes del intermedio en un par de sustos propinados por Iñaki Williams, pero lo vio tan fácil que ni se alteró cuando el Athletic recurrió de golpe a Beñat, Raúl García y Aduriz. Los hombres de Montella siguieron a lo suyo, tampoco le temieron al aire en contra y pensaron que para qué interrumpir tan pronto el tiempo de sesteo que ya habían iniciado.

Eso sí, sería injusto no aclarar que el Sevilla fue también tremendamente superior en este segundo periodo, que no sufrió jamás y que incluso debió contabilizar más tantos a través de Nolito y Franco Vázquez, éste en una frivolidad por querer firmar el gol de la jornada. Dio igual, los sevillistas ya habían ganado el partido desde muchísimo antes y siguen viento en popa, nunca mejor dicho, hacia arriba. Por su parte no va a quedar, está claro, ahora falta que falle su gran rival...

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