Sevilla FC-Valladolid

Lo peor, puede dar hasta las gracias (1-1)

  • El Sevilla ofrece peligrosos síntomas de fatiga y no sólo no es capaz de someter al Valladolid sino que incluso fue salvado al final por Vaclík

  • La escuadra de Lopetegui careció de la frescura necesaria para profundizar

  • Vídeo-resumen del empate en el Ramón Sánchez-Pizjuán

Munir, entre dos rivales pucelanos.

Munir, entre dos rivales pucelanos. / Antonio Pizarro (Sevilla)

Peligroso paso atrás del Sevilla y no tanto por el resultado final sino por la sensación de fatiga expresada por la tropa de Julen Lopetegui. La continuación de esfuerzos en una plantilla que se mueve con muy pocas piezas de garantías está provocando que los sevillistas no parezcan frescos a la hora de tomar esas decisiones que los deberían conducir hasta el Olimpo de la Liga de Campeones. Es justo lo contrario, hasta el Valladolid pareció más fresco durante todo el lance y eso lo condujo a llevarse un punto, que incluso puede hasta parecer escaso botín a la vista de la parada final que le hizo Vaclík a Rubén Alcaraz en el minuto 89.

Ésa es una tarea también del entrenador, la gestión de los esfuerzos conduce al riesgo, a moverse por terrenos pantanosos, pues cualquier fallo puede suponer salir del carril de esos objetivos tan ambiciosos. Y ni siquiera la opción de variar cinco futbolistas del once inicial que arrancara en Villarreal le sirvió a Lopetegui. Entraban en el equipo Jesús Navas, Franco Vázquez, Ocampos, De Jong y Munir, pero no sirvió de nada, entre otras cosas porque muchos de ellos también tuvieron un esfuerzo considerable en el anterior choque, concretamente toda la segunda mitad.

El Sevilla transmite que las piernas le comienzan a pesar y que la cabeza no le riega con la claridad necesaria para someter a un adversario al que le bastó con ordenarse y con no regalar la pelota cerca de Masip. Suerte, incluso, para los anfitriones que Pizarro Gómez alteró su discurrir durante todo el encuentro, demasiado anticasero, para considerar como penalti la pelota que se enreda en el brazo de Javi Sánchez. Al menos, pudieron salvar los nervionenses un punto, aunque son ya demasiados empates consecutivos, concretamente cuatro desde el derbi y sumando de esa manera es complicado, no imposible, mantener esa plaza de Champions.

Pero conviene arrancar el análisis por el principio. El Sevilla sólo se iba a parecer al Sevilla de Julen Lopetegui en el color de sus equipaciones. Con la decisión del técnico de refrescar al equipo a través de Franco Vázquez, junto a un Banega que retrocedía demasiado en la búsqueda de la pelota, los anfitriones se convertían en un bloque pastoso, incapaz de profundizar y de poner en aprietos siquiera a la ordenada disposición defensiva del Valladolid.

Koundé salta por un balón. Koundé salta por un balón.

Koundé salta por un balón. / Antonio Pizarro

Era un continuo quiero y no puedo, en el que sólo se iba a salvar un cambio de juego hacia Jesús Navas para que éste habilitara a Ocampos en su remate al larguero. El resto era una disertación de impotencia, de incapacidad para hallar los espacios necesarios para inquietar al menos al adversario.

Y fue a peor conforme iba transcurriendo el primer periodo. Factor trascendente también fue la incapacidad de De Jong para ganar siquiera un solo balón de los que le mandaban por arriba para tratar de desahogar y superar a la presión. Esa vía estaba obturada y sólo quedaba buscar los desdoblamientos por la banda, ya fuera en acciones de dos contra dos o en los cambios de juego tan habituales en el libro de estilo de Lopetegui. Pero todo se reducía a un juego previsible, fácil de defender con bascular y ordenarse, algo que hacía Fede San Emeterio a la perfección y que servía también para que todos sus compañeros lo siguieran con sincronización.

Si además de todo esto, de la incapacidad ofensiva, también comparece un error atrás, como el que protagonizaron tanto Fernando, especialmente, como Vaclík en su colocación imperfecta, pues el Sevilla se iba a ir por debajo en el marcador al tiempo de descanso. Y mucho peor aún que el resultado eran las sensaciones, pues nada conducía a pensar en una reacción, salvo que aún restaban por litigarse 45 minutos más.

Las imágenes del Sevilla-Valladolid Las imágenes del Sevilla-Valladolid

Las imágenes del Sevilla-Valladolid / Antonio Pizarro

Lógicamente, Lopetegui no esperó para mover el árbol. Cumpliendo con la norma que ya viene siendo habitual en esta miniliga si las cosas no arrancan como el vasco quiere, pues no menos de un par de sustituciones al descanso para tratar de revertir la situación. En este caso, entraban Suso y Joan Jordán para que se ducharan de forma precipitada De Jong y Fernando, probablemente dos de los futbolistas que habían evidenciado más síntomas de fatiga.

Es cierto que a partir de ahí el juego se volcó hacia la portería de Masip, pero al Sevilla le siguió faltando profundidad, algo que no es demasiado ilógico ante un rival cada vez más aculado. Sí pudo alterarse todo cuando Munir, colocado ya como delantero centro en ese nuevo planteamiento, cabeceó a la red cerca de la hora de juego, pero el madrileño estaba ligeramente adelantado y todo quedaría anulado tras tres minutos de consultas al VAR.

Tocaba seguir y el Sevilla, pese a probar incluso por la solución de En-Nesyri junto a Munir arriba, continuó evidenciando que no era capaz de coger las riendas de verdad. Demasiadas imprecisiones, síntomas de cansancio acumulado y ni siquiera los cambios le sirven para refrescarse. Porque después del penalti transformado por Ocampos lo que llegó fue la gran oportunidad de Alcaraz salvada por Vaclík. Así que este Sevilla hasta puede dar las gracias en una noche de las que inquietan al otear el futuro.

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