Desde mi córner

El Sevilla escaló a base de casta y de coraje

  • Un error de Vaclík iba a complicar una tarde que se intuía apacible, pero la fe mueve montañas

Bien está lo que bien acaba y lo cierto es que la historia tuvo un final felicísimo para el Sevilla tras un pleito que se le complicó de forma inesperada. Dos goles al final desnivelaron un pulso que el Celta tuvo a mano durante un tiempo considerable, pero la fe del Sevilla es inconmensurable y con esa forma de vida, lo lógico es que los éxitos proliferen. Puede jugar más o menos bien, pero que va a cada balón como si le fuese la vida es impagable.

Con una carga de surrealismo increíble, el partido discurría de forma que prometía una goleada búlgara del Sevilla. Sin exageración alguna, a los nueve minutos puede ir cinco a cero y sólo luce el gol de Koundé. El Celta es un saco que el Sevilla utiliza de punching ball, con ocasiones a granel, pero resulta que ese Celta errático y que se quita de encima al Sevilla como buenamente puede va a encontrarse con un inopinado regalo de Vaclík para que Aspas empate.

Y ahí ya entra el Celta en el partido, con mejor trato al balón que un Sevilla descerebrado y que sólo ataca gracias a los centros de Navas y a las acometidas de Ocampos. Y si ya la cosa no pinta como se auguraba, una contra que Aspas le gana a Fernando le facilita a Nolito volcar el resultado. Parece mentira, pero es la cruda realidad que se arregla sobre la campana intermedia mediante el enésimo servicio aéreo de Navas que en En-Nesyri caza con un gran cabezazo.

Ese gol del marroquí va a ser el impulso que le dé alas al Sevilla para un acoso que agobia al rival, aunque serán los gallegos los que tengan las más claras ocasiones de marcar y, de paso, para que Vaclík se reivindique evitando sendos goles de Mina y de Aspas. Pero tanto va el cántaro a la fuente viguesa que a cinco minutos del final va la tropa de Lopetegui a desatascar un partido que ni a imaginar encerrase tantas dificultades al principio, claro que bien está lo que bien acaba.

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