SEVILLA-spartak de moscú · el otro partido

Sufrir así también fortalece

  • El Sevilla, único español que gana en la jornada, se agarra a la Champions con su mejor puesta en escena.

  • Pasito clave para la confianza y el pase.

No hay rival pequeño en la Liga de Campeones. Que se lo digan al Borussia Dortmund, eliminado tras empatar en casa con el Apoel chipriota. O al Atlético, al filo del abismo tras no vencer al Qarabag. Al propio líder indiscutible de la Liga, un Barcelona que se atoró junto al Pireo con el Olympiacos. O al Madrid, vapuleado en Londres por el Tottenham. El Sevilla, único equipo español que ganó su partido en la cuarta jornada, sin ser el que tenía el peor rival ni mucho menos, dejó atrás la Liga Europa, para la que ya está clasificado, y que esta temporada tendrá rivales de alto nivel que han caído de la Champions, como el Nápoles, fuerte líder de la Serie A italiana. Nadie regala nada en el torneo de los torneos. La Champions pide sufrir... y sufrir también fortalece, y une y da confianza.

Después de su semana negra, aquella que puso a Eduardo Berizzo en la picota de las críticas y que hizo tambalearse los pilares del proyecto, el entrenador del Sevilla reaccionó dándole seguridad a un equipo que estaba falto de confianza por esa triple derrota en un margen de ocho días, con dos humillantes goleadas duras de digerir. Y esas leves correcciones, la repetición de los mejores de la plantilla en la alineación con algún retoque necesario, propiciaron la mejor puesta en escena del Sevilla en lo que va de curso. Coincidió, eso sí, con la mejor versión de Banega, que hasta ahora estaba desconocido, como fuera de forma o desganado. Ante el Spartak de Moscú el argentino, bien escoltado por ese doble pivote que, tras el ensayo con el correoso Leganés, tuvo más flexibilidad, se erigió en el faro que estaba pidiendo este equipo necesitado de seguridad y fe en su juego.

Se apoyó también el Sevilla en la comunión con su afición, que dejó fuera del estadio todos los debates sobre el juego del equipo, la capacidad de gestión del entrenador o la elección de algunas piezas para la plantilla y se centró en arropar a los suyos. El no hay billetes, pleno de sevillistas salvo las entradas de protocolo para los rusos, ya anunciaba la posibilidad de una noche grande, de uno de esos días en que el Sánchez-Pizjuán empuja de verdad.

Y, no se sabe si fue antes el huevo o la gallina, el Sevilla se agarró al campo apoyado en su grada y sobre la seguridad de una medular con los roles, ahora sí, bien distribuidos. Y con Sarabia erigido en un nuevo héroe de la afición. Se fue lastimado y la ovación del público refrendó la apuesta de Berizzo por un jugador que estaba pidiendo a gritos protagonismo.

Claro que el Sevilla aún debe subir la empinada cuesta del crédito perdido en aquella semana negra y la lesión de Sarabia y la obligada salida del campo de Banega, por una sobrecarga leve, unidas a la falta de pegada, una vez más, nublaron la esperanzadora puesta en escena. Porque el argentino le había dado al juego del Sevilla lo que necesitaba: control y distribución en posiciones adelantadas para romper al armado equipo ruso. Y no se quedó ahí, además de sacar el córner del 1-0 hizo un golazo, una exquisitez con la zurda. Pero este equipo al que tanto le cuesta hacer daño en el área, tras marrar el 3-0, tuvo que sufrir. Volvió la nerviosera, pero todos apretaron los dientes. Ahora depende de sí mismo. El 21 de noviembre se anuncia un apasionante Sevilla-Liverpool en Nervión. Hagan hueco en su agenda.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios