Primer asalto y triunfo sevillista con claridad y hasta dando pie a pensar que la tropa de Lopetegui tiene en el bote media visa del pasaporte a la Cartuja. Rozando la perfección, el Sevilla dejó bien claro qué es lo que significa en el fútbol mediante conseguir que el todopoderoso Barça de Messi apenas contase con alguna ocasión de gol. Y eso es muy serio y muy difícil de lograr, por lo que los goles de Koundé y de Rakitic no tuvieron respuesta.

A partir del paradón de Bono a Messi, el partido va a desarrollarse bajo el guion que ha escrito el Sevilla. Hasta entonces, estudio de uno al otro, caracoleos de Dembélé, ausencia del Papu y la sensación de que estamos ante un espectáculo con dos actores de muchísima enjundia. Sevilla y Barça, en un duelo sin que nadie vislumbre quién va a tumbar a quién. Y a todo esto, ya Koundé ha dado un aviso surgiendo en el área rival como un fantasma, sin que nadie se oriente.

Pero quien hace un cesto puede hacer un ciento y, eso sí, el aviso no era de fogueo, sino fuego real cuando no se ha cumplido la media hora. Una incursión en zona enemiga del prodigioso central francés acaba en la red culé tras túnel a Umtiti. Y con eso, el partido va subiendo decibelios para que el ruido aturda al campeonísimo. Así se llega al descanso para que la continuación sea una historia distinta, pero que también contará con final feliz para los sevillistas.

El Sevilla se siente igual de a gusto atacando que defendiendo y en este papel de yunque ante un martillo tan poderoso como el azulgrana se da trazas para que el portal de Bono apenas corra peligro. Y si corre, ahí está el marroquí para volver a frustrar los deseos de Messi. Un gol de Rakitic a la contra es la guinda de un pastel que cuenta con la impagable sustancia de que el Barça no anotase de visitante, por lo que la cita del Camp Nou en tres semanas pinta blanca, blanquísima.