Sevilla FC

La eterna batalla del equilibrio

  • Rebajar la euforia tras las victorias y no dramatizar si éstas no llegan, lucha continua del entrenador con el grupo y con el entorno

  • Equipo y afición se necesitan

Lopetegui, reflexivo en el duelo ante el Valencia.

Lopetegui, reflexivo en el duelo ante el Valencia. / Antonio Pizarro

Es la eterna lucha entre el entrenador de fútbol y el resto del mundo. Julen Lopetegui lo recordaba, como sus habituales y recurrentes comparaciones con el melón y la siguiente curva, nada más confirmarse la brillante victoria de los suyos ante el Valencia el pasado miércoles.

“Acabamos de empezar y lo más importante es estar ajenos al ruido exterior cuando no ganas. Ser conscientes de que el periodismo no nos tiene que guiar. Cuando ganamos hay que mejorar y cuando perdemos no todo está mal”, decía el de Asteasu, tratando de convencer a un entorno que, así, al momento, lo puede llegar a entender, pero que rápidamente lo olvida: desastre tras las derrotas, dudas después de un empate y euforia cuando llegan las victorias.

Pero el fútbol está montado así y más en una ciudad como Sevilla, aunque bien harían cada una de las partes en ponerse en el lugar del otro. Está claro que en la búsqueda del equilibrio está la virtud y los que están a diario al frente de un grupo saben que cada semana toca una labor psicológica distinta que, por regla general (o siempre), va en la dirección opuesta a la que piensa la afición, la prensa y el entorno en general.

Cuando hay victorias es importante rebajar la euforia y aprovechar el refuerzo positivo no más de lo preciso; y cuando hay malos resultados hacer creer a los futbolistas que están trabajando bien y que, corrigiendo una serie de errores, el aire comenzará a soplar a favor más pronto que tarde.

El Sevilla embarcó las dudas de un plumazo ante un rival que llegaba empoderado a Nervión, convenció al entorno, pero sobre todo, se reforzó a sí mismo ante los nervios que habían levantado tres empates, dos fuera de casa y uno de ellos contra un enemigo directo, y otro ante un rival de Champons.

¿Y a partir de ahora qué es lo que queda? Es muy complicado –si no imposible– domar los sentimientos ajenos, aunque siempre fue una materia que los entrenadores se plantearon en todos sus destinos el tratar de educar a la afición para convertirla en más provechosa y proactiva en beneficio del equipo.

El Sevilla, entre dudas razonables o no y no pocas críticas, se ha instalado ya en la zona Champions con un partido menos que la mayoría de sus rivales. Está invicto y es el equipo menos goleado de la Liga Santander, ofreciendo además sensaciones de mucha seriedad, según han reconocido los entrenadores de todos los equipos a los que se ha enfrentado hasta el momento.

Está claro que debe corregir errores, pero no cuando no logra encandilar a su afición o cuando no gana, Y a eso se refiere un Lopetegui que, por ejemplo, en la victoria ante el Valencia, particularmente en la segunda mitad, vio más errores que subsanar que en el último partido fuera ante la Real Sociedad, en el que el rival apenas se acercó a la portería de Bono hasta muy al final.

Acabado de cumplir sus primeras 50 victorias en la Primera División española (46 con el Sevilla) de un total de 82 partidos, el entrenador vasco sigue obsesionado con mejorar y así lo hace a diario exigiéndose a sí mismo, exigiendo a su cuerpo técnico y también, cómo no, a los futbolistas.

La afición necesita al equipo y el equipo necesita a la afición, por lo que esa búsqueda del equilibrio ha de ser un ejercicio obligatorio por parte y parte cada semana.

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